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Jean-Jacques Rousseau


Enviado por   •  9 de Abril de 2013  •  2.394 Palabras (10 Páginas)  •  511 Visitas

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Introducción

El presente trabajo es una investigación sobre el filósofo Jean-Jacques Rousseau que abarca desde su biografía, obras importantes y la explicación de cada una de ellas. El principal objetivo de esta investigación es conocer sus ideas políticas y sus aportaciones a la misma política.

Jean-Jacques Rousseau (1712-178)

Jean-Jacques Rousseau, originario de en Ginebra, Suiza, nació el 28 de junio de 1712 –falleció en Ermenonville , Francia el 2 de julio de 1778) fue un polímata: escritor, filósofo, músico, botánico y naturalista franco-helvético definido como un ilustrado; a pesar de las profundas contradicciones que lo separaron de los principales representantes de la Ilustración.

Es uno de los pensadores cuya propia experiencia vital es reconocible no solo en sus confesiones, sino también con frecuencia en el resto de su obra, su pensamiento no parece reducible a una presentación, sucinta y esquemática. De ello puede dar buena cuenta la variedad de su herencia: mientras constituye uno de los nombres-símbolo de las revoluciones liberales del siglo XIX.

Originario de ginebra (lo que marcara en un doble sentido: religiosamente, mediante una vinculación al calvinismo, y políticamente, con el recuerdo permanente de la asamblea a de ciudadanos como órgano máximo de gobierno), Rousseau se instala en parís a los 30 años y colabora con la Enciclopedia, aunque sería un grave error atendiendo a su forma de ver el mundo, identificarlo con los filósofos de la ilustración. Se presenta a un concurso convocado por la Academia de Dijon con el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750) y obtiene el premio. A este primer discurso seguirá el discurso sobre el origen sobre la desigualdad entre los hombres (1755). Ambos textos le valen un cierto éxito y le llevan a una mayor estabilidad económica, que le facilita concentrarse en sus escritos. En 1761 publica la Nueva Eloísa y en 1762 Emilio, o de la Educación. Ese mismo año aparece El contrato social, su texto político más conocido. La polémica que provoca el Emilio por sus observaciones religiosas, obliga a Rousseau a huir de Francia e iniciar un peregrinaje que lo llevara a Inglaterra tras aceptar una invitación de David Hume. Pero Rousseau, que desconfía de todos, choca con el filosofo Ingles, a quien acusa de conspirara con sus enemigos, y regresa a París, donde permanece durante 8 años. Finalmente se retira a Ermenonville, donde fallece en 1778. A titulo póstumo aparecen sus confesiones, una singular autobiografía.

El sentimiento contra la razón

Frente a la razón de los ilustrados, frente a la inteligencia y el progreso científico, Rousseau defiende el sentimiento, el instinto y la buena voluntad del hombre natural y sincero: el hombre, bueno por naturaleza, es corrompido por la vida social y por el lujo. La apuesta de Rousseau por el hombre ignorante y sencillo le llevará a desarrollar su teoría del buen salvaje como metáfora para la pretendida razón de los ilustrados: “un hombre que piensa es un animal depravado”. En el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750) subraya la escasa aportación moral de la actividad científica y literaria, mientras que en el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres establece los argumentos que sugieren que las grandes desigualdades de rango y riqueza proceden del concepto de propiedad y de la transformación histórica que sufrió el hombre al pasar del estado de la naturaleza al estado social. Para él, “el buen salvaje” se hizo perverso a partir de que alguien dijera señalando unas tierras de limitadas por mojones: “esto es mío”. De este modo, la sociedad no tiene otro origen que la defensa de la propiedad, y el gobierno es un instrumento de los propietarios sin otros fines que defender sus riquezas y protegerles de los pobres.

Contrato Social

Rousseau retoma la noción de contrato social que habían manejado anteriormente tanto Hobbes como Locke, aunque en un sentido netamente diferente. Para los fundadores de la tradición liberal (e incluso para el propio Hobbes), el paso del estado de naturaleza al estado social, o sociedad civil, se realizaba mediante un acuerdo entre hombres racionalmente egoístas que, para preservar la vida e intereses, renunciaba al uso privado de la fuerza y acordaban vivir en sociedad. La vida en sociedad se concebía como un instrumento de intereses individuales: la sociedad como tal no tenía realmente intereses propios. En esta tradición, la noción de “bien común” no tiene sentido, ya que el interés social es sólo la suma de los intereses individuales y la sociedad no tiene otro fundamento que el cálculo interesado de individuos egoístas. Rousseau discrepa profundamente con esta percepción ya que tiende a considerar a la sociedad como un bien en sí mismo, como una comunidad que comparte un proyecto moral con existencia independiente y superior a los individuos que la forman.

“La sociedad- dirá Rousseau- es una asociación, no una suma.” Y es la combinación de la reconsideración de la sociedad como un valor moral con los ideales de libertad de su época lo que hace que su pensamiento sea con frecuencia oscuro o, incluso, directamente contradictorio. Rousseau desconfía de la razón de los ilustrados porque cree que ésta destruye la fe religiosa, las pasiones- no en vano será considerado también como un precursor del romanticismo- y el amor patriótico (“la más heroica de todas las pasiones”). Contra Hobbes y Locke, Rousseau afirma que la protección de la propiedad privada y de los derechos individuales no es suficiente para constituir los verdaderos cimientos de la comunidad.

Ese mayor respeto por la igualdad será la gran proposición que Rousseau formulará en El contrato social. La única forma posible que encuentra el autor ginebrino para justificar un estado civil no perverso, capaz incluso de superar el estado de naturaleza, recuerda aquellas concepciones teóricas que entendían la comunidad como un proyecto esencialmente moral. Por ello, para Rousseau, el Estado tienen la obligación de garantizar la libertad mediante las leyes, promover una equitativa distribución de la riqueza y crear un sistema educativo que desarrolle en los niños un sentimiento de amor por la colectividad. De esta forma, la difícil pretensión de Rousseau en El contrato social deriva de su intento de justificar una sociedad que nos encadena, pero una sociedad a la que, a pesar de todo, resulta conveniente pertenecer.

El paso a la vida social (el contrato social) consiste en un acuerdo generalizado en virtud del cual cada hombre se entrega totalmente a la comunidad. Como tal entrega es llevada a cabo por todos, nadie se da a nadie en particular, nadie queda situado por encima o por debajo de los demás, y

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