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Charlotte Towle


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  731 Palabras (3 Páginas)  •  341 Visitas

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El tema central de este Encuentro nos incita a reflexionar una vez más sobre la relación entre las prácticas sociales y el pensamiento crítico. Y ello nos parece central ya que últimamente, en las ciencias sociales y en el colectivo profesional en particular, el uso de estos conceptos se ha expandido, vulgarizado y reducido a tal punto que cualquier crítica (en general concebida como descalificación hacia ciertos autores, colegas o como acusación de pertenecer a determinado grupo político) es enarbolada como “pensamiento crítico”, y cualquier práctica que predique (aunque no practique) la participación y la ética es considerada como “transformadora o emancipadora”. Por otra parte, con cierta liviandad y simplista afán clasificador los autores y profesionales son agrupados en “revolucionarios/histórico-críticos o conservadores” con ausencia de categorías teóricas que puedan captar las tensiones, las contradicciones, los matices en sus perspectivas.

Este “dualismo totalizador” en términos de Teresa Matus (2004) y “el no tener una mirada matizada y compleja del pasado, ha posibilitado, entre otras cosas, la permanencia y la aceptación de visiones en cierta forma estigmatizadoras que contribuyen al olvido y desconocimiento …”(Op. Cit).

Por lo tanto nos detendremos brevemente en la conceptualización y sentido de la noción de “pensamiento crítico” retomando el planteo y preocupaciones que desde hace siglos ocupan tanto a filósofos de la ciencia como a cientistas sociales.

Desde su aparición hace más de 2000 años en la Grecia de Aristóteles hasta la actualidad, las nociones de crítico/crítica han ido modificándose. En sus orígenes se trataba de “la disciplina y formación por la cual se llega al discernimiento (krísis) de los buenos autores y los buenos libros”. De manera que un “crítico” era “un distinguidor, un discriminador, un discernidor” Como puede deducirse, “ser crítico” implica entonces ciertas habilidades, entrenamiento, un considerable esfuerzo intelectual y por sobre todas las cosas “un conocimiento amplio y profundo de la historia de los autores, los libros, las copias, las ediciones …” (Leal Carretero, F. 2003).

Se trata de una “capacidad” que requiere de disciplina, formación y por sobre todo humildad y reconocimiento de la propia ignorancia. En tal sentido, a esta primera concepción del término, el autor citado la llamará “crítica como erudición”.

Un segundo sentido puede observarse a través de “los dos grandes usurpadores del término “crítica”: Immanuel Kant y Kart Marx” (medidada por Hegel). (Op. Cit.)

En el primer caso, Kant no sólo pone en tela de juicio el concepto sino que a través de la elaboración de sus tres «Críticas» y obras fundamentales-, cuestiona la noción misma de razón, “con la finalidad de determinar cuáles son

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