De cero a cien. Lucia Sorrentino

De cero a cien

Una chica en una familia pobre quien cada día lavaba los platos, limpiaba y ayudaba a sus otras cuatro hermanas en los trabajos de la casa. Cuando regresaba de la escuela lo único que podía comer era pasta porque la carne y el pescado eran demasiado caros. Aunque no tenía mucho dinero, su reputación, y la de las otras hermanas, era muy importante. Todos los chicos querían meterse con una de ellas, hijas de un hogar respetable y dignas. Esta chica, es mi mamá, Lucia Patrizia Rosetta Sorrentino. Lo primero que ella querría que todos sepan es que se identifica más como Lucia Sorrentino. La razón trata del hecho de que descubrió sus otros dos nombres justo cuando llegó el certificado de nacimiento de Suiza, porque quería hacer la naturalización. Pero esto no es donde ustedes tienen que empezar a conocerla.

Primero de todo, Lucia nació en Nápoles, en Italia, el veintitrés de junio de 1969. Es la segunda hija, y, si debería ser descrita, sería como el vino, sigue mejorando con el tiempo. Todas sus cualidades las aprendió desde el duro trabajo y la responsabilidad que tenía en la espalda. De hecho, es una persona honesta, corajosa, trabajadora, que lucha por lo que es justo, inteligente y muy empática.

Estudió en el liceo científico de Nápoles, “Elio Vittorini”, e hizo el primer año de universidad, la “Commercio Internazionale e Mercati Valutari”. En el transcurso de los años de liceo encontró Giovanni Sabatini. Un joven fascinante, inteligente y hablador. De inmediato él se enamoró, y, después de un poco de cortejo y caballerosidad los dos se volvieron como cisnes que crecieron y maduraron juntos.

Lucia, durante sus estudios, planeaba tener carrera diplomática, ser médico o profesora. Pero, dado que su familia no tenía bastante dinero para pagar dos universidades al mismo tiempo, las de ella y Anna, tuvo que renunciar a la continuación de los estudios y aceptó la oportunidad de tener un trabajo fijo como primera mujer en la policía nacional italiana. Ganó bastante plata para pagar la universidad de medicina de su hermana, Flavia, y ayudar a la familia.

Era un momento realmente importante de su vida porque, durante su trabajo en la policía, hizo dos viajes a Suiza, donde aprovechó la oportunidad para visitar el país del cual se enamoró. Absolutamente tenía que mudarse con su nueva familia con Giovanni, y sus tres hijos, y probar las papas, el queso, las salchichas y el chocolate suizo super famosos, con también la ocasión de una vida más tranquila y segura.

Aunque se mudó, la vida no se volvió más simple. Todavía se quedaba el padre principal que cuidaba a los hijos prácticamente sola, mientras que trabajaba. Desde la mañana hasta la tarde tenía que trabajar mucho y cuidar a los hijos.

Cuando ellos finalmente crecieron y Lucia no tenía más escuela, catecismo, deportes y otros deberes relacionados a la niñez, empezó a dedicarse más tiempo para sí misma. Se juntó con los organizadores de las lecturas en la iglesia, conoció a más personas, empezó a ir al gimnasio y practicar otros idiomas como francés e inglés.

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