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Experiencias Del Argentinazo. F[abricas Ocupadas Y Recomposición Del Movimiento Obrero


Enviado por   •  14 de Enero de 2013  •  7.003 Palabras (29 Páginas)  •  441 Visitas

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Revista Socialismo o barbarie. Septiembre 2003. Año 4, No. 16 Buenos Aires

Experiencias del Argentinazo

Fábricas ocupadas y recomposición del movimiento obrero

por Isidoro Cruz Bernal

Después del Argentinazo del 2001 se produjo un hecho de enorme importancia para la vida presente y futura de los trabajadores: con la quiebra de la Argentina capitalista se extendieron un conjunto de empresas administradas por sus trabajadores. En su conjunto representan una serie de experiencias riquísimas, contradictorias y desiguales en sus perspectivas políticas y sociales, pero su análisis resulta obligatorio para la comprensión del proceso abierto en diciembre de 2001.

En los medios de comunicación y, más minoritariamente, en las ciencias sociales y en los ámbitos de la militancia se habla cotidianamente de las "empresas recuperadas". Aun reconociendo que las fábricas bajo gestión obrera presentan rasgos específicos, es nuestra convicción que lo central de estos rasgos solamente puede ser comprendido en todas sus implicaciones a partir de una visión totalizadora.

Los procesos de administración obrera de empresas son el más reciente tramo del proceso de recomposición que la clase trabajadora argentina viene transitando hace años (y cuya otra vertiente destacada está constituida por los movimientos de trabajadores desocupados). Cada una de estas experiencias no puede ser vista haciendo eje en sus peculiaridades sino, por el contrario, en aquello que las relaciona con otras experiencias de los trabajadores. Esto quiere decir que los trabajadores que ocupan fábricas no tienen que pensar y actuar únicamente en función de su supervivencia. Menos aún dejarse convencer por la ideología dominante de que son una especie de "pequeños empresarios" y que deben concentrar sus esfuerzos en encontrar su "nicho de mercado". También tenemos que hacer a un lado la fantasía utópica de hacer la apología de los "obreros sin patrón", ya que éstos no podrán sobrevivir a largo plazo sin un cambio social global.

A pesar que las fábricas ocupadas tienen, necesariamente, que enfrentar su supervivencia material, el eje de su actividad debe pasar por relacionarse con la mayor cantidad de trabajadores posible, sobre todo con otros que estén en procesos similares o, más aún, que se encuentren en otro tipo de experiencia (por ejemplo los movimientos de desocupados o segmentos de trabajadores ocupados en estructuras). Sólo de esta manera estas experiencias podrán ser de provecho para el proceso de recomposición más general.

Tomada más de conjunto, la recomposición tuvo como marco general dos elementos.

El primero es un contexto de agotamiento de la organización tradicional del movimiento obrero argentino (aunque el sentido general de las transformaciones operadas tiene origen y alcances internacionales). Hay que anotar la contradicción manifiesta de que este agotamiento coexiste al mismo tiempo con la supervivencia de la burocracia sindical, que sin embargo ha atravesado una serie de mutaciones en la que se equilibran su papel de mediadora de los trabajadores frente al capital y su estado (esto es, su papel de burocracia obrera más tradicional) con la conversión directa en empresarios de sus cuadros de élite. Visto desde las bases obreras, la posibilidad de que una parte de la clase empezara a transitar nuevas formas de organización tuvo su origen en la derrota de la vanguardia obrera de los años 80 a manos del menemismo. De la combinación de esa derrota con una larga serie de procesos defensivos pero novedosos por su forma de lucha desde mediados de los 90, surge un proceso de experiencias de lucha, riquísimo en su variedad, que marca los tiempos de una recomposición de la clase trabajadora. Esta muestra desarrollos desiguales y contradictorios, como todo proceso vivo, cuyos ritmos están tensados por la combinación del contexto superexplotador de los 90, el carácter defensivo de los reclamos que coexiste con los métodos ofensivos de pelea y la aparición de una vanguardia de masas en los sectores que no son trabajadores ocupados plenos sino en los desocupados y en los trabajadores que ocupan su fuente de trabajo para evitar el desempleo. En resumen, la recomposición de la clase trabajadora se da marcada por el arrastre de una crisis global de la Argentina, con una gran destrucción de fuerzas productivas y que, pese al gran avance que significa la aparición de una vanguardia masiva, aún no logra generar una alternativa creíble para las grandes masas.

El segundo es la ilegitimidad que ha traído consigo el desarrollo de las políticas neoliberales que llevaron a una crisis generalizada de las representaciones políticas y sociales. El punto de inflexión de ello estuvo marcado por la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre: el Argentinazo. Si bien se habían dado con anterioridad a esta fecha una serie de procesos de administración de fábricas por sus propios trabajadores, después de la caída de De la Rúa este proceso pega un salto impresionante. La ilegitimidad de los poderes públicos, que habían descargado el peso de la crisis sobre los trabajadores mediante ajustes permanentes, pasa a tener su correlato en los sectores de empresas que estaban cerca de cerrar (estuvieran o no en proceso de quiebra). El patrón que vaciaba la empresa se volvió tan ilegítimo como los gobernantes.

Sin embargo, los trabajadores que están administrando estas empresas no se las arrebataron a la patronal. Ésta, en la enorme mayoría de los casos, se había retirado previamente. La reacción de los trabajadores fue hacerse fuertes en su lugar de trabajo, resistir el desalojo y, posteriormente y con infinidad de obstáculos políticos y jurídicos, poner en marcha la producción. Como resultado de esto, existen hoy más de 100 empresas, que al ser abandonadas por sus dueños, se hallan en manos de sus trabajadores, en diversas modalidades de gestión. La mayor parte de ellas en forma cooperativa (Ghelco, Chilavert, Clínica Junín, Lavalán y otras) a las que se suman dos experiencias distintas, Brukman y Zanón, reivindicando una forma sui generis de control obrero.

Las dos vertientes notorias de este proceso de recomposición, los movimientos de desocupados y las fábricas recuperadas, son, a pesar de su importancia, insuficientes para que el proceso de recomposición pegue otro salto. Para que ello ocurra es de vital importancia de la entrada de conjunto de los trabajadores ocupados en las grandes estructuras.

Límites y potencialidades

Un elemento a considerar que este proceso de cuestionamiento de hecho a la propiedad capitalista se da en el contexto de una desocupación de masas, situación antes desconocida para la sociedad argentina y que ha modificado

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