Yo Soy Antigona

En un calabozo de piedra, en una escena escalofriante a causa de una desgracia familiar, dos señoras del pueblo de Tebas encontraron unos papiros que relatan…

Señora 1: …“Antes de morir dejo este escrito para que a nadie le quepa duda de la verdad.”…

En ese instante entra un guardia del palacio y la señora que tiene el papiro lo mira y continúa leyendo…

Señora 1: “Yo soy Antígona, mujer fiel, amorosa, y justa, características que me llevan a mi condena, que me he encargado de escribirla, para que nadie la adorne con especulaciones.

Mi familia y yo personas de la nobleza donde gozábamos y vivíamos felices. Mi padre era el Rey Edipo hasta el día que comenzó nuestra desgracia, desgracia que se ha derramado sobre toda la familia.

Todo comenzó ese día cuando mi padre se confiesa todos sus crímenes y espantado de los mismos, decide arrancarse los ojos provocándose la muerte. Su esposa, su madre, sí, ¡la misma mujer, que conflicto de nombres!, queda horrorizada de tal manera que decide quitarse la vida, ahorcándose con un cordel trenzado. ¡Qué dolor, que desgracia!...y como si fuera poco mis dos hermanos Eteocles y Polinice se enfrentan en una pelea que les provoca la muerte mutuamente, quedando solas mi hermana Ismene y yo. ¡Qué herencia de desgracias y dolor nos han dejado!

Mi tío Creón, quien se propala por toda la ciudad como el nuevo Rey. No se imaginaba ser autor de la desgracia de su familia al igual que su hermano, hoy feliz, pero mañana desdichado.

Así mismo, iba por toda la ciudad, dejando saber su nueva voluntad. Voluntad que yo no podía aceptar y mucho menos hacer, convirtiéndome en desobediente y culpable para todos los mortales. ¡Hay Zeus!, ¿no es mi tío el desobediente de la ley divina?... ¿cómo darle honores de piedad familiar a un hermano y al otro dejarlo que las aves lo picoteen y los perros lo desgarren? ¿Quién se cree mi tío para obligarme a obedecer esa ley infundada por él?, siendo la muerte el castigo de quien no le obedeciera.

Yo tengo deberes con mi familia más allá de los que me puede establecer un mortal. Mi honra, mi conciencia de hacer lo correcto me impulsaron a desobedecer las leyes del Rey. Leyes que controlaron y obedecieron todo el pueblo, incluyendo a mi hermana Ismene, aunque ninguno estuviese de acuerdo de las mismas. ¡Hay Ismene!, desgraciada es tu conciencia. La confusión, de no saber diferenciar lo que hay que hacer, a lo que se debe hacer, te resalta la cobardía, miedo e inseguridad que te definen. Ese será tu castigo y condena en vida, que te atormentará y acompañará hasta el momento de tu muerte.

No, nunca me imaginé mi fin en un calabozo de piedra, pero no me arrepiento de mi fin. Final que me define como una mujer segura, que le di respeto a mi familia hasta el último momento, rigiéndome por la leyes divinas, cumpliendo con los ritos de sepultura y no por las leyes del estado creadas por un mortal. Prefiero saber que tuve una vida corta, pero que hice lo que mi corazón mandó; a tener una vida más larga, dejándome gobernar y dirigir por otros mortales y de esa forma condenando mi conciencia a que nunca me deje en paz mientras tenga vida…no, no, no, esa no soy yo. Ni aunque vuelva a nacer en otra época cambiaria mi forma de ser.

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