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Cuentos Infantiles


Enviado por   •  11 de Febrero de 2012  •  1.958 Palabras (8 Páginas)  •  1.372 Visitas

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EL CONEJITO VERDE

Autor: Desconocido

EL CONEJITO VERDE

Hace mucho tiempo había un rey muy rico que tenía tres hijos, tres príncipes muy hermosos a quienes él quería mucho. Al rey, sin embargo, le agradaba que lo obedecieran al instante en todo lo que mandaba. Sucedío que un día los tres príncipes se salieron a pasear sin permiso de su padre, y se enojó tanto el rey que los castigó, convirtiéndolos en conejos. Al mayor lo transformó en un conejito pinto, al segundo en uno blanco y al tercero, el más chico de los hermanos, en un conejito verde muy lindo.

- Durante un año,- dijo el rey, -no saldrán del palacio ni podrán volverse gentes mas que al anochecer.

Un día los tres conejitos comían musgo en el jardin del palacio, cuando dijo el conejito verde:

-Hermanos, yo ya no puedo soportar ésta existencia. Vamos saliéndonos por el caño del agua a ver que hay afuera de esta cárcel.

Los otros dos hermanos no querían porque le tenían miedo al rey. Sin embargo, tanto les insistió el Conejito Verde que por fin se fueron con él. Corrieron por el campo y jugaron toda la tarde, y, al volverse al palacio, oyeron una voz muy hermosa. Alguien cantaba una canción muy alegre.

- Vamos a ver quién es,- dijo el Conejito Verde.

Sus hermanos no quisieron acompañarlo por más que les rogó. El Conejito Verde se fué sólo y llegó a un palacio de donde salía aquella voz tan melodiosa. Anduvo rodeando la tapia que cercaba el jardín, y por fín encontró un agujero en la pared. Sin hacer ruído se metió al jardin y pudo ver que la que cantaba era una hermosa princesa con rizos dorados como el sol y ojos azules como el cielo. El conejito al instante se enamoró de ella y sin pensar se aproximó a la joven. Ella, al verlo, dió un salto y lo cogió.

La princesa que se llamaba Marisol, se fué corriendo con él bien cogido, a enseñarselo a sus padres que la querían mucho, porque además de ser buena, era se única hija. Después de haberles enseñado el conejito. Marisol lo llevó a su recámara. Cuál no sería la sopresa de la princesa al oír al conejito hablar y que le decía:

- Linda princesita, yo no soy conejo. Soy un príncipe encantado. Quedé transformado en conejo por haber desobedecido a mi padre. Si no me dejas salir, mi padre, el rey, me matará esta noche. Déjame ir, te prometo volver y me casaré contigo tan pronto como cumpla mi castigo. En prenda de mi palabra, toma este anillo.

La princesa estaba muy sorprendida de todo lo sucedido, pero como era muy buena y se había enamorado del conejito, lo sacó al jardín y le dijo que se fuera.

Pasaron los meses y el conejito no venía a ver a Marisol. El pobrecito no se podía salir del palacio. Pasaba el tiempo y Marisol se ponía triste y más triste. A tal grado llegó la tristeza de la princesa que sus padres alarmados, decidiéron hacer una gran fiesta para alegrar a Marisol. Mandaron buscar músicos y artistas para que deleitaran a la princesa.

En un pueblo vecino había un viejecito que tenía una hija que sabía pulsar la guitarra y cantar canciones alegres y bonitas. Cuando oyó la orden del rey, el viejo decidió llevar a su hija que se llamaba Rosita se montaron en sus burritos y partieron para el lugar done vivia Marisol. Como tenían que pasar por la ciudad donde vivian los conejos encantos, al llegar allí el padre y la hija tenían mucha hambre. Rosita fué a la panadería próxima al palacio de los conejitos y pidío una torta al panadero, pero como éste estaba muy enojado porque se la había quemado el pan, con mucho coraje cogió una torta y se le tiró. La pieza cayó al suelo y se fué rodando, la quiso coger Rosita pero no pudo. Siguió la torta rodando sin parar y Rosita la seguía corriendo y corriendo. Por fín, el pan se metió por un agujero en la pared del palacio donde vivian los conejos y cuando dejó de rodar, Rosita de improviso se encontró en una recámara muy linda donde había tres camas igualitas. Oyó de pronto un ruído y se escondió detrás de unas cortinas, luego vió que entraban tres conejitos: uno pinto, otro blanco y el otro verde. El pinto brincó a la cama, dió una vuelta y se volvió un príncipe muy hermoso. El conejito blanco hizo lo mismo y se transformó en otro príncipe muy guapo. Los dos se acostaron y se quedaron dormidos. Por fin el conejito verde tambien brincó a la cama, dió una vuelta y se convirtió en un príncipe mucho más lindo y más hermoso que los otros dos; pero este último no se durmió luego, sino que comenzó a llorar mucho. Despertaron los hermanos y lo consolaban diciéndole:

- Olvídate de la princesa Marisol, pues nunca te dejará nuestro padre casarte con ella.

Los tres príncipes se durmieron por fin y Rosita se escapó del palacio por donde había entrado. Como ya estaba amaneciendo, ella y su papá partieron hacia donde vivía Marisol.

Despues de mucho caminar llegaron al palacio donde vivía la princesa y se presentaron al rey. Rosita tocó, cantó y bailó pero la princesita seguía muy triste. Entonces Rosita le dijo:

- Mire, Princesa, le voy a contar una aventura. En seguida Rosita le relató a Marisol todo lo que le había pasado con el conejito verde. Al oír el relato Marisol ya no cabía en si de gusto y les suplicó al rey y a la reina que la dejaran ir a ver al conejito verde. Sus padres no le permitían,

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