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Insularismo


Enviado por   •  18 de Enero de 2013  •  1.630 Palabras (7 Páginas)  •  1.128 Visitas

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Insularismo (1934) se ha sido considerado tanto la magnum opus de Antonio S. Pedreira (1898-1939) como obra canónica en las letras puertorriqueñas por los modos en que trabaja con la problemática de la nacionalidad. Pedreira se enfrenta a la tradición cultural de raíz española y a la modernidad detonada por la invasión de los Estados Unidos a Puerto Rico en 1898 para llegar a una interpretación rica de la puertorriqueñidad. El texto ha sido rigurosamente estudiado por innumerables intelectuales desde los años cuarenta y cincuenta. Sin embargo, la crítica no ha considerado cómo se situaba Insularismo dentro de los campos intelectuales de los años veinte y treinta a pesar de que es fundamental hacerlo para entender la historicidad del argumento de la obra y los contra-argumentos que aparecieron durante la época. En este trabajo pondré a Insularismo en conversación con el periodismo de los años veinte y treinta para mejor situar la obra en el contexto de los debates en que fue escrita. Las tres publicaciones que analizaré son La palabra (1935-1936), El nacionalista de Ponce/Puerto Rico (1924-1930) e Índice (1929-1931).

Por campo intelectual entiendo un grupo más o menos homogéneo de letrados que logran hegemonía sobre lo cultural por medio de la institucionalización de su producción artística y literaria.[1] El concepto es útil porque nos ayuda a estructurar una serie de movimientos claves en el funcionamiento de la cultura puertorriqueña. No se pueden separar las formulaciones homogeneizantes de las élites culturales sin entender las complejidades de las nociones de la identidad que se estaban articulando en ese momento. En su trabajo influyente sobre la teoría del nacionalismo, Nations and Nationalism (1983), Ernest Gellner propone que comúnmente han existido luchas entre distintos sectores de la nación por establecer una concepción particular de la cultura. Gellner utiliza el concepto “alta cultura” para describir las articulaciones homogeneizantes que hacen las élites de cultura nacional con el objetivo de consolidar su poder político. La educación y el alfabetismo son importantes porque permiten que las élites implementen su visión cultural a un público lector amplio y anónimo y forjen la idea de una experiencia histórica común.[2] Aunque las élites establecen su idea de alta cultura, es fundamental notar que todos los componentes de esta cultura no necesariamente pertenecen a la vida de las élites. Este es el caso en Puerto Rico con la valoración del jíbaro como representante del puertorriqueño verdadero—“jíbaro” es la palabra utilizada en Puerto Rico para describir los campesinos pobres blancos.[3] Según Gellner, la nación moderna siempre está unida a la idea de la cultura homogénea. Durante el período en que Insularismo fue escrito distintos sectores intelectuales formularon concepciones propias de la nación puertorriqueña en una competencia por establecer un concepto dominante de homogeneidad cultural. Mi objetivo fundamental es examinar los esfuerzos por definir una idea de la cultura nacional y ver el lugar de Insularismo dentro de estos debates.

El hecho de que hubo diferentes sectores compitiendo para definir los términos de la hegemonía cultural supone la existencia de distintos campos intelectuales con formulaciones culturales respectivas. El ensayo “Campo intelectual y proyecto creador” (1966) de Pierre Bourdieu es revelador en cuanto al vínculo entre conceptualizaciones particulares de la nación y campos intelectuales específicos. Según Bourdieu, el campo intelectual consta de un grupo de eruditos que implementan una interpretación particular de la cultura nacional, lo que nombra como “proyecto creador”. El texto plantea que el campo intelectual usualmente logra autonomía interpretativa con respecto al público y define lo que se considera legítimo en la esfera de la cultura por medio de la institucionalización de su visión.[4] De ahí la importancia de las obras consagradas que “suponen una institución cuya función no sea solamente de transmisión y de difusión, sino también de legitimación”.[5] El sistema educativo es fundamental en el legitimación del proyecto creador del campo intelectual porque tiene el poder de adoctrinar a la juventud de acuerdo con su entendimiento particular de la cultura. La legitimidad del proyecto creador del campo se solidifica en la canonización de obras que comparten su visión cultural.

El periodismo ha sido fundamental para la formulación de una idea de la nación. Es un rico espacio que nos permite entrar al estudio de los campos intelectuales y sus agendas culturales. En el periodismo comúnmente ocurrieron los debates entre las élites sobre lo cultural. Benedict Anderson argumenta en Imagined Communities (1983) que el capitalismo de imprenta fue fundamental para la imaginación de la nación. El capitalismo de imprenta tiene su origen en el proceso de mercantilización de los lenguajes en la prensa y vinculó grupos sociales a una comunidad definida. El surgimiento de comunidades imaginadas con orígenes históricos inspiró la identificación del individuo con una colectividad política, social y económica. De este modo, el concepto del capitalismo de imprenta trata de la aparición de la prensa que facilita la confianza del lector en que existe una comunidad de individuos ejecutando la misma ceremonia unificadora de lectura a pesar de que sólo

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