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DISIDENCIAS SEXOGENÉRICAS Y NARRATIVA LITERARIA


Enviado por   •  27 de Julio de 2011  •  2.531 Palabras (11 Páginas)  •  1.089 Visitas

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DISIDENCIAS SEXOGENÉRICAS Y NARRATIVA LITERARIA

Ma. Elena Olivera Córdova (Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana, JALLA-2008)

Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y

Humanidades. Universidad Nacional Autónoma de México

En los últimos años, al menos en México, se ha sucitado una discusión en torno a la literatura homosexual, y concretamente la que se refiere a las mujeres, cuyo conflicto se centra, a fin de cuentas, en la manera que se configuran las personajes y los mundos en que éstas se desenvuelven.

Ya Luis Mario Schnaider, había cuestionado la conformación de la considerada la primera novela mexicana homosexual el Vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, que si bien es una respuesta fictiva a hechos cotidianos acallados por la sociedad, “su único interés –dice– es una afirmación del poder del cuerpo... es un pícaro moderno que cree explotar, pero, en realidad, sin darse cuenta –a no ser ocasionalmente–, es gozado y explotado por otro poder...”.

Las escritoras que elegí para estas reflexiones, Odette Alonso y Norma Mogrovejo, conforman extremos de esta discusión; las dos participaron en unas conferencias sobre “Mujeres y fronteras en la literatura”, organizadas en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el subtema “Transgrediendo la heterosexualidad”. Ambas autoras salieron de sus respectivos países, Alonso de Cuba y Mogrovejo de Perú, en busca de libertad para escribir y para vivir su amor por las mujeres, lo que relativamente encontraron en México, y consciente o inconscientemente se han constituido como escritoras de la disidencia sexogenérica.

Para ir definiendo lo que significa esta disidencia comenzaré por apuntar que cuando las mujeres se empeñaron en incidir en el campo literario, en escribir no obstante hacerlo “como mujeres”, con el agravante muchas veces de escribir para mujeres: desde la cotidianidad, lo local, lo privado, lo específico, y osaron criticar los modelos femeninos propuestos por la literatura tradicional, se convirtieron en disidentes del canon literario. Cuando incluyeron en sus textos publicados especificidades de su feminidad (para denunciar injusticias o comunicar anhelos), el deseo, la sexualidad y el erotismo desde el punto de vista de las mujeres, agregaron a la literaria, la disidencia de género. Y cuando se posicionaron como seres sexuadas ajenas a los fines reproductivos (como necesidad) y al ser-para-los-otros, dueñas de su cuerpo (y de las decisiones que le atañen); mujeres que pueden elegir amar a otras mujeres, eludiendo la heterosexualidad obligatoria, y lo plasmaron en su literatura al configurar, además, personajas lesbianas, se convirtieron en disidentes sexogenéricas que configuraron, a su vez, sus personajas como disidentes sexogenéricas en la narrativa.

La palabra disidente se empleó en un principio (siglo XVIII) para designar al que profesaba una religión distinta a la oficial, desde mediados del siglo XIX se emplea para designar a los opositores de la ideología dominante y actualmente, a partir del uso que le diera Gayle Rubin en “Thinking Sex” (1984), también alude a los opositores de la heterosexualidad e identidad de género obligatorias.

Ante el hecho de la generalización de la palabra lesbiana para designar a las mujeres homosexuales en general, la disidencia sexogenérica es una toma de postura. Así pues, considero narrativa lésbica como un término amplio en torno a las historias sobre mujeres homosexuales, en el que la disidencia sexogenérica se ha conformado como un concepto que suma a dichos relatos la oposición a los cánones heteropatriarcales. Adaptando la definición que ofrece Inmaculada Pertusa en su libro La salida del armario: lecturas desde la otra acera, podemos decir que la narrativa de disidencia sexogenérica es

“en la que no sólo encontramos el establecimiento de fuertes lazos emocionales y/o físicos entre las personajas, sino en la que también podemos observar el esfuerzo del texto por validar las relaciones eróticas entre mujeres en una sociedad que se resiste a aceptar y a reconocerlas como parte del espectro sexual. Por otro lado, a la vez que se van desarrollando las diferentes anécdotas amorosas en cada una de las obras, se descubren también mecanismos de subversión y representación estética por medio de las cuales las sujetas acceden al mismo orden social que les niega su visibilidad y, por extensión, su participación”.

La disidencia sexogenérica es una de esas resistencias a la biología como destino, y ficcionalizada literariamente se constituye en acto simbólico que subvierte públicamente la política sexual dominante y con dicha confrontación se inscribe en el campo de lo político. Pero, ¿desde dónde considerar esa subversión, cuando hablamos de literatura?

Odette y Norma, comparten en su narrativa algunas características como el hecho de tocar el tema de la homosexualidad femenina. Aunque nacionalizadas y con bastantes años de vivir en México, ambas cuentan entre líneas su añoranza natal y en sus libros escinden la memoria en la binacionalidad. Pero en cuanto a la consideración de la literatura como disidencia tienen puntos de vista muy distintos, lo que hace también que asuman estéticas diferentes.

Norma llegó a México, autoexiliada, en busca de una mayor libertad para vivir de acuerdo con sus convicciones, allí pudo adherirse al entonces reciente movimiento lésbico, el cual surgió adscrito al pensamiento feminista de izquierda, y más tarde asumirse como activista independiente. En Perú estudió Derecho y en México Ciencias Sociales y Estudios Latinoamericanos, es decir, no es literata de profesión, sus cuentos son producto del Taller de Narrativa para Mujeres iniciado en el Centro Integral de Apoyo a Las Mujeres de la Delegación Venustiano Carranza. Para Mogrovejo “el erotismo entre mujeres ha sido un estilo literario recurrente dedicado muchas veces a exaltar la morbosidad de una sociedad de doble moral” por eso quiere establecer una diferencia con el quehacer escritural que dé

“cuenta de un sistema de opresión basado en la heterosexualidad obligatoria… esa historia de silencio, exclusión, negación y persecución –dice– exige hilvanar un pasado y narrar un presente desde la primera voz, el yo lesbiano… Así, la literatura lésbica es además, documento histórico que da cuenta de conflictividades, resistencias, historias cotidianas personales y colectivas”.

Sus cuentos contenidos en El muro de los gentiles, libro publicado por la Universidad de la

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