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ING. EN AGRONOMIA


Enviado por   •  9 de Mayo de 2012  •  3.592 Palabras (15 Páginas)  •  783 Visitas

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La civilización humana

La actual sociedad mexicana es fundamentalmente urbana. De acuerdo con el INEGI (2005), poco más de 76% de la población se encuentra en ciudades de diferente tamaño. Tal vez debido a esto, no sólo en México, sino en el mundo, se ha olvidado que somos seres heterótrofos, es decir, para llevar a cabo nuestras funciones vitales necesitamos consumir la energía que otros seres vivos producen.

Esta energía proviene fundamentalmente de las plantas, que son seres autótrofos que transforman la luz solar en energía, a través de la fotosíntesis.

De acuerdo con Palerm (1972), Childe (1980) y Ribeiro (1982), el pilar de la evolución humana fue el descubrimiento de la agricultura, el primer proceso civilizatorio de nuestro género. Gracias a él tuvo su origen la ciudad y el florecimiento de lo que llamamos civilización.

Lo anterior provocó una transformación económica profunda, la sociedad se volvió más compleja, muchas veces a través de la imposición de tributos, la producción de excedentes agropecuarios y forestales se destinó al mantenimiento de artesanos, sacerdotes, comerciantes, funcionarios y guerreros, entre otros (Wolf, 1982).

Agricultura tradicional

En México, de acuerdo con diferentes datos arqueológicos, la agricultura se inició hace unos 9 mil años, abarcando, sobre todo, la región cultural conocida como Mesoamérica. Debido a la extensión de este territorio, las condiciones ambientales que los pobladores originales enfrentaron fueron muy variadas, lo mismo que las plantas que lograron domesticar. De acuerdo con Hernández X. (1985), aunque iniciaron con una sola gramínea y algunas leguminosas, se llegaron a domesticar hasta 90 especies diferentes, empleadas para la alimentación, incluyendo semillas y frutos, tanto de árboles como de hierbas; hortalizas; raíces; condimentos; así como textiles; estimulantes y narcóticos; papel; tintóreos; resinas; cercos vivos; plantas de ornato y hasta para hospedar insectos útiles. La agricultura mexicana se conformó con características peculiares que comparte con otras del mundo, desarrolladas por civilizaciones localizadas en las áreas que Vavilov (1951) llamó “centros de origen de las plantas cultivadas”.

En estos lugares se pueden encontrar juntas las plantas cultivadas y sus parientes silvestres, tal es el caso del arroz en Asia, del trigo en la antigua Mesopotamia, de la papa en Perú o del maíz en México. Muchas de las características de la manera de cultivar en los centros de origen subsisten hasta la fecha y constituyen lo que Hernández X. (1980) definió como agricultura tradicional. Ésta se distingue por una prolongada experiencia empírica; la comprensión detallada y fina del ambiente; la transmisión del conocimiento y habilidades a través de educación no formal; un acervo cultural heredado ancestralmente; la presencia de un conjunto diverso de plantas en espacios definidos como agroecosistemas, es decir, ecosistemas modificados por el ser humano para obtener diferentes satisfactores.

Uno de sus objetivos primordiales es lograr estabilidad en la producción y la satisfacción de las necesidades alimenticias de la familia o la comunidad, no la acumulación de capital; aunque puede adaptarse a modos de producción intensivos, así como adoptar y adaptar innovaciones “modernas” de acuerdo con sus necesidades (Hernández X., 1980). La agricultura tradicional, además de impulsar la civilización, fue la base para el desarrollo inicial de muchas ciencias, entre ellas la aritmética, la ecología, la agronomía y la genética vegetal; ninguno de los avances en el mejoramiento genético actual se habría logrado sin el trabajo paciente, esmerado y amoroso de estos grupos humanos.

El ejemplo más notorio e importante en Mesoamérica es el maíz, la planta que dio origen a este cereal es el teocintle (Zea mexicana y otras cinco especies, entre ellas Z. diploperennis). La transformación que lograron los campesinos no se ha conseguido en ningún laboratorio y constituye un aporte colectivo a la humanidad, que hasta la fecha ha sido poco valorado y no cuenta con reconocimiento en las leyes de patentes. Una característica importante de la agricultura tradicional es el establecimiento de más de una especie útil en la parcela; el mejor ejemplo en México es la milpa, en ella se cultiva maíz, al menos tres tipos diferentes, asociado con otros tantos de frijoles, calabaza, quelites, chiles, jitomate, jícama y yuca (Anónimo, 1984; Chávez-Servia, 2004; Blanco y García, 2006; Martínez F., 2008).

En este sistema las actividades productivas son realizadas por la familia; en las áreas tropicales predomina sobre todo el uso de la roza-tumba-quema. La costumbre, hasta ahora preservada por muchas comunidades campesinas e indígenas, es manejar una alta heterogeneidad de especies, genes y comunidades, ello complementa los niveles de conservación de la diversidad biológica que dan estabilidad a una región, es decir, genética, poblaciones y comunidades. En conjunto, esto constituye la infraestructura ecológica, llamada elegantemente matriz agrícola(Vandermeer y Perfecto, 2007).

Este mosaico permite prevenir riesgos climáticos como inundaciones o deslaves, lograr el equilibrio ecológico en el espacio de cultivo y también seguridad alimentaria en condiciones sustentables mediante el autoconsumo, el trueque o la venta de productos a mercados locales o regionales. La agricultura tradicional tiene la capacidad para generar recursos económicos suficientes. Claverías y Quispe (2002), encontraron una alta correlación (r=0.75) entre mayor diversidad de cultivos e ingresos económicos totales, de lo cual existen ejemplos en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz.

Debe mencionarse, sin embargo, que la agricultura tradicional presenta limitantes, una de las más importantes es que no existe un registro escrito, sistemático y cuantitativo de los resultados obtenidos, lo que provoca que se pierda el conocimiento. Como los fenómenos no se explican con base en leyes o teorías el avance tecnológico es lento e inseguro; en conjunto esto provoca que los aumentos en producción y productividad sean lentos o a veces francamente nulos.

Paradigmas en la producción

A pesar de las características ventajosas de la agricultura tradicional, en México el paradigma que ha dominado la orientación de la producción de alimentos, la educación agrícola en general y buena parte del manejo de los recursos naturales ha sido “la revolución verde”. Este fenómeno inició en México en la década de 1950, cuando a través de la Fundación Rockefeller se organizó la Oficina de Estudios Especiales, precursora del actual Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (INIFAP), el argumento principal de la revolución verde es que la producción

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