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Objeciones a la teoría de la selección natural


Enviado por   •  5 de Mayo de 2013  •  Tutoriales  •  15.719 Palabras (63 Páginas)  •  296 Visitas

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Capítulo 7

Objeciones a la teoría de la selección natural

Consagrará este capítulo a la consideración de diversas objeciones que

se han presentado contra mis opiniones, pues algunas de las discusiones

precedentes pueden de este modo quedar más claras; pero sería inútil

discutir todas las objeciones, pues muchas han sido hechas por autores

que no se han tomado la molestia de comprender el asunto. Así, un distinguido

naturalista alemán ha afirmado que la parte más débil de mi teoría

es que considero todos los seres orgánicos como imperfectos: lo que

realmente he dicho yo es que todos no son tan perfectos como podían haberlo

sido en relación a sus condiciones de vida, y prueban que esto es

así las muchas formas indígenas de diferentes partes del mundo que han

cedido su lugar a invasores extranjeros. Además, los seres orgánicos, aun

en caso de que estuviesen en algún tiempo perfectamente adaptados a

sus condiciones de vida, tampoco pudieron haber continuado estándolo

cuando cambiaron éstas, a menos que ellos mismos cambiasen igualmente,

y nadie discutirá que las condiciones de vida de cada país, lo mismo

que el número y clases de sus habitantes, han experimentado muchos

cambios.

Un crítico ha sostenido recientemente, con cierto alarde de exactitud

matemática, que la longevidad es una gran ventaja para todas las especies;

de modo que el que crea en la selección natural «tiene que arreglar su

árbol genealógico» de manera que todos los descendientes tengan vida

más larga que sus antepasados. ¿No puede concebir nuestro critico que

una planta bienal o un animal inferior pudo extenderse a un clima frío,y

perecer allí cada invierno, y, sin embargo, debido a las ventajas conseguidas

por selección natural, pudo sobrevivir de año en año por medio de

sus semillas o huevos? Míster E. Ray Lankester, recientemente, ha discutido

este asunto, y llega a la conclusión -hasta donde la extrema complejidad

le permite juzgar- que la longevidad está comúnmente relacionada

con el tipo de cada especie en la escala de organización, así como también

con el desgaste de la reproducción y en la actividad general. Y estas

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condiciones probablemente han sido determinadas en gran medida por

la selección natural.

Se ha argüido que ninguno de los animales y plantas de Egipto, de los

que tenemos algún conocimiento, ha cambiado durante los últimos tres o

cuatro mil años, y que, de igual modo, probablemente no ha cambiado

ninguno en ninguna parte del mundo. Pero, como ha hecho observar

míster G. H. Lewes, este modo de demostración prueba demasiado, pues

las antiguas razas domésticas, representadas en los antiguos monumentos

egipcios o embalsamadas, son sumamente semejantes y hasta idénticas

a las que viven ahora, y, sin embargo, todos los naturalistas admiten

que estas razas se han producido por modificación de sus tipos primitivos.

Los numerosos animales que han permanecido sin variación desde

el principio del período glacial hubiesen constituido un caso incomparablemente

más señalado, pues estos animales han estado sometidos a

grandes cambios de climas y han emigrado a grandes distancias, mientras

que en Egipto, durante los últimos miles de años, las condiciones de

vida, hasta donde alcanza nuestro conocimiento, han permanecido absolutamente

uniformes. El hecho de que desde el período glacial se haya

producido poca o ninguna modificación, habría sido de alguna utilidad

contra los que creen en una ley innata y necesaria de desarrollo; pero no

tiene fuerza alguna contra la doctrina de la selección natural o de la supervivencia

de los más adecuados, que enseña que, cuando ocurre que

aparecen variaciones o diferencias individuales de naturaleza útil, éstas

se conservarán; pero esto se efectuará sólo en ciertas circunstancias

favorables.

El célebre paleontólogo Bronn, al final de su traducción alemana de esta

obra, pregunta cómo puede, según el principio de la selección natural,

vivir una variedad al lado de la especie madre. Si ambas se han adaptado

a costumbres o condiciones ligeramente diferentes, pueden ambas vivir

juntas; y si dejamos a un lado las especies poliformas, en las que la variación

parece ser de naturaleza peculiar, y todas las variaciones puramente

temporales, como tamaño, albinismo, etc., las variedades más permanentes

se encuentran por lo general -hasta donde yo he podido ver- habitando

estaciones distintas, como regiones elevadas y regiones bajas, distritos

secos y distritos húmedos. Es más: en el caso de animales que se trasladan

mucho de un lugar a otro y que se cruzan sin limitación, sus variaciones

parecen estar confinadas, por lo general, a regiones distintas.

Bronn insiste también en que las especies distintas no difieren nunca

entre sí por un solo carácter, sino en muchas partes, y pregunta cómo

ocurre siempre que muchas partes del organismo se tengan que haber

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modificado al mismo tiempo por variación y selección natural. Pero no

hay necesidad de suponer que todas las partes de un ser se han modificado

simultáneamente. Las modificaciones más llamativas, excelentemente

adaptadas a algún fin, pudieron ser adquiridas, como se indicó anteriormente,

por variaciones sucesivas, aunque fuesen ligeras, primero en una

parte y luego en otra; y corno han de transmitirse todas juntas, nos tienen

que parecer como si se hubiesen desarrollado simultáneamente. La

mejor respuesta, sin embargo, a la objeción precedente la proporcionan

las razas domésticas, que han sido modificadas principalmente por el poder

de selección del hombre para algún fin especial. Consideremos el caballo

de carreras y el de tiro, el galgo y el mastín. Toda su constitucióny

hasta sus características mentales se han modificado; pero, si pudiésemos

seguir todos los pasos de la historia de su transformación -y los últimos

pasos pueden ser seguidos-, no veríamos cambios grandes y simultáneos,

sino primero una parte y luego otra, ligeramente modificadas y perfeccionadas.

Aun cuando la selección ha sido aplicada por el hombre a

un carácter sólo -de lo que nuestras plantas cultivadas ofrecen los mejores

ejemplos-

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