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El concepto de los sofistas y de Sócrates


Enviado por   •  17 de Enero de 2014  •  Tutorial  •  5.988 Palabras (24 Páginas)  •  177 Visitas

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Sofia se puso un vestido de verano y bajó a la Cocina.Su madre estaba inclinada sobre la encimera. Decidió no decirle nada sobre el pañuelo de seda.

-¿Has recogido el periódico?

-se le escapó a Sofia.

La madre se vovió hacia ella.

-Me haces el favor de recogerlo tu.

¬Sofia se fue corriendo al jardín y se inclinó sobre el buzón verde.

Solamente un periódico. Era pronto para esperar respuesta a su carta. En la portada del periódico leyó unas lineas sobre los cascos azules de las Naciones Unidas en el Líbano.

Los cascos azules... ¿No era lo que ponía en el sello de postal del padre de Hilde? Pero llevaba sellos noruegos. A lo mejor los cascos azules de las Naciones Unidas llevaban con¬sigo su propia oficina de correos.

Cuando su madre hubo terminado en la cocina, le dijo a Sofia medio en broma:

-Vaya sí que te interesa el periódico.

Afortunadamente no dijo nada más sobre buzones y co¬sas por el estilo, ni durante el desayuno ni más tarde, en el transcurso del día. Cuando se fue a hacer la compra, Sofia cogió la carta sobre la fe en el destino y se la llevó al Callejón.

El corazón le dio un vuelco cuando de repente vio un sobrecito blanco junto a la caja que contenía las cartas del profe¬sor de filosofia. Sofia estaba segura de que no la había dejado allí.

También este sobre estaba como mojado por los bordes,v tenía exactamente como el anterior, un par de profundas incisiones.

¿Había estado allí el profesor de filosofía.?¿ Conocía su escondite más secreto?¿ Pero por qué estaban mojados los sobres?

Sofia daba vueltas a todas esas preguntas abrió el sobre y leyó la nota.

Querida Sofia. He leído tu carta con gran interés, y tan bién con un poco de pesar, ya que tendré que desilusionarte respecto a lo de las visitas para tomar café y esas cosas. Un día nos conocermos, pero pasara bastante tiempo hasta que pueda aparecer por tu calle.

Además, debo añadir que a partir de ahora no podré llevarte las cartas personalmente. A la larga, sería demasiado irriesgado. A partir de ahora, mi pequeño mensajero te las 1levará, y las deposítará directamente en un lugar secreto del jardín.

Puedes seguir poniendote en contacto conmigo cuando sientas necesidad de ello. En este caso, tendras que poner un sobre de color rosa con una galletita dulce o un terrón de azucar dulce dentro. Cuando mi men¬sajero descubra una carta así, me traerá el correo.

P. D. No es muy agradable tener que rechazar tu intitación a tomar café, pero a veces resulta totalmete necesario.

P D. P.D. Si encontraras un pañuelo rojo de seda, ruego lo guardes bien. De vez en cuando, objetos de este tipo se cambian por error en colegios y lugares así, y esta es una escuela de filosofia.

Saludos, Alberto Knox.

Sofía tenía catorce años y en el transcurso de su vida había recibido unas cuantas cartas por Navidad, su cumpleanos y fechas parecidas. Pero esta carta era la mas curiosa que había recibido jamás.

No llevaba ningun sello. Ni siquiera babia sido metida en el buzón. Esta carta había sido llevada directamente al lugar secretísimo de Sofía dentro del viejo seto. También resultaba curioso que la carta se hubiera mojado en ese día primaveral tan seco.

Lo más raro de todo era, desde luego, el pañuelo de seda. El profesor de filosofía también tenía otro alumno. ¡Vale! Y ese otro alumno había perdido un pañuelo rojo de seda. ¡Vale!. Pe ro cómo había podido perder el pañuelo debajo de la cama de Sofia?

Y Alberto Knox... ¿No era ése un nombre muy extraño?

Con esta carta se confirmaba, al menos, que existía una conexión entre el profesor de filosofía v Hilde Moller Knag. Pero lo que resultaba completamente incomprensible era que también el padre de Hilde hubiera confundido las direcciones.

Sofia se quedó sentada un largo rato meditando sobre la relación que pudiese haber entre Hilde y ella. Al final, suspiró resignada. El profesor de filosofía había escrito que un día le conocería. ¿Conocería a Hilde también?

Dio la vuelta a la hoja y descubrió que había también al¬gunas frases escritas al dorso:

¿Fxiste un pudor natural?

Más sabia es la que sabe lo que no sabe.

La verdadera comprensión viene de dentro.

Quien sabe lo que es correcto también hará lo correcto.

Sofia comprendió que las frases cortas que venían en el sobre blanco la iban a preparar para el próximo sobre grande que llegaría muy poco tiempo después. Se le ocurrió una cosa: Si «el mensajero» iba a depositar el sobre ahí, en el Callejón, podía simplemente ponerse a esperarle. ¿O sería «ella»? ¡En ese caso se agarraría a esa persona hasta que él o ella le contara algo más del filósofo! En la carta ponía, además, que el mensa¬jero era pequeño. ¿Se trataría de un niño?

¿Existe un pudor natural?»

Sofia sabía que «pudor» era una palabra anticuada que significaba timidez»; por ejemplo, sentir pudor por que alguien re vea desnudo. ¿Pero era en realidad natural sentirse in¬timidado por ello? Decir que algo es natural significa que es algo aplicable a la malloría de las personas. Pero en muchas partes del mundo era natural ir desnudo. Entonces, ¿era la sociedad la que decidia lo que se podía v lo que no se podía ha¬cer? Cuando la abuela era joven por ejemplo, no se podia tomar el sol en top-less. Pero hoy en día la mayoria opinaba que era algo natural; aunque en muchos paises sigue estando terminantemente prohibido. Sofia se rascó la cabeza. ¡Era esto filosofia!

Y luego la siguiente frase: «Más sabia es la que sabe lo que no sabe».

¿Más sabia que quién? Si lo que quería decir el filósofo era que, una que era consciente de que no sabía todo, era más sabia que una que sabía igual de poco, pero que, sin embargo, se imaginaba saber un montón, entonces no resultaba difícil estar de acuerdo. Sofia nunca había pensado en esto antes. Pero cuanto más pensaba en ello, más claro le parecía que el saber lo que uno no sabe, también es, en realidad, una forma de saber. No aguantaba a esa gente tan segura de saber un montón de cosas de las que no tenía ni idea.

Y luego eso de que los verdaderos conocimientos vienen de dentro, ¿Pero no vienen en algún momento todos los conocimientos desde fuera, antes de entrar en la cabeza de la gente? Por otra parte, Sofia se acordaba de situaciones en las que su madre o los profesores le habían intentado enseñar algo que ella había sido reacia a aprender. Cuando

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