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Prometeo encadenado


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  Informes  •  889 Palabras (4 Páginas)  •  378 Visitas

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PROMETEO ENCADENADO

MONOLOGO – ALEXANDER ROMERO

¡Éter divino, vientos de rápidas alas, aguas de los ríos, sonrisa innombrable de las olas marinas! Tierra, madre común, y tú, Sol, ojo al que nada se oculta, yo os invoco en este lugar: ved lo que un dios se ve obligado a sufrir por obra de los dioses

¡Hay de mi, ay! que lloro por los males presentes y por los que me esperan. ¿Después de que pruebas brillara para mí el día de la liberación?, Pero ¿qué digo? ¿Acaso no sé ya de antemano todo lo que me espera? Ningún infortunio me vendrá que no haya previsto.

Grande es mi desventura, pues por haber favorecido a los mortales gimo ahora abrumado bajo este suplicio. Un día, en el hueco de una caña, me llevé mi botín, la chispa madre del fuego, robada por mí, y que se ha revelado entre los hombres como el maestro de todas las artes, un tesoro de inestimable valor. Esta ha sido mi culpa y por esto me veo castigado así, clavado en esta roca bajo la inclemencia del Cielo. (Un silencio invade el lugar)

¡Ah! ¡Ah!, ¿qué rumor, qué aroma divino ha llegado hasta aquí? ¿Procede de un dios o de un hombre, o de uno que participa de ambos? ¿Vendrá acaso hasta esta roca, límite del mundo, a contemplar mis sufrimientos, o a qué vendrá? ¿Qué rumor de aves oigo cerca de mí? Un suave batir de alas hace vibrar la brisa. Todo lo que se acerca me produce espanto.

¡Ah! Mirad a un dios encadenado y sujeto a todas las miserias. Soy el enemigo de Zeus, el que se ha atraído el odio por haber amado demasiado a los hombres.

¡Ay, ay! Raza de la fecunda Tetis, hijas del Océano, miradme, contemplad las cadenas que me tienen clavado en el borde de este abrupto precipicio, mientras que ahora, desdichado de mí, juguete de los vientos, estoy sufriendo para regocijo de mis enemigos.

¿Océano, Cómo? ¿También tú vienes a presenciar mi suplicio? ¿Cómo has osado abandonar el río de tu nombre, y tus frutos de techos rocosos abiertos por la Naturaleza, para venir a la región madre del hierro? Contempla, pues, este espectáculo. Ve cómo Zeus, al que ayudé a establecer su tiranía, me hace gemir abrumado por terribles males.

Escuchad ahora lo que os quiero decir: por más ultrajado que me vea entre estas terribles cadenas, llegará un día en que el señor de los bienaventurados tendrá necesidad de mí si quiere saber el nuevo designio que ha de despojarle de su cetro y de sus honores. Entonces, os lo juro, ni los sortilegios de las palabras más persuasivas tendrán poder para vencerme, ni el terror de las más espantosas amenazas me doblegará. No he de revelarle el secreto, como antes no me haya librado de estos ásperos hierros y consienta en pagar la pena de este ultraje. Doloroso es para mí hablar; pero el callar me es también doloroso. Que calle o que hable, sólo hay para mí dolor.

Si

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