ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Dialogo De Edipo


Enviado por   •  24 de Octubre de 2012  •  1.557 Palabras (7 Páginas)  •  423 Visitas

Página 1 de 7

CORO

ESTROFA 1ª

¿Quién es aquel al que la profética roca délfica nombró como el que ha llevado a cabo, con sangrientas manos, acciones indecibles entre las indecibles? Es el momento para que él, en la huida, fuerce un paso más poderoso que el de caballos rápidos como el viento, pues contra él se precipita, armado con fuego y relámpagos, el hijo de Zeus. Y, junto a él, siguen terribles las infalibles diosas de la Muerte.

ANTÍSTROFA 1ª

No hace mucho resonó claramente, desde el nevado Parnaso, la voz que anuncia que, por doquier, se siga el rastro al hombre desconocido. Va de un lado a otro bajo el agreste bosque y por cuevas y grutas, cual un toro que vive solitario, desgraciado, de desgraciado andar, rehuyendo los oráculos procedentes del centro de la tierra. Pero éstos, siempre vivos, revolotean alrededor.

ESTROFA 2ª

De terrible manera, ciertamente, de terrible manera me perturba el sabio adivino, ya lo crea, ya niegue. ¿Qué diré? Lo ignoro. Estoy traído y llevado por las esperanzas, sin ver ni el presente ni lo que hay detrás. Yo nunca he sabido, ni antes ni ahora, qué motivo de disputa había entre los Labdácidas y el hijo de Pólibo, que, por haberlo probado, me haga ir contra la pública fama de Edipo, como vengador para los Labdácidas de muertes no claras.

ANTÍSTROFA 2ª

Por una parte, cierto es que Zeus y Apolo son sagaces y conocedores de los asuntos de los mortales, pero que un adivino entre los hombres obtenga mayor éxito que yo, no es un juicio verdadero. Un hombre podría contraponer sabiduría a sabiduría. Y yo nunca, hasta ver que la profecía se cumpliera, haría patentes los reproches. Porque, un día, llegó contra él, visible, la alada doncella y quedó claro, en la prueba, que era sabio y amigo para la ciudad. Por ello, en mi corazón nunca será culpable de maldad

(Entra Creonte.)

CREONTE.- Ciudadanos, habiéndome enterado de que el rey Edipo me acusa con terribles palabras, me presento sin poder soportarlo. Pues si en los males presentes cree haber sufrido de mi parte con palabras o con obras algo que le lleve a un perjuicio, no tengo deseo de una vida que dure mucho tiempo con esta fama. El daño que me reporta esta acusación no es sin importancia, sino gravísimo, si es que voy a ser llamado malvado en la ciudad, y malvado ante ti y ante los amigos.

CORIFEO.- Tal vez haya llegado a este ultraje forzado por la cólera, más que intencionadamente.

CREONTE.- Fue declarado por éste abiertamente que, persuadido por mis consejeros, el adivino decía palabras falaces?

CORIFEO.- Eso dijo, pero no sé con qué intención.

CREONTE.- ¿Y, con la mirada y la mente rectas, lanzó esta acusación contra mí?

CORIFEO.- No sé, pues no conozco lo que hacen los que tienen el poder. Pero él, en persona, sale ya del palacio.

(Entra Edipo en escena.)

EDIPO.- ¡Tú, ése! ¿Cómo has venido aquí? ¿Eres, acaso, persona de tanta osadía que has llegado a mi casa, a pesar de que es evidente que tú eres el asesino de este hombre y un usurpador manifiesto de mi soberanía? ¡Ea, dime, por los dioses! ¿Te decidiste a actuar así por haber visto en mí alguna cobardía o locura? ¿O pensabas que no descubriría que tu acción se deslizaba con engaño, o que no me defendería al averiguarlo? ¿No es tu intento una locura: buscar con ahínco la soberanía sin el apoyo del pueblo y de los amigos, cuando se obtiene con la ayuda de aquél y de las riquezas?

CREONTE.- ¿Sabes lo que vas a hacer? Opuestas a tus palabras, escúchame palabras semejantes y, después de conocerlas, juzga tú mismo.

EDIPO.- Tú eres diestro en el hablar y yo soy torpe para comprenderte, porque he descubierto que eres hostil y molesto para mí.

CREONTE.- En lo que a esto se refiere, óyeme primero cómo lo voy a contar.

EDIPO.- En lo que a esto se refiere, no me digas que no eres un malvado.

CREONTE.- Si crees que la presunción separada de la inteligencia es un bien, no razonas bien.

EDIPO.- Si crees que perjudicando a un pariente no sufrirás la pena, no razonas correctamente.

CREONTE.- De acuerdo contigo en que has dicho esto con toda razón. Pero infórmame qué perjuicio dices que has recibido.

EDIPO.- ¿Intentabas persuadirme, o no, de que era necesario que enviara a alguien a buscar al venerable adivino?

CREONTE.- Y soy aún el mismo en lo que a ese consejo se refiere.

EDIPO.- ¿Cuánto tiempo hace ya desde que Layo...

CREONTE.- ¿Qué fue lo que hizo? No entiendo.

EDIPO.- ... sin que fuera visible, pereciera en un asesinato?

CREONTE.- Podrían contarse largos y antiguos años.

EDIPO.- ¿Ejercería entonces su arte ese adivino?

CREONTE.- Sí, tan sabiamente como antes y honrado por igual.

EDIPO.- ¿Hizo mención de mí para algo en aquel tiempo?

CREONTE.- No, ciertamente, al menos cuando yo estaba presente.

EDIPO.- Pero, ¿no hicisteis investigaciones acerca del muerto?

CREONTE.-

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (9 Kb)
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com