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La Mama Grande De Tehuanteoe


Enviado por   •  14 de Agosto de 2012  •  1.236 Palabras (5 Páginas)  •  515 Visitas

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La mamá grande de Tehuantepec doña Juana Catalina Romero, nació en el año de 1835 en Tehuantepec, Oaxaca. Fue una india Zapoteca de piel bronceada, esbelta, joven y de muy buena talla que a los blancos les encantaban, sus corazones no resistían adorarla mentalmente, toda la población la conocían como la didjaza que en zapoteco quiere decir “la Zapoteca”.

El conde Brasseur francés, en una expedición que hizo por el Istmo de Tehuantepec, dijo: Que la primera vez que la vio quedó impresionado por su aire de soberbia y orgullosa, por su rico traje indígena, tan parecido que los famosos pintores europeos la representaban como la diosa Isis, él creía ver en ella a la diosa Egipcia Cleopatra en persona; manifiesta que esa noche ella llevaba una falda de tela rayada color verde agua, enrollada al cuerpo, envuelta en pliegues desde la cadera hasta un poco más arriba del tobillo; con un huipil de seda encarnado rojo, bordado de oro, una especie de camisola con mangas cortas desde la espalda velando su busto, sobre el cual se extendía un gran collar formado por monedas de oro encadenadas unas a otras; su cabello separado en la frente y trenzado con largos listones azules, formando dos preciosas trenzas, que caían sobre su cuerpo; y otro huipil de muselina blanca plisada enmarcaban su cabeza con los mismos pliegues y de la misma manera que la acalántica egipcia; dijo también que jamás había visto una imagen mas impresionante de ” Isis y Cleopatra”.

El pueblo de Tehuantepec la respetaba, teniéndola como una bruja, conocedora de hierbas, sortilegios y brebajes, capaz de hacer florecer un botón de rosas para encender la pasión del amado, con sólo pronunciar tres palabras o comunicarse con los nahuales o espíritus del monte Rayudija.

El conde francés, tardó meses en disipar el recuerdo de Juana Cata que gracias a su “atole real” de los antiguos señores, había sanado de una peligrosa enfermedad de fiebre y cuyas profecías sobre la compañía luisianesa de cumplirla ante sus propios ojos; el conde tardó meses en olvidarla y le dedicó largos capítulos de su Voyge L’Istme. (Viaje por el Istmo).

En 1861 llegó un hombre a Tehuantepec que nunca la olvidaría el capitán “Porfirio Díaz”. Ella fue con plena seguridad su informante y con toda posibilidad su gran amor, en el tiempo que fue gobernador y comandante militar en el Istmo. Según una leyenda tal vez inexacta pero si muy significativa; el general Porfirio Díaz siendo Presidente de la República logró que la empresa ferrocarrilera Transísmica desviará su ruta para que la vía pasara a dos metros del chalet estilo francés construido exprofesamente por órdenes del general Porfirio Díaz.

Doña Juana Cata ayudó mucho al capitán Porfirio Días durante su campaña militar.

Juana Catalina Romero, aprendió a leer y escribir a la edad de 30 años, para poder leer personalmente y contestar las cartas de su amado Porfirio. La falta de educación de su pueblo, la impulsó a fundar dos escuelas, una de varones y una de monjas teresiana para niñas. Los religiosos franceses regresaron a su país en 1914, mientras las monjas teresianas fueron muriendo de fiebre amarilla, por último llegaron las madres Josefinas que ya tienen mas de ochenta años en Tehuantepec.

Doña Juana Cata, la mamá grande sostenía a las dos escuelas para que su gente se cultivara, para ello fundó una escuela de enfermería y murió con el deseo de fundar un centro escolar de artes y oficios.

Juana Cata Trabajó el añil de un color azul y los mandaba a Oaxaca donde lo compraban los alemanes, así como el cacao. Juana en sus viajes a Europa trajo telas para el traje de los tehuantepecanos. Se recuerda que en las fiestas

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