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Evaluación Y Cambio Educativo, M Fernandez Perez


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2014  •  1.751 Palabras (8 Páginas)  •  344 Visitas

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Capítulo III: ¿Qué es, pues, lo que falta?

El autor reflexiona en torno a lo siguiente: ¿por qué, pese a los cambios que se han tratado de hacer “razonables y bien fundados”; las práctica general en todos los niveles, se caracteriza por su falta de objetividad, tanto desde el punto de vista de la validez de los exámenes, como de su confiabilidad, como dese el punto de vista del absurdo sicológico y pedagógico de una evaluación discontinua, parcial en numerosos aspectos y desintegrada del proceso de aprendizaje y de la formación del estudiante?.

El autor trata de responder estas preguntas a través de variados puntos, que se refieren a que no han existido cambios “por dentro”. Que no ha habido cambios estructurales, en relación a las propias posturas del profesor.

Primer apartado: El endomedio psicológico

1) Falta de preparación del profesorado: Se refiere a una falta de preparación del tipo técnico. El profesor, dentro de los contextos educativos actuales y de una acción pedagógica cargada de años de prácticas naturalizantes; carece de información suficiente para saber cómo aplicar una nueva manera de valorar el rendimiento escolar de los estudiantes. Esta falta de información afecta en varios sentidos, tales como las condiciones de validez de pruebas y exámenes, los objetivos de los aprendizajes, la evaluación, su tarea como profesores en forma de conducta observable, las relaciones teóricas que existen implícitas dentro de su práxis educativa etc.. (osea, afecta en todos los ámbitos).

2) Sistema de autoridad; la “necesidad” del profesor de juzgar al estudiante: El autor indica a que existe una necesidad implícita en el profesor de juzgar lo que hace el estudiante desde una posición elevada de poder impuesta. Desde una “autoseguridad del docente” y la dependencia del estudiante a este. Desde una práctica que viene ejerciendo pro años y que no permita ver la evaluación desde otra perspectiva que no sea desde esta misma posición de poder. Además, el sistema aún vigente que la propia sociedad ha dado; ha posicionado al docente en una posición de “juez”. El estudiante es visto como “enemigo”. “El sistema educativo presiona al profesor a través del comportamiento posible del alumno, juzgando en gran parte la valía del docente por los resultados que éste consigue de aquel, de manera que el profesor se ve obligado a presionar, a su vez al alumno en su “propio interés… el alumno se convierte en un instrumento para el profesor”.

3) Resistencia a los cambios: El autor indica que los cambios en la cultura escolar no son de forma espontánea. Por ello, suponer que el hecho de que exista un espacio escolar y un docente dentro de la sala de clases; que permitirá los cambios sería un error. Esto en base a que el sistema educativo está orientado a seguir con estructuras pasadas en cuanto a modelo de cultura, de valores y de concepción del mundo. No es un terreno fértil para llegar y provocar cambios. Sin contar con la carga ideológica de conducta estereotipadas e impersonales que encontramos en el mundo educativo, además de la falta de técnicas y comprensión de los cambios; se hace muy difícil situarse con cambios que ataquen el sentido común (lo cual obviamente no lo hace imposible, sino; mejor no seamos profesores).

Segundo apartado: el endomedio sociológico

1) Centralismo: se refiere a la imposición de exámenes impuestos “desde afuera”, hacia los profesores. En especial, a que si el profesor es quién va a implementar una prueba, lo lógico sería que este participara de la construcción de ella; y no a través de una imposición. Según el autor es “incoherente en que en una época en la que en todas partes se dice que hay que fomentar la creatividad, el descubrimiento y el pensamiento independiente…. Todo ello en cuanto al alumno se regatee y se niega exactamente todo lo dicho al profesorado, al que se aconseja y hasta exige que educe conforme a esos principios “ de moda” (como la esquizofrenia de los planes y programas del gobierno etc).

2) Lo “importante” de la escuela: El autor se refiere a que a pesar de que se ha estipulado con fuerza aquellas ideas sobre la formación intelectual del estudiante, “a la hora de la verdad lo que nuestro sistema educativo mide, por desgracia, no va más allá de la memorización, mas o menos verbal y habilidosamente expresada, de viejas informaciones.”

3) La Función privilegio: La sociedad no se pregunta por el aspecto capital de los procedimientos a través de los cuales se ha llegado a determinados rendimientos: su necesidad de información queda satisfecha, cuando se le presentan los números que en teoría miden los niveles de “producción escolar”. De hecho, “justamente el lazo de conexión, el prácticamente único puente de comunicación entre la escuela y la familia lo constituyen de manera sistemática y en la mayoría de los casos, las calificaciones que el estudiante muestra a sus padres, se firman y luego son devueltas a la escuela”. A los directivos sólo termina interesándoles las “puntuaciones” que los estudiantes tienen en las pruebas. Sin contar además con las presiones que en este sentido recaen sobre los profesores.

Destino económico de la evaluación: Significa el uso de la evaluación como un mero instrumento, como útil al servicio de algo. El autor señala la idea que se tiene de la evaluación como “evaluar”, refiriéndose a la evaluación como un cúmulo de datos , arbitrarios e insignificantes, creyéndose que pretendían valer de algo para

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