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Las Mariposas


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  467 Palabras (2 Páginas)  •  1.507 Visitas

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Las mariposas de Michoacán

Las mariposas de Michoacán

estaban esperando emocionadas a su dulce amigo el viento, a quien ellas llamaban "Bigotes Dorados", para que las acompañara en su largo vuelo a los bosques de Michoacán.

Siempre el buen viento

con una sonrisa redonda como dos soles.

Las mariposas de Michoacán ensortijaban

sus bigotes y peinaban sus cabellos, del

color del trigo, en un murmullo de

felicidad.

- ¡Es él! ¡Es él! - Gritaron todas en coro apenas

sintieron la brisa fresca y suave en sus alas de

luz.

Danzaron toda la noche, llenas de felicidad,

Ya que al otro día, muy temprano, en la madrugada,

emprenderían un largo vuelo huyendo del frio

para refugiarse en los cálidos bosques de Michoacán,

con la ayuda de su fiel amigo el viento.

- Mientras ustedes bailan -dijo el viento

cerrando sus ojitos inquietos-, iré a

encontrarme con el sueño… me siento muy cansado y sin energías

Luego bostezó e hizo que tanto las hojas de los árboles como

las mariposas que se encontraban cerca se sacudieran fuertemente.

- Cántenle a nuestro amigo una canción -dijo una mariposa pequeña-.

- Lo haremos soñar con árboles donde anidan los pájaros -gritó una-.

- Con fuentes donde beban animales -susurró otra-.

- Con lagos donde vivan graciosas aves -dijo otra más-.

Y cada una de las mariposas de Michoacán ofreció a su amigo, el viento Bigotes Dorados, sueños llenos de miel y de vida.

Al día siguiente, las mariposas abrieron sus alas a los rayos del sol y dijeron adiós al otoño. El viento amigo, fresco y ligero, las empujó hacia los bellos bosques de Michoacán donde ya hacía calor y habían muchas flores para alimentarse.

Cuatro días y cuatro noches duró su aventura de vuelo, llena de paisajes verdes y felices amaneceres…. Y finalmente encontraron los dulces bosques.

Un día, el viento Bigotes Dorados no

Apareció más, así que todas las mariposas que

lo habían estado esperando se tomaron de la mano y se refugiaron en un gran árbol que las abrigó y cuidó hasta que vino el invierno y con el volvió el frío.

Estaban a punto de congelarse, cuando sintieron un remolino que las alzaba y las depositaba en las copas de los árboles.

Hicieron carambolas y carambolitas en el aire.

Todas reconocieron a su gran amigo Bigotes Dorados,

y con una gran carcajada de bienvenida lo acogieron con una hermosa danza.

El corazón de las mariposas vibró otra vez de la emoción y de tener un amigo tan especial en la naturaleza.

Adaptado de: Adriana Lozano

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