1915-1930 periodo de clausura del pensamiento hegemónico argentino

El periodo de 1915-1930 es reconocido como un periodo de clausura del pensamiento hegemónico argentino y por ende un momento de dispersión de sentidos que se vieron intensificados con la crisis institucional de 1930. A nivel internacional comienza a cuestionarse el pensamiento científico-positivista, lo mismo sucedió a Argentina donde además dicha corriente se consideró funcional a las determinaciones del régimen liberal-conservador. Así, surgen en la intelectualidad nacional adhesiones a perspectivas filosóficas que proponen una vuelta a la interioridad de la conciencia, a la reflexividad, a la comunicación intersubjetiva, a la acción y al pensamiento transformador y ponen en cuestión el dogmatismo cientificista, la externalidad del conocimiento y de la moral.

Tanto los sectores democráticos, como los autoritarios, reconocen y reclaman la progresiva presencia activa del Estado en la vida de los sujetos, incluyendo el intento de construir desde lo público o desde lo privado, la memoria de las personas a partir del uso de programas que son diseñados, administrados y ejecutados por las mismas instituciones estatales.

Esta educación, que operaba en la construcción de una memoria colectiva pública, expresaba un mito originario con el cual todos debían identificarse. La escuela pública se convierte entonces, en el dispositivo reproductor por excelencia.

El problema de la construcción de la nacionalidad empezó a ser cuestionado por las elite dominantes argentinas y en la literatura oficial como privada, surgiendo así fuertes temores a la desintegración social producto del movimiento migratorio y la denominada “cuestión social”.

En la década del ’30 la cuestión social fue desplazada por otra que parecía contenerla y subordinarla. La discusión sobre el modelo de gobierno y del estado ocupó un lugar central y con ello el espacio de los distintos sectores sociales.

Con respecto a la conformación sociopolítica, demográfica, cultural y económica de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos se encuentran características diferenciales.

A la Entre Ríos moderna la dibujaron gobiernos conservadores. La provincia estuvo gobernada desde 1883 a 1914 por sectores afines denominados “Generación del ’80”. Este proceso fortaleció la inclusión y la sujeción al modelo agroexportador, que provoco importantes ingresos al estado provincial. Por consecuencia la provincia como la región del litoral se transformó en receptora de grandes cantidades de población. Ocupando la inmigración un lugar importante en la conformación de la sociedad entrerriana. La provincia mantuvo así una jerarquía rígida, culturalmente basada en valores tradicionales y, políticamente sostenida en el fraude, en las prácticas clientelares, en el exilio y el silenciamiento de las voces divergentes.

El sistema educativo de la provincia se configura bajo una fuerte dependencia de la jurisdicción nacional.

En cuanto a la provincia de Santa Fe, el acceso y la movilización social le dieron un sello particular. La provincia estuvo habitada por una gran clase media asentada en zonas rurales, por el desarrollo agrícola que habían experimentado.

Santa Fe fue la provincia argentina pionera en políticas de colonización, posibilitando de esta manera, un nuevo trazado social en todo el territorio organizándola en colonias. Permitiendo el acceso a la tierra como propietarios; y promoviendo formas de relaciones sociales cogestionarias y de alta participación en la construcción de instituciones y sentido localista.

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