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31º Conferencia DeFreud


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  1.543 Palabras (7 Páginas)  •  476 Visitas

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31ª CONFERENCIA. LA DESCOMPOSICIÓN DE LA PERSONALIDAD PSÍQUICA

El psicoanálisis inicia su trabajo por el síntoma, lo más ajeno al yo, éste proviene de lo reprimido y es para el yo tierra extranjera. Desde el síntoma se llega al inconciente, a la vida pulsional y a la sexualidad.

El humano enferma a raíz del conflicto entre las exigencias de la vida pulsional y la resistencia. La instancia que reprime, rechaza y resiste es el yo (sus pulsiones), el represor.

El yo puede tomarse a sí mismo como objeto. Para ello una parte del yo se contrapone al resto. El yo es entonces escindible y reunificable. Los enfermos mentales, por ejemplo, son estructuras desgarradas y hechas añicos. En los “locos” (con delirio de ser observados -paranoicos-) hay una instancia castigadora dentro del yo separada tajantemente de él y desplazado a la realidad exterior.

Tuve la idea de que la separación de una instancia observadora del resto del yo podía ser un rasgo regular de la estructura del yo. El observar es una preparación del enjuiciar y castigar, encontramos así otra instancia, la conciencia moral (súper yo), cuyas principales características son ser autónoma, observadora de sí, que persigue sus propios propósitos y es independiente del yo en cuanto a su patrimonio energético. Es la instancia que reprocha frente la realización de un acto placentero pero que iba en contra de mi moral. Y como está separada, se la llamará Súper Yo.

En las patologías como la melancolía pude verse la severidad y crueldad con que esta instancia trata al yo; en los ataques de melancolía el superyó es hipersevero (insulta, denigra, maltrata, reprocha, castiga, condena). Nuestro sentimiento de culpa moral es el resultado de la tensión entre el yo y el superyó.

La conciencia moral es distribuida de manera distinta en las personas y no está desde el nacimiento como la vida sexual, sino que se agrega más tarde. Como el niño es amoral, el rol del superyó lo cumple un poder externo, la autoridad parental. Los padres dan amor y castigan al niño amenazándolo con la pérdida de este, la angustia realista que esto produce es la precursora de la posterior angustia moral. En el lugar de la instancia parental aparece el superyó que ahora observa al yo, lo guía y lo amenaza, como antes hicieron los padres. El superyó es el legítimo heredero de la instancia parental. La base de este proceso es la “identificación”, es decir, una asimilación de un yo a un yo ajeno, lo imita, se comporta como el otro, lo internaliza, como una incorporación canibalística de la otra persona. Pero identificación es independiente de la elección de objeto (ejemplo en el Edipo positivo, el objeto es la madre y la identificación es con el padre). Aunque alguna veces puede coincidir. Por ejemplo frente a la pérdida de un objeto y la imposibilidad de resignarlo, uno se resarce identificándose con él, la elección de objeto regresa a la identificación.

La institución del superyó es un caso logrado de identificación con la instancia parental. Con la liquidación del Complejo de Edipo el niño debió renunciar a las investiduras en sus progenitores como resarcimiento de la pérdida de este objeto se refuerzan en su yo las identificaciones, hay una trasposición. El superyó toma además a otras personas distintas de los padres como identificatorios, principalmente porque el aprecio hacia ellos va cambiando. Las identificaciones posteriores al Complejo de castración son para la formación del carácter, por lo que sólo afectan al yo. El superyó es también portador del ideal del yo, con el que el yo se mide, al que aspira a alcanzar, el cual es la precipitación de la perfección atribuida a los padres de niño.

Del vínculo tensionante yo-superyó aparece un sentimiento de inferioridad, difícil de diferenciar con el sentimiento de culpa.

La génesis del superyó es de índole biológica y de índole psicológica: son, la prolongada dependencia de los progenitores (distinto de los animales) y el Complejo de Edipo. El superyó del niño no se edifica en verdad según el modelo de sus progenitores, sino según el superyó de ellos, es portador de tradición. La humanidad nunca vive por completo en el presente; y el pasado opera a través del superyó. En “psicología de las masas”: una masa psicológica es una reunión de individuos que han introducido en su superyó la misma persona y se han identificado entre sí en su yo sobre la base de esa relación de comunidad.

La resistencia del paciente al querer concientizar lo inconciente, es lo que edifica la teoría psicoanalítica, esta resistencia también es inconciente. La resistencia es una exteriorización del yo que en su tiempo llevó a cabo la represión y ahora quiere mantenerla. La represión es la obra

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