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Camilo Cienfuegos: Compañero y colaborador de Fidel Castro


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2013  •  Biografías  •  1.873 Palabras (8 Páginas)  •  242 Visitas

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Camilo Cienfuegos

Revolucionario cubano (La Habana, 1932 - ?, 1959). Procedente de una familia española acomodada, desde 1954 formó parte de grupos universitarios contrarios al régimen de Batista. Fue fichado por la policía política y hubo de emigrar a Estados Unidos y luego a México, donde se integró en el grupo revolucionario que organizaba Fidel Castro.

Camilo Cienfuegos

Compañero y colaborador de Fidel Castro, acompañó a éste en el viaje del Granma, que les llevó a ambos a desembarcar en Cuba en 1956 para establecer un foco guerrillero en el este de la isla. Durante la ofensiva final contra la dictadura de Batista, Cienfuegos dirigió la llamada «Columna Antonio Maceo», que fue la primera unidad de los insurgentes que abandonó el refugio de Sierra Maestra. En unión con el Che Guevara, libró la decisiva batalla para tomar Santa Clara (1958), tras la cual les quedó expedito el camino hacia La Habana, donde entraron triunfantes el 2 de enero de 1959.

Sin embargo, Camilo Cienfuegos no pudo ver los frutos de la Revolución por la que tanto había luchado, pues murió en un accidente de aviación en aquel mismo año. Se habían requerido sus servicios para organizar las fuerzas revolucionarias de Camagüey, y el 28 de octubre de 1959, de regreso a La Habana, desapareció el avión en que viajaba, del que nunca se encontraría ningún rastro.

Manuela Sáenz

(Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de Thorne, también llamada Manuelita Sáenz; Quito, 1795 - Paita, Perú, 1859) Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la amante de Bolívar (1822), al que acompañó en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil, las batallas de Pichincha y Ayacucho, el conflicto entre el Libertador y Santander, la rebelión de Córdova y la disolución de la Gran Colombia. A la muerte de Bolívar fue desterrada a Perú.

Manuela Sáenz

No ha sido fácil para la historia de la América independentista incluir en su nómina de próceres el nombre de Manuela Sáenz. Si su condición de mujer ya lo hacía difícil, su estatus de amante del Libertador complicaba aún más las cosas. La historiografía del siglo XIX, temiendo por la memoria del "más grande hombre de América", se encargaría de omitir la presencia de esta mujer en su círculo. Con todo y con ello, las anécdotas se dieron a conocer, y la misma historia se vio en la necesidad de otorgarle a Manuela Sáenz la categoría de heroína.

Nació en 1795 en Quito, ciudad por entonces de aires afrancesados, en la que los grandes salones que acogían a la aristocracia marchaban al ritmo de una concepción laxa de la moral y de las distracciones entre criollos y españoles, que pronto se convertirían en una sangrienta guerra entre patriotas y realistas. Era hija natural de Simón Sáenz, comerciante español y realista, y de María Joaquina de Aizpuru, bella mujer hija de españoles de linaje, quien en el futuro tomaría partido por los rebeldes.

Desde muy joven entró en contacto con una serie de acontecimientos que animarían su interés por la política. En 1809 la aristocracia criolla ya se hallaba conspirando contra el poder de los hispanos, y a partir de entonces comenzaron a sucederse un conjunto de revueltas sangrientas. Quizá las circunstancias familiares llevaron a Manuela a optar por los revolucionarios: presenciaba desfiles de prisioneros desde la ventana de su casa, y se maravillaba de las hazañas de doña Manuela Cañizares, a quien tuvo por heroína al enterarse de que los conspiradores se reunían clandestinamente en su casa.

Por causa de las propias revueltas, sin embargo, se ausentó de la ciudad para refugiarse junto a su madre en la hacienda de Catahuango. Allí se convirtió en una excelente amazona, mientras su madre le enseñaba a comportarse en sociedad y a manejar las artes del buen vestir, el bordado y la repostería. Tiempo después ambas regresaron a Quito, y la madre decidió internarla en el convento de monjas de Santa Catalina; tenía entonces diecisiete años.

La fascinación de Manuela por la vida pública y su ímpetu rebelde la harían abandonar prontamente la clausura del convento. Aprendió a leer y a escribir, virtudes éstas que le permitieron iniciar una relación epistolar con su futuro amante: Fausto Delhuyar, un coronel del ejército del rey. Con él se fugó para descubrir más tarde el infortunio de su infertilidad, y la desgracia de estar al lado de un charlatán. Las habladurías del amante le significaron la obligación de contraer matrimonio con James Thorne, un médico de cuarenta años que comerciaba con su padre y al que nunca llegaría a amar.

Corría el año 1819 y Manuela deslumbraba en los grandes salones de Lima, junto a su amiga Rosita Campuzano. El resto de la América estaba convulsionada. Simón Bolívar ya había liberado el territorio de la Nueva Granada y se disponía a fundar en Angostura la Gran Colombia. Entrado el año de 1820, José de San Martín se encontraba de camino hacia Perú. Los limeños comenzaban a conspirar, y la Sáenz se convertía en una de las activistas principales. Las reuniones se realizaban en su casa y las disfrazaba de fiestas; actuaba de espía y pasaba información. Participó en las negociaciones con el batallón de Numancia, y en 1822, una vez liberado Perú, fue condecorada "Caballeresa

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