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Jeshua Ben Pandira


Enviado por   •  3 de Enero de 2014  •  934 Palabras (4 Páginas)  •  254 Visitas

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Jeshua Ben Pandirá

Así que yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?

Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Bástale a cada día su propio afán.

Traten a los demás como ustedes quisieran ser tratados. Esta es la esencia de todo lo enseñado por la ley y los profetas.

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.” Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos vosotros.

Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale, porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.

Sed mansos como palomas y astutos como serpientes.

Todo aquél que hace la voluntad de mi Padre que está en lo cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Aquél que esté libre de pecado que arroje la primera piedra.

Por sus frutos los conoceréis.

Conocereis la verdad, y la verdad os hará libres.

El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados

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