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Violencia en el transporte Publico


Enviado por   •  20 de Julio de 2017  •  Documentos de Investigación  •  3.259 Palabras (14 Páginas)  •  273 Visitas

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“Violencia en el transporte público”

Ficha del proyecto:

Espacio de investigación:

La metro vía de la ciudad de Guayaquil. (Paradas y terminal rio Daule)

Presentación:

 La METROVIA es el transporte público que forma parte del período de cambios de la regeneración urbana de la ciudad de Guayaquil, hace 11 años está encargada del transporte masivo y movilidad de la ciudad, un proyecto que desde su origen fue pensado para regular y controlar el transporte público en la ciudad, con altos estándares de calidad, tratando de darle al usuario un servicio ágil y más seguro, en relación a los colectivos de líneas que eran el único transporte público masivo de la ciudad.

La metro vía es usada por miles de ciudadanos todos los días, con horarios desde las 5h00 hasta las 23h00 de lunes a sábados y los Domingos de 5h00 a 22h00. En estos espacios  hombres, mujeres y niños comparten una parte de su tiempo.

Se inauguró el 30 de julio de 2006 bajo la administración del alcalde Jaime Nebot Saadi. Actualmente cuenta con 3 troncales en actividad, además de 16 rutas alimentadoras. También tiene 4 terminales de integración, 1 parada de integración, y 89 estaciones menores. Su nombre original es sistema integrado de trasporte masivo urbano de Guayaquil y es administrado por la fundación privada con el mismo nombre, que a su vez está regulada por el municipio de Guayaquil.

 Es esta relación de masividad y encuentro con el otro, es la razón por la que  me urge hablar de los modos de  enfrentarnos, de reaccionar y relacionarnos con prácticas violentas dentro de la metro vía y como las invisibilizamos como espectadores. Un espacio que nos demanda estar cerca del otro en temas de corporalidad pero que no precisa estar en compañía del otro.

Escudriñar qué está pasando en los tránsitos de una parada a otra donde somos: ultrajados, empujados, manoseados por el simple hecho de que la gente quiere entrar a la unidad sin importarle de qué manera va violentando al otro. ¿Qué  nos sucede cuando vemos, percibimos o somos parte de relaciones violentas? En esta ocasión trabajaré en específico con el terminal río  Daule que es la terminal que más frecuento.

Son preguntas que me urge preguntármelas y preguntarlas, tal vez para salir del campo de la subjetividad y la anécdota y poner mí pregunta en un campo más  objetivo. Recopilando experiencia, friccionándolas con el espacio, con lo vivido, lo percibido y lo documentado. Para poder preguntarnos ¿Cuál es nuestra relación con la violencia? ¿La violencia nos silencia? ¿Cuánta empatía tenemos con el otro y cómo  nos afecta? Son algunas de las preguntas que se me vienen a la cabeza luego de vivir una experiencia sumamente violenta en el terminal de la metro vía, que me deja inquieta y me hace tener la necesidad de hablar, buscar y cuestionarme sobre este espacio, un espacio de tránsito que constantemente hábito, pero no solo yo, sino una gran parte de los que conformamos esta ciudad.

Metodología:

Psicosocial

  • Desarrollar  los temas de la violencia y la agresión en las diferentes esferas de lo social, qué ocurre con el individuo cuando se enfrenta a acontecimientos de violencia y cómo responde a estos.
  • Cuestionar  las violencias simbólicas, que se han normalizado en el cotidiano.
  • Conceptualizar los términos de violencia y agresión, entablar diálogos con la violencia cotidiana y cómo afecta en la percepción del individuo.

Crítico social:

  • Por medio de entrevistas de carácter cualitativo se va a objetivar las experiencias de los usuarios de la metro vía.
  • Se desarrollará muestreo y estudio de campo según las edades, género, sector y  horario.
  • Con la información recaudada se hará un diálogo de interpretación hermenéutico. Relacionando las experiencia documentadas con los textos relacionados con violencia y agresión.

Contenido:

La violencia social

¿Cómo percibimos la violencia?

El proceso de la violencia es de carácter evolutivo porque nos alude a realidades diferentes según la persona que está interpretando el fenómeno. Lo que quiero decir es que la percepción de la violencia es la construcción y relación de la persona que observa, con su memoria de agresividad y factores violentos. Se nutre de sentido según los criterios morales y valores sociales que tiene la persona que percibe el acto violento.

“Los significados de lo que es la violencia emergen en momentos concretos, puntuales, en función de lo que los individuos sufren o de la captación social de su sufrimiento”[1] (Fernandez s.f.)

Es importante resaltar esta característica de la percepción de la violencia porque no se da en el vacío, sino que está cargada de un contexto de desigualdades sociales. En un espacio de intervenciones constantes entre el agresor y la víctima, un espacio que muy bien puede ser cotidiano, es decir la continuidad de espacio y tiempo de un individuo.

Esta relación con la cotidianidad hace ponerle mucha atención a los conceptos y miradas alrededor de la violencia porque nos habla de la enorme permisividad que se tiene con ciertas prácticas violentas, que para el individuo muchas veces puede tener una forma sutil de manifestarse. Muchas veces se dan a grupos sociales con menor relevancia en los escalafones de las clases sociales, o grupos vulnerables, normalizando y aceptando las consecuencias del daño que se comete, lo que (Bourdieu 2000)[2] llamó “violencia simbólica”.

La aceptación, naturalización, cotidianización en incluso celebración de la violencia. Percibiendo a la violencia como algo natural en las formas de relacionarnos tanto en nuestros espacios privados como públicos.

Conclusión:

Percibimos un acto como violento, según nuestra historicidad y relación con la violencia, sentirse violentado, no solo se lo percibe desde el carácter físico, existen pequeñas acciones que están ligadas a una dominación y posesión sutil de una persona a otra.

Pero qué ocurre cuando vemos por ejemplo, que un niño es golpeado y humillado, sea por su padre o madre en el transporte público. No es que no percibamos ese momento de terrible violencia, es que muchas veces es más cómodo quedarnos callados y tomar la actitud conveniente y pasiva de “no es asunto mío”. ¿Por qué? de cierta forma esa violencia que observamos nos paraliza, nos bloquea nuestra relación de empatía con y para el otro, que en ese momento la victima se encuentra en un estatus completamente inferior al de su agresor. Pero esa complicidad del silencio, esa aceptación o naturalización de la violencia es un acto violento en sí mismo.

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