1RA REVOLUCION COMUNICATIVA

Analizando la historia vemos que durante siglos y milenos las personas no podían comunicarse de ningún modo a distancia si no era trasladando un mensaje físico (como una carta o un mensajero). Cada persona vivía en su aldea, y su realidad era aquello a lo que tenía acceso directo. Los pocos que podían permitirse viajar (y nunca por razones turísticas, sino principalmente comerciales o militares) eran portadores de grandes noticias del exterior.

Telégrafo de Samuel Morse, con el que comenzó la revolución comunicativa.

La perspectiva de una humanidad con la posibilidad de comunicarse a distancia es algo relativamente «nuevo», de hace apenas siglo y medio, un periodo de tiempo que no representa ni un 0’1% de la historia de la humanidad. Se podría decir que con aquella primera conexión telegráfica entre Washington y Baltimore el 24 de mayo de 1844, Samuel Morse dio comienzo a la intensa carrera de las comunicaciones que continúa sin tregua en nuestros días, y fue un momento en que la humanidad dio un gran salto en su evolución a nivel social.

Desde entonces la comunicación no ha hecho más que evolucionar y adquirir más y más relevancia en nuestro modo de vivir en sociedad. Tres décadas más adelante Graham Bell inventó el teléfono, permitiendo transmitir señales sonoras diferentes al pitido del telégrafo. Aunque sin duda se trataba de avances significativos, la comunicación todavía no estaba democratizada: solo unos pocos tenían acceso a estos inventos, que en sus orígenes tenían uso exclusivamente militar.

Poco después llegó la posibilidad de recoger sonidos o imágenes y de mantenerlos en un soporte físico permitiendo reproducirlos por separado: llegó la grabación de vídeo y de audio. Con ello nacieron además dos de las grandes artes que tan actuales parecen, la fotografía y el cine.

Aunque la revolución de la comunicación humana ya había dado comienzo, aún quedaba un largo camino en su consolidación hasta llegar a lo que es en nuestros días.

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