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Abrir Las Ciencias Sociales


Enviado por   •  7 de Mayo de 2014  •  5.565 Palabras (23 Páginas)  •  461 Visitas

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ABRIR LAS CIENCIAS SOCIALES

Immanuel Wallerstein

Traducción de Fernando Cubides*

Nota introductoria

Las páginas siguientes constituyen el registro de las palabras pronunciadas por Immanuel Wallerstein el 24 de octubre de 1995 en la Social Science Research Council de Nueva York. Su objetivo era la presentación del volumen Open the Social Sciences, un informe sobre la reestructuración de las ciencias sociales auspiciado por la Comisión Gulbenkian. Wallerstein es profesor de la Universidad del Estado de Nueva York en Binghamton y tiene a su cargo la dirección del Centro Fernand Braudel dedicado al estudio de la economía, las civilizaciones y los sistemas históricos. La editorial siglo XXI de México ha difundido en español los dos primeros volúmenes de su extensa obra El moderno sistema mundial, que acaba de ser escogido por la revista Contemporary Sociology como uno de los diez libros de ciencias sociales más influyentes en los últimos 25 años. El libro desarrolla la teoría de la economía-mundo, un influyente y ambicioso marco de referencia de la sociología histórica norteamericana que estudia el impacto del capitalismo en la civilización moderna, El texto de esta presentación apareció originalmente en Items, el boletín del Social Scíence Research Council (vol, 50:1, marzo de 1996).G.C.

¿Cómo se construyeron las Ciencias Sociales? Al preparar nuestro informe tuvimos que considerar este asunto para entender los dilemas que ellas confrontan. Comenzamos el relato a fines del siglo XVII1 anotando que el más importante acontecimiento de la época fue una especie de divorcio definitivo —dudo al usar la palabra “divorcio”—, una ruptura entre la ciencia y la filosofía.

Anteriormente, los vocablos que las designaban, si no eran del todo intercambiables, estaban imbricados de modo muy directo. Ambos significaban conocimiento y la gente no establecía una nítida distinción entre filosofía y ciencia. A fines del siglo de las luces asistimos al nacimiento de lo que C. P. Snow denominó “las dos culturas”. La ciencia comenzó a definirse por su contenido empírico, a ser entendida ante todo como una búsqueda de la verdad a través de la investigación, a diferencia de lo que estaban haciendo los filósofos, especular o deducir de algún modo. Fue una continuación de la ruptura entre la filosofía y la teología; aquí se daba un paso más hacia un sistema de conocimiento íntegramente secularizado.

La Universidad y el conocimiento

Al tiempo que se producía la fisura intelectual entre la filosofía y la ciencia en la mentalidad de la época, se operaba un resurgimiento de la universidad. Solemos hablar de la universidad como una institución continua, pero ello no es del todo cierto. La universidad medieval fue una institución muy interesante, pero prácticamente había muerto a fines del siglo XVI. Y las universidades llegan a ser insignificantes a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. Carecían de un cuerpo directivo permanente, y lo esencial del

* Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia.

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL trabajo intelectual se llevaba a cabo al margen de ellas y en otro tipo de instituciones como el Collège de France, o la Royal Society. Una de las cosas realmente interesantes que ocurren en el siglo XIX es la reinvención de la universidad como el ámbito, tanto de la creación del conocimiento como de su reproducción. Ello trajo algo nuevo que afectaría a las Facultades, la de Filosofía al comienzo, y las desintegraría hacia algo que posteriormente se denominaría las disciplinas, dotadas de cátedras con departamentos que otorgaban títulos académicos. La estructura de la universidad tal como la conocemos hoy se creó en verdad a fines del siglo XIX; por lo tanto la universidad y las disciplinas que la conforman constituyen una invención muy reciente.

En términos del desarrollo de las disciplinas individuales, aproximadamente entre más o menos 1750 y 1850 nos hallamos en una situación en la que surgen centenares de nombres para los campos de investigación. Pero entre 1850 y 1914 asistimos a la reducción de estos nombres a un pequeño número de denominaciones que al final se convierten en las disciplinas. Esto se lleva a cabo mediante una especie de coagulación de conjuntos de intereses, conjuntos de problemas. Nuestro informe arguye que mediante tal agregación arribamos a los seis grandes nombres corrientes hoy en día, más un par de nombres menores. Estas seis grandes denominaciones se convierten en departamentos, en asociaciones profesionales, en revistas académicas y en sistemas de clasificación en las bibliotecas (la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, por ejemplo, las reproduce como conjunto de categorías en la última década del siglo XIX). Todo ello institucionaliza una serie de opciones.

Líneas de demarcación

Podemos considerar dichas denominaciones con referencia a tres criterios básicos de delimitación. El primero es el de pasado-presente, que configuró una neta diferenciación entre la historia, tal como se reorganizó en el siglo XIX, y el trío conformado por la sociología, la ciencia política y la economía. Se conforman dos presupuestos bien diferenciados acerca de cómo se llega a la verdad científica. Los historiadores siguen la sentencia de Ranke de que “er will blo zeigen, wie es eigentlich gewesen” (tratamos, simplemente, de exponer cómo ocurrieron en realidad las cosas). En otras palabras, se debería tomar como evidencia los documentos escritos en la época en cuestión, en particular aquellos que fueron escritos con propósitos distintos dc los de informar al historiador de tres siglos después. La asunción fundamental es que si un embajador le escribe una carta a su monarca, él está tratando de informarle acerca de la situación del país a donde ha sido asignado, y lo está haciendo tal y como ha llegado a entenderla. Si usted lee ese informe tres siglos después, llega a saber en últimas lo que dijo el embajador, que bien puede ser lo que realmente el embajador creía. Y ello a su vez lo impulsa a usted hacia unos determinados archivos. Y también, claro está, en dirección a la historia política y diplomática, que es por cierto la parte de la historia que suele estar mejor conservada en los archivos.

Se

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