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Vida de un camionero


Enviado por   •  14 de Febrero de 2024  •  Biografías  •  661 Palabras (3 Páginas)  •  66 Visitas

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VIDA DE UN CAMIONERO:        Varios meses después cuando Juancho se recuperó y podía caminar Anselmo los embarcó en una chiva y les regaló un morralito lleno de frutas para el viaje.  Juancho estaba triste de dejar a Anselmo, le hizo jurar que conservaría a Margarita y se dedicaría a aprender a curar sus mordeduras; pero a la vez estaba feliz de irse con su mamá a buscar el costeño. Desde ese día Anselmo es el curandero más famoso en la región del Quindío. 

En la ciudad de Cartago, Virginia y Juancho cambiaron de transporte a un camión que cargaba mercancías de pueblo en pueblo. El dueño del camión, un hombre apodado Barriga, les permitió viajar entre la carga; el camión era tan viejo que a veces hacia sonidos extraños y de vez en cuando se detenía.  El viaje tomó más tiempo de lo que habían pensado. 

Durante las múltiples varadas, el Mosco era quien arreglaba el motor recalentado. Un día los cogió la noche en un camino estrecho y solitario, cuando de repente dos asaltantes se colocaron frente al camión para hacerlo detener. Los ladrones los bajaron a empujones y los amarraron uno contra el otro a la orilla del camino, pero no se dieron cuenta de que Juancho estaba metido dentro de la hamaca. Juancho sin hacer ruido se bajó por un hueco de la carpa y se escondió subiéndose a un árbol. Los asaltantes luego de discutir entre ellos decidieron llevarse el camión, intentaron encenderlo, pero no les prendió.  Juancho aprovechando que uno de los ladrones se había ido comenzó hacer ruidos extraños y sacudió violentamente el árbol, y así logró asustar el ladrón que se había quedado con ellos, el cual era medio tonto; corrió loma abajo, abandonando todo: carga, armas y prisioneros. 

Juancho no perdió tiempo, se tiró del árbol y los desamarró, como pudieron, prendieron el camión a empujones y emprendieron la huida hasta el pueblo más cercano.  Desde ese día ese recodo del camino se conoce como la curva del muerto. Gracias al valor de Juancho, Barriga salvó la mercancía que llevaba y por esto decidió premiar al chico regalándole el costo del resto del viaje y la comida del camino. 

En el trayecto, por la margen izquierda del río Cauca, se toparon con un trancón, por lo que Barriga apagó el motor y se bajó resignado: era un derrumbe.  Juancho se entretuvo jugando con las hormigas a orillas del río cuando oyó el ruido ronco de un nuevo derrumbe. Tierra, barro, rocas y árboles se veían venir loma abajo en medio de una estampida de gente, que corría aterrorizada tratando de escapar del derrumbe. Virginia levantó a Juancho de un tirón y, con él en los hombros, corrió en medio de la multitud hacia la parte más alta de la carretera gritando desesperada ¡Barriiigaaa! por Dios, no me deje.  Sintiendo que el barro le pisaba los talones y que sus fuerzas no le alcanzaban para salvarse Juancho se le soltó como pudo y echó a correr loma arriba. Ya sin el peso del niño, Virginia recuperó el aliento y logró escapar de la avalancha. Cuando el derrumbe se detuvo, quedó una masa oscura de fango tapando casas y carros. La gente no podía creerlo, muchos perdieron todo, pero afortunadamente salvaron la vida. El camión de Barriga se salvó, aunque quedó semitapado por el barro. Tuvieron que esperar hasta el otro día, cuando llegó ayuda del gobierno. Los ingenieros revisaron la montaña y después de medio día comenzaron a trabajar en la retirada de la avalancha. Juancho, Barriga y el Mosco se ofrecieron para echar pala y mover rocas, mientras Virginia se encargaba de limpiar el camión. Fueron dos días difíciles hasta que se logró abrir el camino. Entonces Barriga los montó a todos, a la carrera y les dijo: -Vámonos, antes de que se vuelva a venir esta loma.

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