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EDES DE APOYO SOCIAL EN EL DUELO


Enviado por   •  24 de Abril de 2015  •  Síntesis  •  612 Palabras (3 Páginas)  •  277 Visitas

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EDES DE APOYO SOCIAL EN EL DUELO

Ciertamente, el dolor no se puede transferir, pero se puede compartir. La forma en que se elabora el duelo depende de la singularidad de la persona, de su relación con el fallecido y de las redes de apoyo con que cuente, pues existe la necesidad de compartir el dolor y recibir muestras de afecto y solidaridad.

El apoyo social, emocional y material que se recibe, facilita las tareas a realizar en el proceso de duelo que termina con la aceptación de la nueva realidad y la reconstrucción del sentido de vida que amplía la capacidad de establecer nuevos vínculos.

Las redes de apoyo social propician sentimientos de pertenencia, refuerzan la autoestima, ayudan a manejar las emociones ante la muerte, identifican en qué fase del duelo se encuentra la persona, permiten dar apoyo oportuno y estimulan la expresión de sentimientos de tristeza y temor ante el futuro.

Siguiendo este principio benéfico del apoyo social, las redes sociales en internet se han convertido en espacios idóneos para compartir los sentimientos ante la pérdida de un ser querido. Mediante la interacción con varias personas, se va tomando conciencia de la propia realidad y se recibe compañía y consuelo, lo que implica un soporte importante para quienes están en duelo. El doliente puede comunicarse o recibir mensajes de sus familiares y amigos en cualquier momento que lo requiera, sin importar tiempo o distancia; puede recibir mensajes de aliento, flores virtuales y compartir recuerdos, fotos o anécdotas. Esto suele hacer más llevadero el proceso.

RITOS Y PRÁCTICAS FRENTE A LA MUERTE

Como dijimos, las actitudes ante la muerte y la forma de expresar el duelo varían a través de la historia. El sociólogo e historiador Philippe Ariés (1983), en El hombre ante la muerte menciona diversas actitudes generales de la sociedad occidental, que a su vez, presentan diferentes modalidades de los ritos de duelo y luto. La primera y más antigua es la resignación al destino colectivo; la familiaridad con la muerte era una forma de aceptar el orden de la naturaleza y puede resumirse en esta fórmula: todos moriremos.

La segunda actitud, a partir del siglo XII, introduce la preocupación por la singularidad de cada individuo, y puede traducirse en otra fórmula: la propia muerte. El momento de la muerte pasa a considerarse una gran prueba que definirá el destino particular del alma del moribundo. El hombre en su lecho se prepara para morir rodeado de amistades y familiares. Se reconoce a sí mismo en su muerte.

A partir del siglo XVIII, el hombre de las sociedades occidentales tiende a dar un sentido nuevo a la muerte. La exalta, la dramatiza, pretende que sea sobrecogedora. Pero, al mismo tiempo, ya no le preocupa tanto su propia muerte. Surge la muerte romántica, retórica, que se podría resumir

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