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Excelencia Personal Y Autoestima


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2012  •  2.187 Palabras (9 Páginas)  •  831 Visitas

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RESUMEN

POLÍTICAS PARA AMADOR

CAPÍTULO QUINTO

TODOS PARA UNO Y UNO PARA TODOS

AUTOR: FERNANDO SAVATER

Profesor:

Antonio Gebbia

Materia:

Desarrollo Personal

Estudiante:

Yosmaris Fuentes

C.I.: V-18.885.854

T.S.U. Relaciones Industriales

Ciudad Guayana, Puerto Ordaz 02 de Noviembre de 2012.

Resumen

Las políticas permanecieron evolucionando y transformandoce en Europa. Los Romanos aportaron la importante modificación de la comunidad humana, unas reglas de juego comunes precisas y públicamente divulgadas que regulasen con detalle, los intereses de los individuos, sus conflictos, lo que podían esperar de la comunidad y lo que la comunidad podía esperar de ellos. La vocación imperial de los Romanos tuvo otro efecto importante: al conquistar a los distintos pueblos y someterlos bajo la misma ley se legalizo la igualdad política y humanista. Observa otra paradoja, los Griegos fueron muy directamente democráticos e igualitarios, pero sólo entre ellos, eran libres e iguales porque eran atenienses o espartanos; en cambio, los Romanos, imperialistas y depredadores, contribuyeron a que se extendieran los derechos políticos y se hicieran universales para así poder disfrutar de los derechos políticos dentro de su mundo conocido. La filosofía estoica y más tarde la religión cristiana se encargaron de sacar importantes conclusiones humanizadoras de lo que en principio no fue más que afán de dominio.

No trato hacerte ahora un repaso de la evolución histórica de las formas políticas, a través de feudalismos, monarquías absolutas, origen de los parlamentos, revoluciones, etc. A mi sensatez todo ese largo proceso, lleno de acontecimientos emocionantes y crueles, de hazañas de noble inteligencia y de fechorías brutales, ha consolidado cada vez más a los dos grandes protagonistas del torneo político moderno el individuo y el Estado. Hablo en singular, aunque ni que decir tiene que el individuo son siempre los individuos y que no hay Estado sino Estados. Tampoco vayas a creerte que tales protagonistas se oponen de modo frontal y excluyente, más bien son una pareja amorosa, que se abraza estrechamente (hasta el punto que uno no sabe de quién es esta pierna o aquel brazo) y que se penetran, a veces con placentero consentimiento y a veces con dolorosa violación. O sea que cada individuo lleva mucho del Estado dentro de sí (ni siquiera podría concebirse su personalidad política si no hubiese Estado ante el que reivindicarla) y el Estado, por su parte, no es una especie de entidad sobrehumana caída del cielo (o brotada del abismo) sino que está formado por individuos y no tiene otro poder que el recibido de múltiples decisiones individuales.

¿Qué significan, entonces, estos dos personajes contrapuestos, aparentemente enemigos irreductibles pero en realidad cómplices secretos? En primer lugar, son el resultado del proceso histórico modernizador de las comunidades humanas. Tenían sus fundamentos operativos muy próximos a la naturaleza: su modelo era el deblas relaciones familiares entre padres e hijos, la jefatura venía impuesta por la fuerza física, solía transmitirse genealógicamente, Además, el grupo el clan, la tribu, el pueblo, como quieras llamarle era lo único que verdaderamente importaba y los miembros no tenían peso propio sino integrados en el conjunto: una vez rota su filiación o su contacto con el todo del que formaban parte, se perdían.

La modernización concede cada vez más importancia a lo que piensa, opina y reclama cada individuo, pero debilitando inevitablemente la unanimidad comunitaria: cada cual sigue siendo uno dentro del todo. Antes, la jerarquía social venía dictada por la naturaleza o por los dioses, en cualquier caso se resistía mucho a las transformaciones radicales. La pregunta, ayer, era: ¿por qué cambiar alguna vez algo?; la de hoy es más bien: ¿por qué no cambiarlo a cada momento todo? Y por tanto se fortifica la contraposición Individuo/Estado. El individuo o sea, cada ser humano concreto, único, irrepetible, distinto a sus vecinos con su voluntad, su apoyo, sus decisiones, etc., es el fundamento último de la legitimidad del Estado; y el Estado sin duda se apoya y se justifica invocando los acuerdos entre los individuos, pero a la vez procura defenderse de la excesiva variabilidad de los caprichos de éstos y pretende mantener su forma contra las revocaciones constantes de lo establecido.

El Estado es para los individuos, no los individuos para el Estado. Me parece que los individuos tienen unos valores específicos que el Estado puede ayudarle a conservar pero no sustituir con sus ordenanzas; sobre todo, sostengo que el individuo (la persona moral y política, el sujeto creador, las mujeres y hombres cotidianos, del más bajo al más encumbrado) constituyen la auténtica realidad humana, de la cual provienen el Estado y las demás instituciones, pero no al revés. Esta actitud mía (puedes imaginarte que no la he patentado yo sólito, pero daré la cara por ella como si así fuese) recibe un nombre que para muchos es casi un insulto, individualismo. ¡Ah, qué bajo he caído: en el primer libro, cuando te hablé de ética, hice un razonado elogio del egoísmo y ahora tratando de política, voy a recomendarte el individualismo! ¡No cabe duda de que quien mal anda mal acaba! En fin, ya veremos. Para empezar a despejar equívocos, quede claro que no entiendo por «individualismo» la actitud «antisocial», ni siquiera antipolítica. Lo que digo es que el individualismo es una forma de comprender y colaborar con la sociedad, no la manía de creerse fuera de ella; y que es una forma de intervenir en la política, no el disparate de desentenderse de ella por completo. Aún más: es el desarrollo de la sociedad el que ha permitido y fortalecido la postura individualista. ¿Que en su nombre se han cometido y se cometen abusos? Pues ya queda dicho.

Todos los individuos tenemos necesidad de sentir que pertenecemos a algo, que somos incondicionales de algo, sea una corporación muy importante o algo trivial. Eso nos da seguridad, los estabiliza, nos define ante nosotros mismos, nos brinda alguna referencia firme en la que confiar, aunque tal pertenencia a menudo nos haga sufrir o nos imponga sacrificios. Es importante de vez en cuando sentirse en casa, saber que está uno rodeado de personas con las que comparte sentimientos y vivencias que ninguno pone en discusión. Los individuos tenemos dos maneras de formar parte de los grupos sociales, que suelen darse por separado pero a veces se dan juntas. Podemos pertenecer al grupo y podemos participar

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