Estructura Economica De 1830 A 1846
Enviado por PaolaBorges • 27 de Noviembre de 2013 • 2.000 Palabras (8 Páginas) • 364 Visitas
La armonía existente entre propietarios, jefes militares y hombres de letras que caracteriza los años iniciales de la edificación de la República en 1830, desaparece luego de un accidentado periplo de desencuentros, discordias definiciones que culmina con la separación del grupo dirigente en dos banderías enfrentadas. Los motivos del deslinde no tienen su origen en la presencia de diferencias con respecto al proyecto formulado al inicio del ensayo. Por el contrario, la propuesta de inspiración liberal que consagra la Constitución de 1830 no se cuestiona ni se convierte en fundamento de la discordia. Es su ejecución, plasmada en la continuidad política de un grupo y en las disposiciones que norman la economía, el germen que provoca la división.
Las disensiones se expresan inicialmente de manera aislada e individual, a excepción de la revolución de las Reformas (1835-1836). No obstante, en 1840, aquellos que por separado habían manifestado sus diferencias, los que disienten del rumbo político y quienes han visto afectados sus intereses de manera directa, no vacilan en hacer causa común constituyéndose en asociación política. Es el nacimiento del Partido Liberal, nombre que rápidamente identifica al bando. Son sus promotores Tomás Lander, Antonio Leocadio Guzmán, Manuel María Echeandía, Tomás Sanabria, Mariano Mora, José Gabriel Lugo, Manuel Felipe Tovar, Valentín Espinal, Jacinto Gutiérrez, entre muchos otros.
Algunos, al breve tiempo, optan por retirarse de la bandería; otros, la mayoría, se sostienen en el empeño y progresivamente, nuevos y numerosos partidarios se suman a la iniciativa. Es un grupo heterógeneo: confluyen grandes hacendados, propietarios más modestos, letrados, artesanos, comerciantes, impresores, hombres de “oficio e industria útil” poseedores de rentas o ilustración. Si bien el partido Liberal en defensa de los hacendados, al mismo tiempo se convierte en referente de numerosos sectores de la sociedad que ven en el discurso liberal la posibilidad de una mudanza que propicie la incorporación de quienes, hasta ese momento, se han mantenido al margen de la política.
El divorcio de la elite, diez años después de haber comenzado el ensayo republicano dentro de un ambiente de frágil armonía, es un hecho de especial relevancia e importancia indiscutible. Se trata de una contienda por el poder cuyo fundamento son los principios y reglas establecidas de manera común al comienzo del ensayo. Además, constituye la confrontación entre los diversos intereses del grupo dirigente, lo cual da lugar a una rica controversia cuyo fin es determinar a quién le corresponde obtener los mayores beneficios de la actividad económica. Ello ocurre como parte de un intenso debate sobre los modelos, doctrinas y principios que debían regir la conducción económica del país.
El discurso elaborado y defendido por quienes se definen a sí mismos como liberales es, pues, un cuerpo de planteamientos estrechamente vinculado a las circunstancias y contingencias en las cuales se establecen los linderos políticos y económicos de su actuación. El resultado, una muy peculiar paradoja: constituirse al mismo tiempo en defensores y críticos del liberalismo.
La defensa del liberalismo:La lucha por la conquista del poder
Si bien, al constituirse la República, no hay mayores tropiezos para llegar a una fórmula política conveniente a todos los miembros de la elite dirigente, tal como señalamos al inicio, un lustro después comienzan a aparecer la fisuras que finalmente determinan la ruptura del acuerdo inicial.
En efecto, cuando se organiza la República, se persigue la instauración de un modelo adecuado a las pautas del liberalismo político de la época. Se piensa en un régimen de libertades individuales como pieza fundamental de la organización social y de rechazo al ejercicio autoritario del poder. Se pretende erigir un sistema en el cual exista una clara reglamentación del poder público, donde estén ausentes privilegios de carácter aristocrático, regido por una Constitución en la cual se establezcan los límites del poder del Estado, los derechos y deberes de cada ciudadano y las normas del pacto social que se procura llevar a cabo. Se trata de un estado de derecho en donde están previstas la alternabilidad republicada, la libertad de cultos, la independencia del poder civil frente al de la Iglesia y la libertad de imprenta y de opinión. [1]
Hay, pues, una clara disposición a establecer una ruptura con el esquema político basado en las costumbres y tradición absolutista, así como una firme decisión de impedir el autoritarismo como fórmula de control social.
Sin embargo, algunos notables manifiestan su disensión con respecto a lo que consideran desviaciones en la orientación del modelo adoptado. La armonía inicial comienza a debilitarse y, tempranamente, surgen las primeras críticas. El autor de ellas es Tomás Lander quien condena la actividad de los legisladores, y los califica de haber contribuido muy poderosamente a poner las bellas instituciones de Venezuela en el borde del abismo que hoy las circunda (Lander, 1835: 347)
En 1835, los hombres de armas, despojados de sus privilegios políticos, se levantan contra el régimen para expresar su vocación de poder. Son unánimemente condenados y militarmente derrotados. No obstante, la pena impuesta divide la opinión de los notables debemos penar a sus autores no de un modo que los extermine, sino de una manera que los corrija (Lander, 1836: 425), argumentan los amigos de la clemencia.
Las distintas contiendas electorales enfrentan a los notables en la disputa por el control de los organismos gubernamentales locales y nacionales. Los resultados no cubren las expectativas de todos los miembros de la elite y surgen las desavenencias propias de la lucha por el poder.
En 1839, tienen lugar dos sucesos que definen el desenlace final de la discordia. La aprobación del código de imprenta el 27 de abril, el cual establece un tribunal de censura para evitar los abusos y, ya finalizando el año, la separación definitiva de Antonio Leocadio Guzmán del tren gubernativo.
El primer asunto, con el tiempo, genera enconadas controversias como veremos más delante, el segundo, aun cuando pareciera contingente, se convierte en factor crucial del divorcio de la elite. Cuando Antonio Leocadio Guzmán sale de su cargo de Oficial Mayor de la Secretaría del Interior
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