2.2. Naturaleza de la crónica americana. Oviedo

2.2. Naturaleza de la crónica americana.

La crónica americana es una expresión que presenta una serie de graves problemas que no han sido resueltos del todo o, a veces, ni siquiera bien planteados. Esas cuestiones son de carácter genético, tipológico, histórico, literario y cultural.

En primer término hay que tener en cuenta que la crónica es un rebrote americano de un género medieval español, que constituían un modelo retórico bien diferenciado en la tradición medieval, cuyas normas específicas se inspiran en las necesidades legales y administrativas. Sin embargo, estas se incorporan en el Nuevo Mundo con la intención de incorporar el cauce historiográfico de la península, cuyo propósito también era -por tanto- presentar un recuento organizador del proceso o acontecer histórico vivido, usando simultáneamente un conjunto de interpretaciones basadas en esta recopilaciones clásicas -crónicas medievales- y la Biblia. Es decir, en intención, documentación y extensión hay una enorme diferencia, por tanto la crónica aplicada a contar las cosas del Nuevo Mundo se irá transformando y acercándose más al relato autobiográfico o el diario.

Por otro lado, llamamos crónica a un conjunto bastante heterogéneo de textos; la tipología del género es amplísima y no facilita la tarea de definirlo: no solo las obras que se denomina crónicas, sino también sus otras variedades, cartas, cartas-relaciones, diarios y las que, para señalar que revisan o expanden crónicas, se titulan historias.

Otro problema es que la crónica es, por naturaleza, un género híbrido, a caballo entre el texto histórico y el literario: es <<historia>> de intención objetiva (o al menos descriptiva) a la vez que <<relato>> personal. El hecho de que puedan ser juzgadas desde esas dos distintas perspectivas, hace necesario discernir las crónicas que, teniendo un alto valor historiográfico, no son relevantes en una historia literaria. Razón por la cual hay que tener en cuenta que las crónicas permiten variedades de enfoque y nos dicen diferentes cosas en diferentes épocas, lo que bien puede considerarse uno de sus aspectos más valiosos y cautivantes.

Otra cuestión importante está vinculada al crecido número de crónicas que se escribieron, lo que está asociado al amplio marco temporal de su proceso. Lo primero explica la intensa superposición textual que caracteriza a las crónicas de América. Cada cronista recorre caminos ya recorridos por otros y recuenta lo que ya se ha contado más de una vez, lo cual explica que las crónicas suelan ser un palimpsesto -una materia aluvional que sumerge en el texto otros textos-. Este último rasgo tiene que ver con el concepto de historia entonces dominante, según el cual el criterio de autoridad era decisivo para juzgar la autenticidad de un testimonio: lo que otros habían dicho antes corroboraba lo que ahora se decía.

Por eso hay que entender las razones de tan pesada carga informativa:

Un elemento clave de la crónica, y que se añade a su valor testimonial, es la intencionalidad del texto, que suele ser tan variada como compleja. Las crónicas se escriben por muy diversas razones y estímulos, a veces ajenos a un claro designio literario o histórico.

Las disputas entre conquistadores, rivalidades por la tierra o privilegios. No pocas crónicas se escriben

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