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Filosofía


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2012  •  10.064 Palabras (41 Páginas)  •  301 Visitas

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SOBRE EL CONCEPTO DE FILOSOFÍA DESDE LA CRITICA DE LA RAZON INSTRUMENTAL

Francisco Lara Salazar.

“En aquellos tiempos, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban aislados entre sí. Eran, además muy diferentes: ni los seres, ni las formas, ni los colores coincidían. Los dos reinos, el de los espejos y el humano, vivían en paz. Se entraba y salía de los espejos. Una noche, la gente de los espejos invadió la tierra. Su fuerza era grande, pero después de sangrantes batallas, las artes mágicas del emperador Amarillo prevalecieron. Rechazó a los invasores, los aprisionó en los espejos y les impulso la tarea de repetir, como una especie de sueño, todas las acciones de los hombres. Les privó de su fuerza y figura y los redujo a simples reflejos serviles. Un día, sin embargo, se liberarán de este letargo mágico... Las formas comenzarán a despertarse. Diferirán poco a poco de nosotros, nos imitarán cada vez menos. Romperán las barreras de cristal y de metal y esta vez no serán vencida”. (J. L. Borges, la fauna de los espejos)

Desde o para quienes la filosofía al modo de una receta se encarga de construir una visión racional, sistemática, armónica y total de la realidad, donde las ideas centrales de verdad, bondad y belleza, adquieren una dimensión difícilmente de comprender por el sentido común del hombre y que alejado de la intangibilidad y trascendentalidad de temas como Naturaleza, Hombre y Dios, resulta, desde luego provocador e irritante la idea de que “No hay ninguna definición de filosofía” y si la hubiera o si alguna aplicación encontrara, entonces, ya con ese simple hecho su aniquilación también estaría anunciada. Asimismo, radical es la noción de que la filosofía no ha servido para emancipar sino para oprimir cuando convertida en doctrina, más o menos crítica, de las condiciones históricas, legitima sistemas sociales y concepciones teóricas que reprimen al individuo. De igual manera la sentencia de que “la filosofía no es una herramienta ni una receta” para llegar a la identidad entre esencia y apariencia, entre razón y ser, entre fenómeno y noúmeno, etc., para procurar el progreso, resulta inusual. O el hecho de que se nos diga que si acaso se puede ofrecer alguna definición de la filosofía pueda ser que ésta sea sólo un atisbo, un bosquejo, del desarrollo de las situaciones tales y como estás acontecen “por necesidades lógicas y reales” , de donde se puede desprender la dirección para bien o para mal de por dónde pueden ir las cosas, pero sin ninguna determinación de certeza ni objetividad, ni mucho menos de sentido universal y último por realizar como reconciliación entre espíritu y naturaleza. Si acaso es posible aventurar una definición de filosofía, ella tiene que contemplar el horizonte de lo dialéctico de la realidad histórica, por ende la filosofía sería un pensamiento finito y fragmentario, refractario y de la ruptura, abierto a la complejidad de lo real y con específica atención a sus antagonismos y, si alguna característica esencial poseería la filosofía tendría que ser la conciencia de que todo concepto tiene que ser considerado como fragmento de una verdad que todo lo abarca y en cuyo seno alcanza su significado. “Construir la verdad con tales fragmentos constituye la tareas más importante de la filosofía” siempre en un sucesivo rompimiento y reconfiguración frente al significado de lo real y por tanto del mismo pensamiento.

Pareciera, de modo inmediato, que tales aseveraciones son totalmente contrarias al modo tradicional -afirmativo y positivo- en que se investiga, enseña y difunde el concepto y función de la filosofía. Tampoco se puede dudar de que tales ideas se presenten como un planteamiento radical y extremista, sobre todo si esta noción la elabora precisamente alguien profundamente preocupado por el papel alcanzado por el saber filosófico en su fase moderna, donde para él, sin lugar a dudas, se pone en evidencia que el único y absoluto interés del pensamiento es la conservación de sí. Es decir, la modernidad como momento culminante del principio que la razón desde su origen decidió como el más esencial y como tarea para llevar a cabo históricamente en lo sucesivo: la autoconservación. Así, resulta siempre algo a típico leer a alguien que relata que la razón se impuso la tarea del aniquilamiento de todos los miedos y prejuicios que evitaban la autocerteza de la verdad y que al mismo tiempo al conseguir la aniquilación de la mitología, por ejemplo, al mismo tiempo, también, se producía la destrucción de la inocencia de la humanidad y junto con ello la razón era presa de sus propias fuerzas. La razón enfermaba de sí misma y por sí misma.

El anterior planteamiento es elaborado por alguien que ama la filosofía, alguien que desde una posición crítica y también sincera mantiene la esperanza de que la filosofía llegue a ser verdaderamente ese saber que reconcilie a la razón y a la justicia. Me refiero a Max Horkheimer. ¿Qué puede hacer la teoría en la situación actual? ¿De qué manera se puede superar lo abstracto del concepto a través del concepto mismo? ¿Puede todavía la filosofía seguir siendo crítica de lo establecido? Son estas algunas de las preguntas que rondan la preocupación y ocupación del pensamiento del coautor de la Dialéctica del Iluminismo

En efecto, las siguientes líneas tiene como objetivo bordear el concepto de filosofía que existe en M. Horkheimer, en su obra Crítica de la razón instrumental, y dicho sea de paso, me parece que aquí se halla una síntesis de tres grandes momentos del pensamiento de este autor que podemos encontrar en Dialéctica de la Ilustración, Teoría crítica y Crítica de la razón instrumental, fragmentos de su pensamiento filosófico que devienen en una síntesis cuya intención sería la de poner razón en el mundo sin identificarse con nada a no ser más que con la contradicción y donde la tarea de la filosofía consistirá en hacerse cargo de la contradicción sin renunciar al imperativo de emancipación y de justicia humana que le es inmanente. Sólo haré referencia al último apartado, titulado: “sobre el concepto de filosofía” que aparece en la Crítica de la razón instrumental.

Bueno, de acuerdo, deslicémonos un poco por el borde del problema, recordando que en ocasiones el deslizamiento coloca a uno de cara en las contradicciones de las cosas, pero que a falta (aparentemente) de seriedad las flechas que se lanzan desde ahí no precisan en el centro y que sólo tangencialmente logran decir algo de interés para el gran pensamiento que afanado se encuentra en la creencia de que lo interesante

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