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¿Qué Es La ética?


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  2.151 Palabras (9 Páginas)  •  189 Visitas

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Qué es la ética.

En la materia de antropología fundamental se analizó la persona humana y se descubrió que tiene un rasgo de absolutez. ¿Qué significa esto de tener un carácter absoluto?

Significa que cada ser humano no es una mera parte del universo. Si fuera solamente físico, material si sería una mera parte del universo.

En aquella investigación se concluyó que poseemos una alma espiritual percibida y experimentada en muchas de nuestras actividades como las intelectuales (de abstracción, razonamiento, deducción, autoconciencia) volitivas (elección libre, amor etc.) por tanto es , el hombre, cada uno de nosotros, en sí mismo un universo entero.

Cada ser humano es un todo de sentido.

Esto significa que no es un simple caso particular. Cada ser humano es un todo, una totalidad. Todo el universo por inmenso que sea tiene sentido gracias al hombre, a un solo hombre. Si no existiese el hombre el universo no tendría sentido. El universo es antropocéntrico pero no porque tú o yo seamos hombres. (Lo cual sería un antropocentrismo erróneo, ególatra, megalómano). Es antropocéntrico porque cada hombre, tú o yo poseemos una dignidad de la que carece todo el universo, al menos hasta donde ha llegado la investigación. El antropocentrismo real no deriva de que yo sea hombre, libre, con derechos, con capacidades, etc. sino porque tengo y comparto con los demás hombres la dignidad. Ésta engendra derechos pero también deberes, libertad y responsabilidad. Engendra el deber de estar a la altura de ese hombre, de esa dignidad que poseo como hombre. [1]

Deducimos fácilmente cómo un riesgo de nuestra civilización, si se empeña en reducir al hombre a una parte de sí mismo, éste se pierde y se fragmenta en divisiones atómicas, físicas, químicas, psíquicas, etc. el hombre se pierde en el anonimato, entre una multitud de cuerpos compuestos de partes minúsculas destinado a la tierra de donde partió.

Encontrar un sentido a la vida engendra alegría. Es la mejor manera de saber que estamos dando sentido a la vida en tener alegría.

La historia de muchos de nosotros empezó desde antes de que viéramos la luz o sintiéramos el primer manazo del doctor. Empezó con un anuncio de alegría como se cuenta de algunos grandes personajes de la historia, profetas, santos, generales, Sansón, Jesús, Julio César, Alejandro Magno, Domingo de Guzmán, etc.

Interesante sería indagar si ahora nos preguntaran si seguimos siendo alegría para otros o, al menos, para nosotros mismos. Si nuestras sonrisas ahora son tristezas o preocupaciones es oportuno indagar qué nos hace falta. Suena paradójico constatar que el hombre da sentido a las cosas y de pronto no está alegre, no encuentra el sentido. Perdió la ruta, perdió el camino. No cualquier camino lleva a la alegría, a la plena satisfacción de lo que somos.

Conseguir o recuperar la alegría no es una cosa sencilla. Albert Camus renueva el mito de Sísifo y dice que el hombre contemporáneo es un absurdo cuya única oportunidad es aceptar que lo es, empujar una y otra vez la roca hasta la cumbre sabiendo que volverá a rodar y tendrá que volver a empezar y esto todos los días.

“El hombre no puede resignarse a considerarse un absurdo. Está estructurado de tal forma que tiene que encontrar sentidos y contenidos para poder vivir. El sentido es el presupuesto del vivir; una insensatez total extingue la vida. aquel que ya no puede pretender un sentido , no se considera autorizado a transmitir la vida humana: la negativa frente al futuro que hoy experimentamos es el producto lógico de la crisis de sentido en que nos encontramos.”[2]

No solamente Joseph Ratzinger es testigo de esta constatación. Es ya conocida la experiencia de Viktor Frankl, gran psicólogo judío que estuvo en varios campos de concentración; una experiencia reflejada en varias de sus obras especialmente en dos de ellas: El hombre en busca de sentido y La voluntad de sentido. Comenta al principio de éste último:

“Ante mí hay una carta de la cual quisiera citar el siguiente párrafo <tengo 22 años, soy graduado universitario, poseo un automóvil lujoso, disfruto de una situación económica segura, y hallo a mi disposición más sexo y más poder del que puedo hacerme cargo. Solamente me pregunto: ¿qué sentido tiene todo eso?> Nuestro paciente no sólo se queja de un sentimiento de falta de sentido, sino también de una sensación de vacío existencial”. [3]

¿Qué es lo que realmente la da alegría al hombre? ¿y qué es lo que le quita la alegría? ¿qué es lo que le bloquea y qué es lo que le abre a sí mismo y a los demás?

De aquellas personas que dan impresión particularmente penosa, que respiran tristeza, se dice a menudo que no se aguantan a sí mismos, expresando de este modo la más absoluta oclusión frente al ser. Pues, ¿a quién puede aguantar aquel que se encuentra desgarrado en sí mismo? “Odiarse a sí mismo es más fácil de lo que se cree. Lo difícil es olvidarse a sí mismo” hace decir el escritor francés Bernanos al párroco de aldea en su Diario de un cura rural. Yo añadiría “lo difícil es olvidarse de sí mismo para encontrarse en los otros”.

“La raíz de la alegría es que el hombre esté de acuerdo consigo mismo. Quien puede aceptarse a sí mismo ha conseguido el sí decisivo. Vive en el sí, en la aceptación positiva. Y quien puede aceptarse, puede aceptar también al tú, puede aceptar el mundo. La razón de que un hombre no pueda aceptar el tú es que no puede aguantar a su yo”.[4]

Buscamos la alegría de ser nosotros mismos. Mientras haya posibilidades de caer en la tristeza, en la angustia, en el desasosiego hay la posibilidad de perder la alegría o no recuperarla del todo. Por ello se requiere un camino, un indicador, como las señales que nos indican por dónde va. Encontrar el sentido no de un momento o de una situación sino de nuestra vida, saber qué hacer para no errar, no perder nuestro corto viaje es una investigación, una búsqueda de la ética. No cualquier cosa es justa o injusta, buena o mala. Pueden

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