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El espejo


Enviado por   •  28 de Abril de 2014  •  Ensayos  •  2.107 Palabras (9 Páginas)  •  330 Visitas

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...Una mañana me miré al espejo

y con la venda de los ojos me hice un lazo en el pelo...

(Sara Bueno)

Y esa mañana retomé mis libros de poemas y abrí la ventana del todo para respirar aire nuevo, miré mi reflejo en el espejo y recuperé el sonido de las verdades. A veces, necesitamos mentiras en las que creer, necesitamos mirar para otro lado para no afrontar lo que está pasando en realidad porque quizá la realidad es demasiado cruda (o demasiado bonita) como para afrontarla solos.

El disfraz de tristeza desapareció de mi armario, alguien consideró que era perfecto para el papel que quería representar y me libró de él. Yo sólo quiero personaJEs auténticOas en mi vida que, para lo demás, hay tiempo. La vida real está aquí dentro y no en lo que parece...

Que nada os distraiga de vuestro objetivo porque todo pasa PARA algo, para descubrir algo más de nosotros y eso siempre es grande.

Os dejo los últimos libros de poesía que han pasado por mis manos y que me gustaría compartir...

Cuando alguien intentar ser tú,

es que algo estás haciendo bien...

nadie perdería el tiempo suplantando a un mediocre

(Noemí Vico)

EL ANIMAL

CARLOS SALEM

...Y esta absurda certeza de que vamos,

casi sin darnos cuenta,

por el mismo camino,

sin más contratos que llevar tatuada

la identidad del otro,

donde sólo pueden verla

los ciegos

los locos

y nosotros

Gabo nos deja pero nunca nos dejarán sus libros, sus cuentos, sus personajes y su sabiduría...

1. La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir

2. La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.

3. Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.

4. Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar.

5. La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.

6. No, el éxito no se lo deseo a nadie. Le sucede a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? Bajar, o tratar de bajar discretamente, con la mayor dignidad posible.

7. La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada.

Tu dolor. Tu tristeza que me llega,

como una herida abierta.

-tu corazón doliente-

que me cuentas

en cuatro líneas apenas muy lejanas.

Quisiera acariciarte muy despacio,

en esa soledad

que siento como mía,

que me besa en el alma y se deshace.

Y no sé qué serás, dónde tú ahora

escondes ese miedo,

dónde andarán tus días y tu sombra.

Esa sombra,

Esa palabra tuya, la que entonces

recorría mi boca y removía

el temor al fantasma del olvido.

Me llegan como llegan los otoños,

con la misma nostalgia de los lunes,

igual que tus mensajes en la arena.

Ahora que ya no estás,

que nada eres,

se me clava tu miedo y adivino

tus noches en la cama de los otros.

Por eso, corazón tan deseado,

escribo a tu tristeza,

y sólo tengo

estos versos, la palabra

que quiere acariciar

el alma que aún deseo

y que me duele.

RODOLFO SERRANO

Volverte a ver

Ahora que la vida

es un laberinto con peldaños

quiero subirlos contigo de tres en tres.

Y tú sin saberlo.

En realidad esto no es un poema

es sólo una forma de pensar en ti sin que lo sepas,

de mirarte de cerca sin que me veas,

de colarme por dentro

como las capas de ropa del invierno

para ser la única que no te sobre

cuando entres al metro camino del trabajo

y salga el sol en tu vientre.

Mi corazón es parte de la lluvia

pero no vas a sentir frío

porque soy un hombre feliz,

si quieres

podemos hablar de ingeniería forestal,

de los latidos del planeta,

de los viajes que hiciste sin mí a Canarias

o de la hipérbole de un abrazo.

También puedo volver a conocerte

cada vez que me esperes

(con la mirada en silencio)

en algún café del centro

sentada en la mesa del fondo

como si fuera la primera vez.

No sé nada de ti y te conozco,

no tengo derecho,

mucho menos permiso

pero no sabes lo divertido

que puede llegar a ser

pisar charcos con treinta y tantos

y mojarse el alma,

andar ligero de equipaje

porque es la mejor manera

de volar sin turbulencias

y mandar un cohete a la luna

con los planes que hicieron por ti,

con la paga extra y el máster,

con el miedo a verse viejo y sin pareja.

Encontrarte estaba escrito,

como si paseas solo por París

escuchando a Damian Rice y llueve.

Conocerte es un peligro

pero aprendí a vivir seguro

sentado al borde del precipicio

después de sentir con arnés

durante tantos cuerpos

y dormir con una brújula

debajo de la almohada.

Eres un enigma

y a mi me pueden los misterios,

igual que el material de esa pulsera

que baila un tango en tu muñeca

y que sólo fue una excusa

para despistar a tus manos,

para atrasar en el reloj de tus ojos

la hora de despedirnos.

Tengo tiempo,

algo de prisa

y poéticamente un problema:

el estúpido deseo de volverte a ver.

DIEGO OJEDA

Hoy he vuelto

al mismo sitio

de siempre por primera vez.

Ha sido como tener un espejo delante

y dirigir la vista hacia tus ojos:

un atajo.

Hoy he visto a una chica escoger una flor

entre un puñado de colores

y me ha parecido un motivo de sobra

para querer ser alguien mejor.

Te he imaginado a ti dentro de mis pulmones

eligiendo qué suspiro provocarme hoy,

y de nuevo he sido yo por un instante.

Después he vuelto a casa

mientras pensaba en cómo piensas,

en aquel lunar

que apagaba la luz de mi cuarto cuando lo pulsaba,

en qué harás los domingos

...

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