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Martin Fierro


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2014  •  3.003 Palabras (13 Páginas)  •  174 Visitas

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I

Aquí me pongo a cantar

al compás de la vigüela,

que el hombre que lo desvela

una pena estrordinaria

como la ave solitaria

con el cantar se consuela.

Pido a los santos del cielo

que ayuden mi pensamiento:

les pido en este momento

que voy a cantar mi historia

me refresquen la memoria

y aclaren mi entendimiento.

Vengan santos milagrosos,

vengan todos en mi ayuda,

que la lengua se me añuda

y se me turba la vista;

pido a mi Dios que me asista

en una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,

con famas bien otenidas,

y que después de alquiridas

no las quieren sustentar.

Parece que sin largar

se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa

Martín Fierro ha de pasar;

nada lo hace recular

ni las fantasmas lo espantan,

y dende que todos cantan

yo también quiero cantar.

Cantando me he de morir,

cantando me han de enterrar,

y cantando he de llegar

al pie del Eterno Padre;

dende el vientre de mi madre

vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua

ni me falte la palabra;

el cantar mi gloria labra

y, poniéndome a cantar,

cantando me han de encontrar

aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo

a cantar un argumento;

como si soplara el viento

hago tiritar los pastos.

Con oros, copas y bastos

juega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,

mas si me pongo a cantar

no tengo cuándo acabar

y me envejezco cantando:

las coplas me van brotando

como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano

ni las moscas se me arriman;

naides me pone el pie encima,

y, cuando el pecho se entona,

hago gemir a la prima

y llorar a la bordona.

Yo soy toro en mi rodeo

y torazo en rodeo ajeno;

siempre me tuve por güeno

y si me quieren probar,

salgan otros a cantar

y veremos quién es menos.

No me hago al lao de la güeya

aunque vengan degollando;

con los blandos yo soy blando

y soy duro con los duros,

y ninguno en un apuro

me ha visto andar tutubiando.

En el peligro, ¡qué Cristo!

el corazón se me enancha,

pues toda la tierra es cancha,

y de eso naides se asombre:

el que se tiene por hombre

donde quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiéndanló

como mi lengua lo esplica:

para mí la tierra es chica

y pudiera ser mayor;

ni la víbora me pica

ni quema mi frente el sol.

Nací como nace el peje

en el fondo de la mar;

naides me puede quitar

aquello que Dios me dio:

lo que al mundo truje yo

del mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre

como el pájaro del cielo;

no hago nido en este suelo

ande hay tanto que sufrir,

y naides me ha de seguir

cuando yo remuento el vuelo.

Yo no tengo en el amor

quien me venga con querellas,

como esas aves tan bellas

que saltan de rama en rama,

yo hago en el trébol mi cama,

y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan

de mis penas el relato,

que nunca peleo ni mato

sino por necesidá,

y que a tanta alversidá

sólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación

que hace un gaucho perseguido,

que padre y marido ha sido

empeñoso y diligente,

y sin embargo la gente

lo tiene por un bandido.

II

Ninguno me hable de penas,

porque yo penando vivo,

y naides se muestre altivo

aunque en el estribo esté,

que suele quedarse a pie

el gaucho más alvertido.

Junta esperencia en la vida

hasta pa dar y prestar

quien la tiene que pasar

entre sufrimiento y llanto;

porque nada enseña tanto

como el sufrir y el llorar.

Viene el hombre ciego al mundo,

cuartiándoló la esperanza,

y a poco andar ya lo alcanzan

las desgracias a empujones;

¡la pucha, que trae liciones

el tiempo con sus mudanzas!

Yo he conocido esta tierra

en que el paisano vivía

y su ranchito tenía

y sus hijos y mujer...

Era una delicia el ver

como pasaba sus días.

Entonces... cuando el lucero

brillaba en el cielo santo,

y los gallos con su canto

nos decían que el día llegaba,

a la cocina rumbiaba

el gaucho... que era un encanto.

Y sentao junto al jogón

a esperar que venga el día,

al cimarrón le prendía

hasta ponerse rechoncho,

mientras su china dormía

tapadita con su poncho.

Y apenas la madrugada

empezaba a coloriar,

los pájaros a cantar

y las gallinas a apiarse,

era cosa de largarse

cada cual a trabajar.

Este se ata las espuelas,

se sale el otro cantando,

uno busca un pellón blando,

éste un lazo, otro un rebenque,

y los pingos relinchando

los llaman dende el palenque.

El que era pión domador

enderezaba al corral,

ande estaba el animal

bufidos que se las pela...

y más malo que su agüela,

se hacía astillas el bagual.

Y allí el gaucho inteligente,

en cuanto el potro enriendó,

los cueros le acomodó

y se le sentó en seguida,

que el hombre muestra en la vida

la astucia que Dios le dio.

Y en las playas corcoviando

pedazos se hacía el sotreta

mientras él por las paletas

le jugaba las lloronas

y al ruido de las caronas

salía haciéndosé gambetas.

¡Ah tiempos!... ¡Si era un orgullo

ver jinetear un paisano!

cuando era gaucho baquiano,

aunque el potro se boliase,

no había uno que no parase

con el cabresto en la mano.

Y mientras domaban unos,

otros al campo salían,

y la hacienda recogían,

las manadas repuntaban,

y ansí sin sentir pasaban

entretenidos

...

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