Acto 17 De Agosto

PALABRAS ALUSIVAS ACTO 17 DE AGOSTO

En momentos en que permanentemente cuestionamos las actitudes de nuestros funcionarios y dirigentes políticos, algunas anécdotas de la vida de San Martín, nos muestran de cuerpo entero a un hombre que dio todo por su patria.

Durante su estadía en Mendoza, San Martín iba a tomar una resolución personal en vista de la escasez de su sueldo, (del cuál había donado la mitad a la Nación) para costear su viaje a Buenos Aires para ver a su familia iba a vender algunos muebles de su propiedad.

Enterado de esto los cabildantes y por el “honor del pueblo y en reconocimiento de los desvelos del general para engrandecer a la provincia de Cuyo” le ofrecieron abonar de los recursos municipales su sueldo completo. El general les respondió que con la mitad del sueldo que percibía era suficiente para sus necesidades, que suspendieran todo aumento ya que según sus propias palabras “a la idea del bien común y de nuestra existencia todo debía sacrificarse, graduaré el patriotismo por la generosidad, desde este instante el lujo y las comodidades deben avergonzarnos”.

Hay otra anécdota que también se enfrenta a la realidad de hoy, donde los aborígenes tienen que hacer huelgas de hambre para que no les arrebaten sus tierras. San Martín en cambio en 1816, recibió a una delegación de araucanos diciéndoles “los convoco para informarles que el ejercito español pasará de Chile para matar indios y robarles mujeres e hijos, como yo también soy indio voy a impedirlo. Para eso necesito contar con el permiso de Uds., quienes son los dueños del país, pasaré los Andes y terminaré con ellos” los parlamentarios aborígenes asintieron complacidos y abrazaron a San Martín que siguiendo las costumbres de los indios los había recibido sentado en el suelo.

Y para concluir estas remembranzas hacemos referencia al relato de otro de nuestros próceres Domingo Faustino Sarmiento contando sus impresiones al conocer a San Martín cuando lo visitó en su retiro en Francia. “Hay en el corazón de este hombre una llaga tan profunda que oculta a las miradas extrañas ¡tanta gloria y tanto olvido, tan grandes hechos y silencio tan profundo! Ha esperado sin murmurar cerca de treinta años la justicia de aquella posteridad a quien apelaba en sus últimos momentos de vida pública y tiene setenta y cinco años hoy, las dolencias de la vejez y el legado de tantas campañas militares, le empujan hacia la tumba y ¡espera todavía!

Hoy a 161 años de su muerte brindémosle el reconocimiento por el esperado, no con pompas y aplausos sino siguiendo su ejemplo y sus máximas, sobre todo aquellas que podemos poner en práctica desde la escuela.

“La biblioteca es destinada a la ilustración universal, más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia”.

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