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Creer en Jesucristo hoy PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2021  •  Informes  •  1.489 Palabras (6 Páginas)  •  119 Visitas

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Semana XI – miércoles

Creer en Jesucristo hoy

PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Cuestiones previas:

  • Teología anselmiana (o de san Anselmo: 1033 – 1109)

  • La muerte de Jesús se debe a causas históricas concretas

Entrada de Jesús a Jerusalén (Mc 11,1-11; Mt 21,1-17; Lc 19,29-40; Jn 12,12-19).

  • Mateo 21,1-17: “Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente de ustedes y encontrarán una burra atada y un pollino con ella; desátenlos y tráiganlos, y si alguien les dice algo, digan: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá.» Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta: “Digan a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en una burra y un pollino, hijo de animal de yugo. Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había encargado: trajeron la burra y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!»

Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?» decían. Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”.

Purificación del templo

  • Mateo 21,12-17 (Jn 2,13-17): “Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero ustedes están haciendo de ella una cueva de bandidos!».

También en el Templo se acercaron a él algunos ciegos y cojos, y los curó. Mas los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el Templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen éstos?» «Sí, -les dice Jesús-. ¿No han leído nunca que de la boca de los niños y de los que aún maman te preparaste una alabanza?» Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche”. 

Conspiración contra Jesús 

  • Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle. Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo» (Marcos 14,1-2)..

Judas ofrece entregar a Jesús

  • Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en el momento oportuno” (Mc 14,10-11).

Preparativos para la cena pascual

  • El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?» Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Vayan a la ciudad; les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; síganlo y allí donde entre, digan al dueño de la casa: “El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?” Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; hagan allí los preparativos para la cena». Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la cena de Pascua” (Mc 14,12-16).

Anuncio de la traición de Judas

  • “Al atardecer, llega él con los Doce. Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo les aseguro que uno de ustedes me entregará, el que come conmigo.» Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?» Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» (Mc 14,17-21).

Institución de la eucaristía

  • “Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomen, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo les aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios» (Mc 14,22-25).

Jesús anuncia la negación de Pedro

  • Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. Jesús les dice: «Todos se van a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después de mi resurrección, iré delante de ustedes a Galilea.» Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.» Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.» Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Lo mismo decían también todos” (Mc 14,26-31).

Oración en Getsemaní y agonía de Jesús

  • Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo hago oración.» Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quédense aquí y velen.» Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar? Velen y oren, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle. Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya pueden dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡vámonos! Miren, el que me va a entregar está cerca» (Mc 14,32-42).

Prendimiento de Jesús

  • Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que lo iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, préndanlo y llévenlo con cautela.» Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron. Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja. Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador han salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días estaba junto a ustedes enseñando en el Templo, y no me detuvieron. Pero es para que se cumplan las Escrituras. Y, abandonándolo, huyeron todos” (Mc 14,43-50).

El joven que huyó

  • Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo” (Mc 14,51).
(El joven rico: Marcos 10,17-25
  • Se ponía Jesús en camino cuando un joven corrió a su encuentro y, arrodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios». Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y, entonces, ¿quién se podrá salvar?»).

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