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Territorios de la incertidumbre


Enviado por   •  13 de Junio de 2023  •  Apuntes  •  3.664 Palabras (15 Páginas)  •  143 Visitas

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identidades tradicionales (cualquiera sea la vigencia actual de estas últimas). Por todo ello, la crisis (...) obliga en suma a crear las condiciones de un nuevo contrato social (...que requiere...) una muy afinada capacidad de invención." 17

De este modo, la emergencia de identidades múltiples irreductibles a las tradicionales estaría entrelazada (no necesariamente determinada) con las crisis del conjunto de las instituciones de protección y de los cambios en el mundo del trabajo asociados al declive del Estado de Bienestar, la desaparición del Estado Keynesiano y la emergencia del paradigma de la flexibilidad, que deshilacharon los viejos contratos sociales entre capital y trabajo con garantía del Estado.

Las redes de seguridades sociales, la internacionalización de las finanzas, las nuevas redes, clusters, distritos industriales, en el marco del desarrollo endógeno, evidencian la pérdida de centralidad del movimiento obrero. Por lo tanto, ¿qué significa entonces para las mayorías sentirse obreros o ver que otros se sienten obreros? En simultáneo, las modificaciones en los modelos de producción inciden en las ideologías políticas que de ellos emanan: ¿qué significa sentirse políticamente de derecha o de izquierda en un contexto atravesado por la gobernanza o por la necesidad de aportar fertilidad relativa del propio territorio?, ¿cómo pensar en América Latina a los nacionalismos populares caracterizados, entre otros aspectos, por sus proyectos de desarrollo social con dimensiones territoriales?, ¿cómo se puede pensar, en los actuales contextos territoriales, a las fuentes productoras de materiales simbólicos con los cuales identificarse o a los cuales rechazar?, ¿cómo se producen, entonces, las identidades?

2. Culturas, identidades, identificaciones

El tema de la "identidad" es uno de los núcleos centrales de debate en Antropología. Una primera y muy somera aproximación a este concepto puede remitir a entenderlo como un conjunto de rasgos que le otorgan a un individuo o a un grupo una cierta idiosincrasia. Este primer acercamiento conceptual no está para nada exento de dificultades porque, inmediatamente, surge la pregunta referida a qué dimensiones son las que dan contenido a los rasgos antes mencionados. Los aspectos biológicos (raza), la existencia de una con- ciencia compartida (tradiciones) o el papel de la conciencia individual, han

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17 Emilio de Ipola, "Identidad y lazo social (una relectura de Robert Castel)", en Emilio de Ipola. La crisis del lazo social. Durkheim, cien años después. Buenos Aires, Eudeba, 1998, p. 59.

sido algunos de los elementos considerados para comprender a las identidades. La forma en la que se aborda o entiende el papel de estos conceptos o su interrelación, ha dado espacio a interpretaciones disímiles. Con el paso de las décadas ha cobrado creciente peso entender la identidad como estrecha-mente vinculada a la cultura más que a rasgos biológicos.

Si bien el concepto de identidad está fuertemente ligado al de cultura, ambos también están -y es importante remarcarlo-diferenciados el uno del otro. En términos breves, se puede decir que existe un cierto consenso entre los antropólogos consistente en entender a la cultura como esa producción que distingue a los seres humanos del resto de los seres vivientes. Esto su- pone que los seres humanos comparten determinados patrones de conducta, significados, valores, moral, costumbres, prácticas y creencias, entre otras cosas. Esta especificidad humana es una fuente de diversidades lo cual da lugar a la configuración de distintas "culturas". A partir de esto, los debates y la búsqueda de matices y refinamientos en el seno de la Antropología, se orientaron hacia el progresivo abandono de una antigua concepción por la cual se entendía que cada sociedad era portadora de una cultura especifica -con un carácter homogeneizante en su interior-, hacia miradas más matiza- das que consideran a las sociedades como ámbitos en los que se produce una combinación de distintas culturas.

El desplazamiento antes señalado es importante en tanto una mirada "anti- gua" sobre la cultura (esencializada, ahistórica y homogeneizante) puede dar lugar a la creencia de que de ella se desprenden, de manera mecánica, identidades. Por el contrario, ninguna persona ni grupo tienen asignada una identidad como algo fijo e inamovible. Más bien se trata de la existencia de complejos procesos de identificación, que suponen el trabajo por parte del individuo de reconocimiento o aceptación de materiales simbólicos en momentos históricos específicos y ámbitos territoriales claramente establecidos. Las identidades, como identificaciones, por lo tanto, son relaciones. El individuo se va definiendo a partir de algunos atributos, al igual que pueden hacerlo los grupos: se define un "yo" y un "nosotros" y, en contraposición, un "ellos". A partir de aquí, comienza el pensamiento sobre uno mismo, sobre lo grupal y sobre el o los "otro/s" y esto-nuevamente, vale recalcarlo-es un proceso histórico.

Al afirmar que la identidad, como identificación, no está determinada por elementos naturales como el color de piel, la contextura física, el sexo biológico o el lugar en el que uno nació, se está señalando que, en realidad, es producto de las relaciones históricas. En otras palabras, cada sociedad está otorgándole en determinado contexto histórico una determinada pertinencia a cada uno de esos elementos. Así se define qué es debatible o no, qué es conflictivo o no, en relación a esos elementos en cada momento histórico.

Dicho establecimiento de pertinencias es fundamentalmente una lucha de poder, una lucha política. En este sentido, la producción de identidad, como identificación y como lucha, es básicamente la creación de una diferenciación. En efecto, como señalan Alejandro Grimson y Pablo Semán, 18 la cuestión de la fabricación de significados es central para el análisis del poder y sus efectos. Justamente, porque la identidad "integra" allí donde la cultura -más que un sistema integrado- es una combinación peculiar de elementos. En otras palabras, los individuos y los grupos en la búsqueda de sentido para sus vidas, siempre elaboran tramas de significados, lo cual se realiza de distintas maneras. Por eso mismo, siguiendo a Stuart Hall "la cuestión de la identidad o, mejor, si se prefiere destacar el proceso de sujeción a las prácticas discursivas, y la política de exclusión que todas esas sujeciones parecen entrañar, la cuestión de la "identificación", se reitera en el intento de rearticular la relación entre sujetos y prácticas discursivas".19 En este sentido, la identificación

 se construye sobre la base real del reconocimiento de algún origen común o unas características compartidas por otra persona o grupo o con un ideal, y con el vallado natural de la solidaridad y la lealtad establecidas sobre este fundamento En contraste con el "naturalismo" de esta definición, el enfoque discursivo ve a la identificación como una construcción, un proceso nunca terminado: siempre "en proceso". No está determinado, en el sentido de que siempre es posible "ganarlo" o "perderlo", sostener- lo o abandonarlo,20

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