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Sor Juana


Enviado por   •  26 de Mayo de 2014  •  872 Palabras (4 Páginas)  •  219 Visitas

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Los recuerdos siempre quedan en la memoria. Todos percibimos el mundo de diferente forma y de distinto modo, pero cuando ya no existe la persona, ni esos recuerdo, la única forma de saber lo que paso queda a ojos y oídos de muchos otros los cuales la mayoría de las veces no estuvieron presentes. La historia depende de los hechos… pruebas pero sobretodo memorias en las que pueda sobrevivir.

“Era una apacible noche estrella. La luna ya acariciaba, ya al filo de las doce, los dos volcanes próximos a las cordilleras lejanas, cuando rasgo el silencio el primer grito de la recién nacida. El abuelo anoto en su libro de cuentas 12 de Noviembre de 1651. ” Juana Inés de Asbaje más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz creció y se crio en San Miguel Nepantla hasta los 3 años de edad nuestra dulce niña de trenzas largas cual negras como los ojos guardaba en ella una inquietud por el saber, ella la menor de 3 hijas, María, Josefa y Juna Inés.

A esa misma edad Doña Isabel Ramírez Santillana ordeno que una de sus hermanas mayores aprendiera a leer, una hermana religiosa era quien dotaría de saberes a las pequeñas florecillas silvestres, pues Juana Inés que acompañaba a su hermana a las clases le intereso tanto que le comunico a la hermana religiosa que su madre mandaba que a ella también se le enseñase a leer y a escribir lo cual era falso, la hermana claramente no le creyó pero aun así lo hiso, probablemente por el hecho de darle gusto, nuestra pequeña niña sin juegos ni contra tiempos y en pocas lecciones aprendió que cuando lo supo Doña Isabel, juanita ya sabía leer y escribir. “¡para llegar a la verdad tenemos que servirnos de tantas mentiras!”

Sus ansias de conocimiento fueron el par de aguas ya que en ese mismo año la familia se mudo hacia Amecameca, ya que en Nepantla no había escuela para niñas. Su abuelo, Don Pedro Ramírez de Santillana, el cual era su figura paternal, jefe de familia, dueño de una hacienda en Amecameca y la quería mucho, velaba por doña Isabel y sus hijas, tenía una biblioteca para fortuna o desgracia de la pequeña juanita pues pasaba horas enteras devorando libro tras libro.

La dulce juanita prefería pasar las horas leyendo en la biblioteca de su abuelo el cual sentía gran afinidad con su pequeña nieta ya que no carecía de cultura ni economía, una de las cosa de las cuales gustaba Juanita era de correr por la vereda hasta llegar a un arroyuelo de Panoayan, refrescarse y ver su reflejo en el agua clara contemplar la naturaleza que le rodeaba, se olvidaba completamente de los juegos de balero y trompo que era lo típico del lugar donde residía. Algunos de los dulces de esos años era el queso, juanita evitaba comerlo, era antojable pero aun así no lo hacía pues había oído, que el queso volvía rudo, pero para ella era más el deseo conocimientos. Doña Inés daba grandes respiros cuando juanita se encerraba a leer en la biblioteca de

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