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ACERCA DE LA ENSEÑANZA PUBLICA Y GRATUITA EN JALISCO (SIGLO XIX)


Enviado por   •  25 de Octubre de 2012  •  1.617 Palabras (7 Páginas)  •  477 Visitas

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“ACERCA DE LA ENSEÑANZA PUBLICA Y GRATUITA EN JALISCO (SIGLO XIX)”

Peregrina, Angélica y Cardaillac, Louis, Coordinadores. “Ensayos en Homenaje a José Maria Muria”. Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2002.

La gratuidad de la enseñanza aparece como una construcción histórica que se edificó de forma paralela e indisoluble.

La educación pública se representa actualmente como laica, gratuita y obligatoria y la educación privada se caracteriza por sostenerse con fondos no gubernamentales y por añadir materias, o contenidos con un valor agregado a la enseñanza.

El nivel educativo que hoy conocemos como primaria tuvo como antecedentes las escuelas de primeras letras, la escuela elemental y el trabajo desarrollado por los maestros de primeras letras y por los preceptores particulares.

La escuela debe ser entendida así, como una institución especializada, paulatinamente normalizada y que cumple con la función de instruir, formar e inyectar conocimientos y normas comunes, además de valores y tradiciones propias de un grupo social. Esta doble función de la educación constituye la dimensión en la que se insertan las tensiones entre el poder público y el poder privado, y entre lo que se considera el bien común y los intereses particulares desde la perspectiva del Estado.

Los maestros de escritura fueron comunes en el siglo XIX, incluso coexistieron con las escuelas elementales y de primeras letras organizadas por los ayuntamientos y por la iglesia. El éxito de estos maestros revela un cierto nivel de demanda por la alfabetización, la cual se presentaba principalmente en las ciudades.

Este hecho puede interpretarse como una secularización de la cultura y de la enseñanza, pues la instrucción ya no era únicamente del interés de la elite, ni de la sola competencia de la Iglesia, ni tenía como fin único internalizar los dogmas religiosos.

Lo que socialmente se estaba generando era una mayor atención hacia la alfabetización. Esto permitió a un sector de preceptores especializarse, hasta llegar a la figura del maestro de niños. Con la especialización de quien alfabetiza, se hizo necesario un local más amplio en donde laborar y el establecimiento de convenios con los padres de familia, con el cabildo municipal o con el párroco para el pago del servicio. Al especificarse la actividad surgieron normas y reglas para regularla.

Durante el siglo XIX, y bajo la influencia de las Cortes de Cádiz, los municipios ampliaron su participación en la instrucción elemental, con facultades para promover, fundar y vigilar escuelas y maestros.

Sobre estas bases, ¿podemos preguntar sobre las fronteras entre educación pública y privada en períodos anteriores al siglo XIX? Por lo pronto podemos anotar que en el período colonial, la esfera de lo público no se definía a partir de un Estado que se ostentara como representante del pueblo y encargado del bien común. En todo caso, el referente del bien común estaba mediado por la religiosidad católica y se limitaba a alcanzar la salvación, preservar el orden y dar continuidad a una estructura social de profundas diferencias. En este sentido, el propósito de unir la instrucción religiosa con la instrucción elemental era coherente, pues con ello se garantizaba formar a los fieles y transmitir valores como la obediencia y el temor.

Tanto la Iglesia como el estado reconocieron en la escuela de primeras letras un medio eficaz para este fin, la escuela tuvo así una función social bastante clara. Ésta es una de las razones por las que la instrucción dejó de ser un privilegio de elite y, aunque de manera escasa e incipiente, se presentó en la forma de escuelas públicas y gratuitas. En estas escuelas tenían cabida niños y niñas de diferente estrato social. En este período se gestó en México la escuela elemental, como una institución diferenciada, medianamente especializada y con cierto grado de autonomía.

Es posible identificar rasgos de lo público y lo privado, que adquirieron un mayor nivel de especificación en los siglos XIX y XX. Dentro de éstos se cuentan la presencia de los preceptores como agentes seculares, encargados de la tarea de instruir, junto con el incremento en la demanda de alfabetización, en un movimiento que involucró primero a la élite y después a los grupos medios, siguiendo una trayectoria de la ciudad hacia el campo. Es de suponerse que frente al limitado número de escuelas gratuitas. Al respecto, se consideraba que a pesar del poco desarrollo de la instrucción pública a principios del siglo XIX, el pueblo mexicano continuaba recibiendo muy grandes adelantos en las pensiones. Es importante reconocer también el enorme peso que la instrucción no formal tuvo en la sociedad, pues dependiendo del estrato social de la familia, de la casta, del sexo, de sí las familias vivían en el campo o en la ciudad, era el tipo de instrucción al que niños y niñas accedían.

El proceso que

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