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Como se da la Madeinusa y la reivindicación de lo indigena


Enviado por   •  11 de Mayo de 2018  •  Ensayos  •  5.115 Palabras (21 Páginas)  •  186 Visitas

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Madeinusa y la reivindicación de lo indígena

Víctor  González Hidalgo

Madeinusa es una película que concede el protagonismo a la mirada de la mujer indígena.  Claudia Llosa representa a un sujeto subalterno, esto es, a una subjetividad apartada de la palabra y capacidad para representarse. En este sentido, la película fue elogiada “por otorgar un lugar de representación en circuitos culturales hegemónicos a la mujer indígena, víctima durante décadas de la exclusión económica y cultural, y de la violencia militar y política, con especial ensañamiento en los largos años de lucha entre Sendero Luminoso y las fuerzas gubernamentales y paramilitares, responsables de miles de violaciones, torturas y asesinatos, en muchos casos impunes”[1]. No obstante, si bien este mérito es indudable,  la obra abrió un intenso debate en Perú sobre la representación de lo indígena. Esta cuestión merecerá un mayor detenimiento más adelante.

En este ensayo analizaré los aspectos más relevantes de la película Madeinusa de Claudia Llosa. En primer lugar, hablaré sobre la biografía de Claudia Llosa y el argumento de la película. En segundo lugar, me concentraré en la recepción crítica de la obra. En el tercer apartado, me centraré en la identidad indígena y el problema de la representación de una subjetividad subalterna.  En el cuarto epígrafe me ocuparé del significado de la festividad del Tiempo Santo, dentro de este atenderé  a la importancia de la fiesta y el carnaval para la supervivencia de cualquier comunidad. En el quinto apartado estudiaré el contenido simbólico de la película, prestando especial atención a la simbología de los nombres de los protagonistas. El último apartado, comprenderá un análisis comparativo de la película Madeinusa y la obra de teatro La orilla rica de Encarna de las Heras.

Claudia Llosa y Madeinusa

Claudia Llosa nació en noviembre de 1976 en Lima. Su interés por el arte viene de familia: es sobrina de Mario Vargas Llosa y del director de cine Luis Llosa. La posición privilegiada de su familia le permitió realizar sus estudios universitarios en el Newton College de Nueva York. Una vez obtenido el título, se graduó en Dirección de Cine en la Universidad de Lima. Más tarde, completó su formación en Madrid donde cursó un Máster en Guión de Cine y Televisión. Desde hace una década reside en Barcelona, aunque su inspiración  artística se encuentra en la realidad peruana. Su debut cinematográfico fue Madeinusa (2006), película que no solo despertó la atención de la crítica, sino que también obtuvo varios premios. Su segunda película La teta asustada (2009) recibió el Oso de Oro del Festival de Berlín 2009, y fue nominada a los Óscar 2010 dentro de la categoría de Mejor Película Extranjera. A estas dos celebradas películas les siguen Loxoro (2011) y No llores, vuela (2014).

Madeinusa es la historia de una joven indígena, llamada precisamente Madeiunsa, que vive junto con su padre Don Cayo y su hermana Chale en Manayaycuna, un pueblo ficticio de los Andes. Su madre abandonó a su familia para ir a Lima, y su ausencia dejó una gran huella en Madeinusa. La acción comienza un día antes de Tiempo Santo, una festividad religiosa que se celebra desde el Viernes Santo, a partir de la crucifixión  de Cristo, hasta el Domingo de Resurrección. Durante este tiempo religioso no existen los pecados, puesto que Dios está muerto y no puede ver a los habitantes del pueblo. En esta mañana de Jueves Santo llega accidentalmente un extranjero al pueblo, un joven limeño llamado Salvador. Su llegada trastocará el orden del pueblo, y más concretamente, frustrará los planes del padre de Madeiunsa, quien  esperaba esta festividad para arrebatarle la virginidad a su hija. Madeinusa encontrará en el extranjero la forma escapar del pueblo en busca de su madre.

Recepción de la obra

Tal y como apunté en la introducción, Madeinusa  no dejó a la critica indiferente y suscitó una gran polémica. Por un lado, nos encontramos con una línea crítica que resalta el valor estético de la obra, es decir, que ensalza a la obra por sus méritos formales. Por otro lado, otra serie de críticos consideran que la representación de lo indígena resulta fallida, esto es, rechazan el contenido de la película. Esta desaprobación se sustenta en varias razones. En primer lugar, el retrato del pueblo de Manayaycuna no es demasiado amable; Claudia Llosa nos proyecta la imagen de un pueblo atrasado, hostil e incivilizado,  como si fuera un lugar fronterizo o inhóspito que impide tener una vida digna. En este sentido, esta visión del pueblo andino invita a abandonarlo, a querer marcharse a la ciudad.  Podemos entonces afirmar que la directora peruana prioriza la vida de la ciudad frente a la del  pueblo.  Entre otras razones, esta vida indigna y pobre del pueblo lleva a Madeinusa a tomar la decisión de abandonarlo.

En segundo lugar, esta línea crítica sostiene que la película “reproduce los consabidos lugares del racismo peruano”[2].  Claudia Llosa nos muestra al indígena  como un ser inferior respecto al habitante de la ciudad, en este caso Salvador. Esta visión negativa del otro perpetúa un odio enraizado en la sociedad peruana. En este sentido,  podemos hablar de una animalización del indígena: las ratas abundan durante toda la película, y en una de las primeras escenas se puede apreciar cómo se alterna el ojo de una mujer con el de una vaca. A esto hay que añadir que su hermana Chale tiene piojos. Todos estos elementos construyen la imagen de un pueblo contaminado, sucio e inhóspito.

A este respecto, Iliana Pagán-Teitelbaum añade que “una de las reacciones que la película  Madeinusa busca provocar es el asco ante las costumbres abyectas de Madeinusa y su poblado aislado, Manayaycuna”[3].  Roció Silva Santisteban entiende el asco como “una sensación aversiva producto del contacto personal y sorprendente con un objeto o sujeto que provoca rechazo y atracción a su vez, debido a un extraño temor a que este pueda contaminarnos”[4].  A esto hay que añadir que Silva Santisteban asocia el asco a una estrategia que emplea la sociedad peruana para la construcción del subalterno: “el autoritarismo basado en una relación de tutelaje con los subalternos sostiene un desprecio hacia este tipo de alteridad que reside en <>, convirtiéndolo en un ser desechable que prácticamente ha perdido su condición humana”[5].

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