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Crónicas Marcianas


Enviado por   •  28 de Abril de 2014  •  4.243 Palabras (17 Páginas)  •  172 Visitas

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CRÓNICAS MARCIANAS

RAY BRADBURY

CRONOLOGÍA

El verano del cohete................................................................................................2

YLLA........................................................................................................................2

Noche de verano ...................................................................................................12

Los hombres de la tierra........................................................................................14

El contribuyente.....................................................................................................31

La tercera expedición ............................................................................................32

Aunque siga brillando la luna.................................................................................50

Los Colonos...........................................................................................................77

La mañana verde...................................................................................................77

Las langostas ........................................................................................................82

Encuentro Nocturno...............................................................................................82

Intermedio..............................................................................................................92

Los músicos...........................................................................................................92

Un camino a través del aire...................................................................................94

La elección de los nombres .................................................................................109

Usher II ................................................................................................................110

Los viejos.............................................................................................................128

El marciano..........................................................................................................129

La tienda de equipajes.........................................................................................145

Fuera de temporada ............................................................................................146

Los observadores ................................................................................................159

Los pueblos silenciosos.......................................................................................161

Los largos años ...................................................................................................173

Vendrán lluvias suaves........................................................................................185

El picnic de un millón de años .............................................................................191

2

ENERO DE 1999

El verano del cohete

Un minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban

cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, el hielo adornaba los bordes de los

techos, los niños esquiaban en las laderas; las mujeres, envueltas en abrigos de

piel, caminaban torpemente por las calles heladas como grandes osos negros.

Y de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire tórrido,

como si alguien hubiera abierto de par en par la puerta de un horno. El calor latió

entre las casas, los arbustos, los niños. El hielo se desprendió de los techos, se

quebró, y empezó a fundirse. Las puertas se abrieron; las ventanas se levantaron;

los niños se quitaron las ropas de lana; las mujeres se despojaron de sus disfraces

de osos; la nieve se derritió, descubriendo los viejos y verdes prados del último

verano.

El verano del cohete. Las palabras corrieron de boca en boca por las casas

abiertas y ventiladas. El verano del cohete. El caluroso aire desértico alteró los

dibujos de la escarcha en los vidrios, borrando la obra de arte. Esquíes y trineos

fueron de pronto inútiles. La nieve, que venía de los cielos helados, llegaba al

suelo como una lluvia cálida. El verano del cohete. La gente se asomaba a los

porches húmedos y observaba el cielo, cada vez más rojo. El cohete, instalado en

su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y calor. El cohete, de pie en la fría

mañana de invierno, engendraba el estío con el aliento de sus poderosos escapes.

El cohete creaba el buen tiempo, y durante unos instantes fue verano en la tierra...

FEBRERO DE 1999

YLLA

Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de

cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta

dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con

puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en

el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se

erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblito marciano

nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía un libro de

metal con jeroglíficos en relieve, sobre los que pasaba suavemente la mano como

quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz

antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con

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vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y

arañas eléctricas.

El señor K y su mujer vivían desde hacía ya veinte años a orillas del mar

muerto, en la misma casa en que habían vivido sus antepasados, y que giraba y

seguía el curso del sol, como una flor, desde hacía diez siglos.

El señor K y su mujer no eran viejos. Tenían la tez clara, un poco parda, de casi

todos los marcianos; los ojos amarillos y rasgados, las voces suaves y musicales.

En otro tiempo habían pintado cuadros con fuego químico, habían nadado en

los canales, cuando corría por ellos el licor verde de las viñas y habían hablado

hasta el amanecer, bajo los azules retratos fosforescentes, en la sala de las

conversaciones.

Ahora no eran felices.

Aquella mañana, la señora K, de pie entre las columnas, escuchaba el hervor

de

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