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Politiquería Y Corrupción Acaba Con La Geografía Política De Colombia


Enviado por   •  31 de Agosto de 2013  •  734 Palabras (3 Páginas)  •  508 Visitas

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La geografía política se ha convertido en un tema más a tratar en la clase de ciencias sociales, el estado es responsable de esto debido a que no ha actuado de forma constructiva.

Inicialmente, a la geografía política se le ha restado la importancia que realmente requiere esto se ve reflejado en las aulas de clase cuando solo al estudiante se le manda a consultar y/o exponer acerca del tema y no son capaces de ir más allá de la situación, los estudiantes no se les da la oportunidad de debatir, expresar sus posibles soluciones, promover la crítica para que así los estudiantes se den cuenta de todo esto ya que ellos son el futuro de este país.

Por otro lado se puede decir que el estado cree que comprender las relaciones de la sociedad es algo insignificante, pensar en “problemas” económicos y hacer politiquería, es más importante para la sociedad. Uno de los casos, muy particular es cuando un presidente tiene la bandera de luchar contra la corrupción lo mínimo que tiene que hacer es rodearse bien. Eso no ha pasado con este gobierno. La lista de altos funcionarios que han tenido que renunciar en medio de escándalos es larga y hay para todos los gustos. Desde las que sugieren entuertos con paramilitares, como lo sucedido en el DAS y la Supervigilancia, pasando por las que involucran multimillonarios recursos, como Cajanal y Emcali, hasta las que, otorgando un amplio beneficio de la duda, son vistas como indelicadezas o faltas éticas, como lo sucedido recientemente en el Invías. Lo sorprendente es que pese a que estos escándalos corren pierna arriba en el Ejecutivo, Uribe salió a capotearlos con desdén, como si pareciera que desestimara la gravedad de lo que pasa. En lo corrido del año van más de 10 funcionarios de alto nivel -algunos muy cercanos a Palacio- que han salido de sus cargos enredados por las denuncias. Los opositores vienen capitalizando esta situación. Por ejemplo, el Partido Liberal, en un debate a la Canciller, aprovechó para hacer una declaración política en la que deplora lo que considera actos de politiquería y corrupción en las dependencias oficiales. "El presidente Uribe habla mucho y dice poco -concluye la misiva-. No ha entendido que los problemas de la Colombia de hoy debe resolverlos su gobierno y no los anteriores". La reacción del gobierno, que defiende su silencio con el argumento de la prudencia a la espera de los fallos de la justicia sobre estos casos, contrasta con la forma implacable como ha puesto en la palestra pública por ejemplo al secretario de Hacienda de Buenaventura, señalado de colaborar con narcos, o a generales que han perdido su cabeza por situaciones en las que no participaron directamente. También ha dado a entender que varias de estas situaciones son infladas por sus detractores. Eso puede suceder en parte, pero no sobraría tener presente el adagio que dice que cuando el río suena, piedras lleva.

Sin embargo No se puede, por ningún motivo, dar la espalda a la memoria y permitir que el olvido producido por el terror, la enajenación y el aparente acomodamiento o alivio social, conduzcan a una indiferencia que no haga más que contribuir a la aberración de los que delinquen sin que sean sometidos a la justicia. Colombia ya hace casi totalmente invadida por la fundamentalista estrategia paramilitar, hija legitima del terrorismo de Estado, que hace decenas de años viene cerrando el círculo con la pretensión de convertirla en una nación totalmente fascistizada.

En consecuencia el campesinado, desterrado de su tierra, está siendo exterminado. Los genocidios, las torturas, las detenciones selectivas y masivas, el robo descarado de propiedades a trabajadores del campo, que hoy piensan legalizar desde Santa Fe de Ralito, constituyen un plan piloto a desarrollar en toda nuestra geografía. El paramilitarismo, totalmente abalado, o mejor dicho, orientado por Bush, acatado por Álvaro Uribe Vélez, agitado, soterrado y promovido por más del 35% del Congreso de la República, apoyado y financiado por empresarios, terratenientes y empresas transnacionales, camuflado y reforzado por las Fuerzas Armadas colombianas, ha enfilado su tétrico accionar en una nueva fase de depredación en las ciudades, incluyendo la capital.

En conclusión no se puede esperar una Colombia con una geografía política bien estructura si los gobernantes de esta solo la usan para beneficio propio y los que son futuras generaciones no se les practica de una manera consiente lo que es.

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