"La Casa Tomada" Y El género Fantasy

Una de las primeras (de las tantas) características del género fantasy que me interesa mencionar es el hecho de que obliga al lector a considerar el mundo de los personajes como un mundo de personas reales, para luego invitarlo a vacilar entre una explicación natural y una explicación sobrenatural de los acontecimientos descriptos. En “Casa Tomada”, ya desde las primeras líneas del cuento, Cortázar nos inserta en un mundo real, cotidiano, que podría ser el nuestro. La historia narra la vida diaria, aburrida y reconocible de dos personajes, describiendo sus hábitos normales como levantarse, comer, conversar. En estos detalles, el autor deja entrever la “argentinidad” (la pava y el mate, la fascinación por la literatura francesa, la Herperidina, la calle Rodríguez Peña) y con ello logra seguir enfatizando la verosimilitud, lo real. Pero, al mismo tiempo, el texto va construyendo una vacilación sobre el sentido del mismo, los personajes se van quedando cada vez más sin su propia casa, alguien (no sabemos quién) la va ocupando hasta que los hermanos son expulsados de su propio hogar. Y es aquí donde el lector comienza a dudar entre lo real y lo ficticio. Esta sensación de que dentro de lo real existe lo no real (en el sentido de sobrenatural) y el sentimiento final de una duda ansiosa y existencial, es uno de los factores que definen al fantasy. Como bien explicó Jackson, este género desestructura, re-invierte lo real pero no escapa de su esfera: existe sólo en forma parasitaria. De alguna manera, cuestiona las estructuras racionales del realismo (género previo en la historia) pero desde dentro de él.

Para desarrollar este concepto de la “duda” derivado del párrafo previo, voy a citar a Todorov, para quien la vacilación es la que define lo fantástico. “En un mundo que es el nuestro, el que conocemos, sin diablos, sílfides ni vampiros, se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar. El que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de la imaginación, y las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien el acontecimiento se produjo realmente, es parte integrante de la realidad, y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos”.

El texto establece una vacilación absoluta, tanto en el protagonista como en el lector: ambos la comparten (este “compartir” es uno de los detalles que a mí personalmente más me atraen de los cuentos de este género y, en especial, los de Cortázar). La vacilación, que se transforma en ansiedad y angustia, permite generar una empatía, un compañerismo que hace que el lector no abandone la lectura. Ni los hermanos que viven en la casa, ni el lector pueden aceptar los insólitos sucesos que se describen, ni desecharlos como fenómenos sobrenaturales.

Lo interesante en la historia es que, al comenzar a notar que la casa está siendo ocupada, ninguno de los personajes, ni ella, ni él, se preguntan quién la tomó o por qué lo hizo. Sus vidas siguen transcurriendo normalmente, con pequeños padecimientos por las cosas que

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