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BOLIVAR COMO HEROE TRAGICO


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  18.051 Palabras (73 Páginas)  •  296 Visitas

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BOLIVAR COMO HEROE TRAGICO

Aníbal Romero

Profesor Titular

Universidad Simón Bolívar

(2001)

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Escribir sobre Bolívar en Venezuela es tarea ardua y riesgosa. Lo primero, debido a los obstáculos que se interponen en el camino de separar la figura histórica del personaje de su mitologización puramente epopéyica, casi siempre simplista y en ocasiones distorsionada, forjada a través de décadas por decenas de apologistas y un sistemático culto oficial. Lo segundo, en razón del papel que esa imagen mitologizada cumple en la sociedad venezolana como factor de cohesión y orgullo nacional. Esta última realidad no sólo dificulta con frecuencia la evaluación desapasionada del hombre y su obra, sino que de hecho amenaza veladamente la perspectiva crítica con una potencial sanción social.

Al respecto, la Sociedad Bolivariana de Venezuela dejó claro, en un “llamamiento” a “los escritores nacionales de todos los estilos y tendencias”, que debemos observar una “pauta de reverencia” en los estudios sobre Bolívar, pues si bien es admisible que se “censure”, está tambien “muy mal la violación de obligados sentimientos para con el autor de nuestra libertad.”1

Es claro que la definición de los alcances de esa “pauta de reverencia”, así como del contenido de esos “obligados sentimientos”, su naturaleza y límites, son cuestiones bastante subjetivas, y su manejo como mecanismo de presión y manipulación puede con facilidad asfixiar la audacia intelectual y debilitar el enfoque analítico. De hecho, y con escasas excepciones —entre las que destacan nombres como los de Germán Carrera Damas, Angel Bernardo Viso y

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Luis Castro Leiva— el estudio de la carrera y el legado de Bolívar en Venezuela ha estado signado por una “pauta de reverencia”, que en realidad muchas veces ha ahogado, o como mínimo erosionado, el sentido crítico de no pocos de nuestros historiadores.

Pensar requiere coraje, y pensar sobre Bolívar en Venezuela exige ante todo entender que su figura histórica debe ser revaluada, pues sobre su trayectoria y logros, así como acerca del sentido y consecuencias de sus ejecutorias se ha tejido una inmensa y compleja red de espejismos, al igual que un culto cuasi-religioso, que hacen muy difícil acceder a la verdad histórica y hasta plantear preguntas cruciales sobre temas que resulta imperativo discutir. Además, el estudio y comprensión del presente requieren de una interpretación equilibrada, no ideológica ni manipulativa, del pasado. Ese pasado venezolano, que ha sido reducido a un mito, reclama una recuperación creativa, que sólo puede provenir del planteamiento de nuevas interrogantes y de su tenaz exploración.

Historiadores venezolanos, y aun algunos extranjeros, a veces atisban problemas que deberían impulsarles a una consideración más profunda, y hasta apuntan hacia asuntos que demandan una más cuidadosa explicación; sin embargo, sucede con frecuencia que no ahondan en las indagaciones que sus hallazgos sugieren, y se detienen ante la línea imaginaria de la “pauta reverencial”.

Por ejemplo, Caracciolo Parra Pérez, uno de nuestros más destacados y respetables historiadores, escribe al final de su justamente apreciada obra sobre la Primera República venezolana estas sorprendentes frases: “El precio de la independencia de Venezuela era tan alto, que sólo Bolívar podía pagarlo…El

1 “Un llamado al patriotismo venezolano”, en, Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Vol 12, # 63, 1960, p. 276

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Libertador impondrá la independencia a una población enemiga…”2 A partir de estas retadoras observaciones, no obstante, Parra Pérez no hace explícitas preguntas que obviamente debieron al menos sugerírsele a un espíritu tan agudo como el suyo: ¿No pagó también el resto de los venezolanos el precio de la independencia, que fue por cierto muy elevado en ese momento y en sus proyecciones posteriores? ¿Qué tipo de factores concedían a Bolívar una especial autoridad moral para asumir que él tenía la obligación y el derecho de pagar ese precio, por él mismo y por los demás? O, dicho en otros términos, ¿qué tipo de motivación impulsaba a Bolívar, y le hacía sentirse poseedor de esa especie de fuero para “imponer” la independencia sobre una población que, en buena parte y por buen tiempo, no la quería? Son preguntas difíciles, no cabe duda, pero la afirmación de Parra Pérez las hace ineludibles.

Un prestigioso historiador extranjero, John Lynch, señala que en efecto “Bolívar nunca consiguió un apoyo de masas para la emancipación”, y recuerda que “la guerra de liberación dejó a Venezuela convertida en una tierra baldía”3; sin embargo, no extrae de estas apreciaciones interrogantes adicionales que parecerían hallarse a la espera de mayor profundización. Y un historiador tan importante como Laureano Vallenilla Lanz, de cuya valentía intelectual no podemos dudar, se sintió exigido a advertir, en la primera página de Cesarismo democrático, que “Decir que la guerra de la Independencia fue una guerra civil, no amengua en nada la gloria de nuestros Libertadores.”4 Uno se pregunta: ¿qué llevó al autor de la tesis según la cual la independencia “fue una guerra civil”, a colocar esa especie de nota absolutoria en el propio inicio de su texto? Aparte, por supuesto, de un comprensible temor a la sanción social derivada de violentar la “pauta reverencial”, ¿no se trataría acaso de una efectiva limitación en el ánimo del historiador, de una falla de su pulso crítico, enfrentado a un

2 Caracciolo Parra Pérez, Historia de la Primera República de Venezuela (Caracas; Biblioteca Ayacucho, 1992), p. 534. También Angel Bernardo Viso señala que la nuestra es “una patria impuesta por la fuerza.” Véase su obra, Memorias marginales (Caracas: Monte Avila editores, 1991), p. 29

3 John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826 (Barcelona: Editorial Ariel, 1998), pp. 198, 214-216

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horizonte de posibles preguntas que podían llevarle “demasiado lejos” en la discusión de temas que han sido casi por completo sustraídos al debate crítico en nuestro medio?

Ha sido Germán Carrera Damas uno de los autores que con mayor determinación y visión crítica ha analizado nuestro proceso evolutivo en general, y los efectos perniciosos para el trabajo científico del cuasi-religioso “culto a Bolívar” en particular. Carrera Damas ha formulado interogantes fundamentales, y una de ellas se refiere a la citada frase de Vallenilla Lanz. Al respecto dice: “?No vendría al caso preguntarnos, por supuesto, de quién nos libertaron mediante una guerra civil, pero sin sacrificar la lógica en las aras del culto a los héroes?”5 En otro texto suyo, un

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