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Enviado por   •  15 de Marzo de 2014  •  13.688 Palabras (55 Páginas)  •  211 Visitas

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EL NÚMERO UNO DEL MUNDO

Jorge Meléndez Preciado

Mientras la educación en México se encuentra en un estado terrorífico- los alumnos

no alcanzan la comprensión adecuada, y por tanto el desarrollo del país será limitado-, el

señor Carlos Slim llegó al primer lugar entre los millonarios del mundo.

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Paradojas de la vida, ya que el país se encuentra en graves problemas y un solo hombre

tienen una fortuna que es el cinco por ciento de la riqueza que se produce en un año por

más de cien millones de compatriotas.

Las recientes evaluaciones en escuelas privadas y públicas señalan claramente las

deficiencias que padecemos. De 55 mil alumnos de tercero de primaria, el 60 por ciento

no identifica hechos y personajes históricos del país, 56 por ciento están por debajo del

nivel básico y 46 por ciento ni siquiera tienen conocimientos esenciales.

La prueba se hizo en tres mil 167 escuelas. En ellas el 70 por ciento de los

educandos no reconoce a los personajes sobresalientes de la Revolución Mexicana, 69 por

ciento no tiene idea que la Constitución es la ley suprema y 65 por ciento no considera al

trabajo como la única manera digna de obtener satisfactores.

El asunto es más grave en la escritura. Sólo uno por ciento utiliza la puntuación

adecuada. Un ocho por ciento tiene una mínima idea de cómo realizar un escrito con

personajes imaginarios. Y para redactar un mensaje, hay problemas en el 95 por ciento.

Todo esto, que ya sabíamos hace tiempo, se agrava. Conocíamos del asunto, porque

en una encuesta hace años, realizada curiosamente por investigadores cubanos, los

mexicanos identificaban muy bien a los personajes de las caricaturas de Walt Disney y a los

llamados súper héroes, pero desconocían quiénes eran y qué hicieron Miguel Hidalgo,

Emiliano Zapata y Francisco Villa, ya no se diga Francisco I. Madero o Venustiano

Carranza.

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El retroceso, en buena parte, se debe a la televisión, ya que los infantes pasan más

horas frente a la pantalla chica- y ahora el internet- que ante el pizarrón y la lectura.

Pero si eso sucede en las primarias, la situación en las escuelas tecnológicas y

profesionales no le va a la zaga. Mi experiencia en la FCPS de la UNAM ha sido

decepcionante, casi de infarto.

En el octavo semestre de la carrera de Comunicación, los alumnos no saben escribir

correctamente, los anglicismos- culpa de la telera pero asimismo de la prensa escrita- están

a la orden del día y los conocimientos elementales brillan por su ausencia.

Hace meses, en la clase de “Culturas Emergentes”, recordando a Benito Juárez y sus

hazañas, pregunté quiénes eran sus compañeros que hicieron la Constitución de 1857,

participaron en el movimiento de Reforma y fueron destacados periodistas en su época. El

silencio fue aterrador. Nadie conocía a Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez y Francisco

Zarco, entre otros. Luego de una investigación- algunos recurrieron a internet donde las

explicaciones en ocasiones son pocas y malas y otros, por fortuna, rastrearon en libros y

enciclopedias-, hubo un mínimo de comprensión hacía aquellos personajes que dieron el

basamento del México actual.

Estos dos ejemplos, uno más documentado y puntual y otro parte de un trabajo

particular muestran, empero, que hay enormes deficiencias en los alumnos. Lo mismo en

los primeros años que en las universidades. Algo realmente preocupante en un siglo donde

el conocimiento es la base para ganar terreno y lograr el desarrollo como lo demuestran

naciones como China, India, Corea, Irlanda y Brasil, preponderantemente.

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Frente a ese panorama, tenemos una polarización social y económica de espanto.

Entre el diez por ciento de la población de los estratos más altos y un porcentaje similar de

los más bajos hay 40 veces de diferencia.

Algo que impide, a todas luces, que pueda haber lo que en sociología se llama capilaridad

social, es decir, el ascenso de los más amolados a situaciones mejores para salir de su

atraso.

El señor Slim en dos años ganó la bonita cifra de 20 mil millones de dólares. Es

decir, más o menos 27 millones de billetes verdes por día, un millón y feria por hora.

¿A qué se debe esa estratosférica cantidad, algo que nadie en el planeta obtiene? A

lo que llama el Wall Street Journal- hoy en manos del derechista Rupert Murdoch-, el juego

del señor monopolio. Y es que en México las tarifas de Telmex- que controla la mayoría de

los teléfonos domiciliarios y 45 millones de usuarios en celulares-, son de las más caras del

orbe. Algo realmente inusitado.

Si uno va a Argentina, por poner un caso, las tarifas de América Móvil, la

transnacional de Carlos Slim, no son tan altas como aquí. Al contrario, resultan sumamente

económicas porque hay competencia con otros jugadores. Por lo tanto, es inconcebible que

en su país de origen, Carlos siga abusando de sus paisanos y nos sangre hasta dejarnos

exhaustos.

Según Slim, no le interesa ser en el número uno y poseer 60 mil millones de dólares

ni manejar a través de sus múltiples empresas- que están por todos lados, lo mismo en

alimentos que en petróleo por medio de plataformas- el tres por ciento de la bolsa de

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valores, sino tratar de combatir la miseria, ya que logrando un mayor empleo y desarrollo,

habrá más que repartir, según afirma. Frase bonita pero no acorde con la realidad, ya que

los precios en Sanborns, algo que se puede constatar todos los días, son indebidos tanto en

medicinas como en libros.

En este rubro, no se olvide, hay incluso censura a los autores considerados como inmorales

o eróticos, entre otros muchos prejuicios.

Es cierto, Carlos beca a ciertos alumnos ejemplares, libera a decenas de indígenas

que caen a prisión por no saber español y hasta hace cruzadas para la salud. Todo ello y

más por medio de su Fundación Telmex. Tan quiere congraciarse con muchos que armó

junto con Bill Clinton una organización de ayuda a los miserables tercermundistas. Esos

gestos filantrópicos son el pelo de un gato.

Mientras nos chupa parte de nuestro dinero a través de compañías que son

explotadoras implacables, por otro lado nos da la mano para hacernos sentir que es

generoso y buen hombre.

Hace poco en La Jornada (17 de julio), el profesor universitario y analista, José

Blanco, en un artículo que

...

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