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Y Yo Que Creí Que...


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2014  •  2.372 Palabras (10 Páginas)  •  193 Visitas

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“Y yo que creí que SERÍA fácil ser grande” POR DANIELA CASTORENA

xiste cierta etapa en nuestra vida en la que sentimos que

tenemos todos los días algo nuevo en nuestro cuerpo…

¡Sí!.. Me refiero a la entrada a

una etapa muy importante en nuestras vidas llamada Adolescencia , nos surgen una

serie de cambios, que a pesar de saber que no somos ni las primeras ni las últimas en

vivirlo; sentimos que nuestros problemas son mucho más grandes e importantes que

los de los demás.

Iniciamos con lo básico, la serie de cambios en nuestro cuerpo, que aunque quisiéramos

detener, o mejorar algunas cosillas, no podemos lograr ni evitar; desde el

ensanchamiento de las caderas, el crecimiento de las “Bubis”, y la llegada de la

odiosa menstruación.

A veces quisiéramos que las cosas sucedieran a nuestro gusto, como el tener

bubis firmes y perfectas, y vemos todas las

bubis que se nos paran enfrente y podemos

distinguir de muchos tipos, tamaños,

formas y por qué no, hasta materiales…

Vemos las divorciadas, que son las que no se

hablan porque cada una ve para un lado

distinto; las amigas, porque están siempre pegaditas; las de brújula porque una apunta

al norte y la otra al sur; las soñadoras, porque ven siempre hacia el cielo como

pidiendo un deseo; las deprimidas porque ven hacia el suelo; las copas A, B, C, D; sin

embargo, nos toque tener de más o tener de menos nos cuesta mucho trabajo estar

conformes con lo que nos tenemos.

Empieza una revolución en nuestro ser, primero por los cambios físicos que nos

toca vivir, y para acabarla de amolar, por los cambios emocionales a los que tenemos

que enfrentarnos también; entre que no

nos gusta nuestro cuerpo y que no sabemos ni que sentimos, entramos en un

shock de emociones en el que quisiéramos escondernos hasta que todo eso pase, sin

embargo, no es posible, nos toca vivir y aceptar las cosas tal cual son.

Es una época

muy padre, divertida pero

súper complicada donde buscamos

no sólo estar bien

con nosotras mismas, sino

comienzan nuevos intereses como el agradarle al

grupito de amigas, agradarle al chavo que nos gusta, ¿por qué?... porque la realidad es

E

que nuestras hormonas están a todo lo que

dan, y queremos experimentar todo lo que podamos, y por más que nos digan lo que

debemos o no hacer… lo hacemos.

El chiste de todo no se trata de hacerlo o no hacerlo, sino saber que toda acción trae

consigo una consecuencia, y se trata de pensar si ésta nos trae algo positivo a

nuestras vidas.

Cuántas veces no nos peleamos con el mundo y aún así exigimos que nos

entiendan refugiándonos en la justificación de decir que estamos entrando en una

etapa difícil, o que somos rebeldes porque somos pubertos, pero… ¿Qué pasa cuando

queremos entrar en zonas donde nos piden una mayor madurez? Por ejemplo, las ganas

de entrar a los antros, de que nos traten

como adultos, ahí entra nuestro argumento de… “ya no soy una niña, no me trates como

tal”.

Así es, utilizamos ésta herramienta de acuerdo a nuestra conveniencia, y te

aseguro que no hemos sido las únicas, sin embargo, aunque sea una etapa en la que

hasta tenemos peleas constantes en casa debido a nuestra pubertad y la menopausia

de nuestras mamás.

Es chistoso, pero muchas veces cuando somos pequeñas, vemos a nuestros papás

casi perfectos; cuando crecemos y nos hacemos un poco más independientes nos

damos cuenta de cómo realmente son las

cosas.

En todas las familias los hermanos pelean,

se odian y se adoran. En este proceso de cambios tenemos muchos altibajos pero

sabemos que es perfectamente normal.

Pasa muy seguido que a nuestros papás de repente los

adoramos, los admiramos y, de

pronto ¡los queremos

matar frente a nuestras

amigas!. Típico que la mamá

anda enseñando

las fotos a nuestros amigos de cuando éramos bebés y encueraditas en la ducha o

tomando el sol; a veces sentimos mucha vergüenza porque nos hacen pasar cada

oso que hasta nos hacemos las que no los conocemos, pero es una realidad que en

todo el mundo no

existe un

par de papás

perfectos.

Es bien difícil

lograr con nuestros papás ese lazo de comunicación y

de convivencia; ellos se quejan de que no entendemos que “no” es “no”, pues claro

que lo entendemos, pero no nos gusta el significado y menos cuando se trata de un

permiso; se quejan porque no nos gusta que

nos abracen, besen o tengan algún gesto de

ternura; de que de todo nos enojamos y a la meno sugerencia explotamos, pero muchas

de sus sugerencias pues son como “no te juntes con fulanita porque es asi”, “no le

hables a ese chavito porque no te conviene”, “si vas a salir, arreglate, píntate y ponte

aretitos para que te veas más bonita” pero no entienden que lo que queremos es

vernos bonitas pero también estar

cómodas y que queremos experimentar y conocer no sólo situaciones nuevas sino

también gente nueva.

Se quejan de que sólo les hacemos caso a

nuestros amigos y a los demás, pero a ellos

jamás; que hablamos de una manera que no hay quien nos entienda; que somos unas

bipolares de lo peor, con nuestras amigas somos de una manera y con ellos de otra y

cuando discutimos hasta nos dicen “cuida tu tono de voz” pero esa vez ha sido cuando

más bonito les hemos hablado; y a veces nosotras nos

quejamos porque

ellos también pasaron por

nuestra etapa, aunque de

manera un poco distinta, pero al

final de cuentas son los mismos cambios, misma curiosidad,

mismas ganas de ser libres y se supone que

si ya lo vivieron deberían entendernos, pero también nosotras debemos entender que

buscan lo mejor para nosotras aunque a veces ni ellos ni nosotras sepamos cómo.

Lo que ellos buscan es que nos volvamos

personas de bien y que seamos más responsables y más en esta etapa en la que

nos toca llenarnos de responsabilidades que cuando éramos niñas no nos tocaban, nos

toca decidir y darle mejor forma a lo que haremos en nuestro futuro.

Tenemos que tomar

...

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