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Habia Una Vez...


Enviado por   •  11 de Abril de 2013  •  6.058 Palabras (25 Páginas)  •  406 Visitas

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Había una vez…’

A lo largo de la vida uno reconoce el comportamiento humano clasificándolo por grupos: Los peces nadan con otros peces, los leones cazan con otros leones y las aves vuelan con otras aves. Ahora si aplicamos está misma categorización a una escuela secundaria, podríamos decir que no existe nada más fuera de lugar que una chica hermosa envuelta con un impecable abrigo blanco de cachemira sentada sobre la cama de sabanas negras de un antisocial rebelde como Zayn.

El chico vivía en una casucha en uno de los sectores más marginales de la ciudad. Su padre, un alcohólico vicioso, apenas ganaba lo suficiente para sus adicciones por lo que no quedaba prácticamente para nada más. Zayn había tenido que trabajar para calmar el calor del hambre en su estómago desde que tenía uso de razón. Aún así, comprendía la importancia y utilidad de la educación, por lo que nunca dejó la escuela.

Su vida era una constante rutina. Se levantaba a la escuela por las mañanas, a la tarde se iba a trabajar al taller mecánico y por las noches volvía tan cansado que se iba derechito a la cama. Se podría decir que no le quedaba mucho tiempo para socializar, aunque la verdad prefería estar solo. No quería que nadie se compadeciera de él al enterarse de la mierda en que vivía. Por eso también toda la vestimenta negra y los tatuajes, ya que está científicamente comprobado que cuando la gente te teme no se mete contigo.

Ese día jueves aparentaba ser como cualquier otro; se había ido temprano a la escuela, a la hora de salida molió a golpes a un estúpido que trató de pasarlo en la fila del casino y luego se fue a trabajar. Ahora volvía a casa agotado casi llorando por una ducha caliente y el confort de su cama. Sin embargo, casi se cae de espaldas al abrir la puerta de su habitación y encontrarse con Ale Smith sentada con mirada nerviosa sobre su cama.

La chica era todo lo opuesto a él, adinerada y endemoniadamente hermosa. Llevaba el cabello recogido en un moño alto en su nuca y los delicados pies calzados en unas sandalias negras que pudo asegurar costaban más que su salario de un mes. Su padre era un escritor de ‘best sellers’ que a pesar de su creciente fortuna trataba de mantener a sus hijos con los pies en la tierra al enviarlos a la escuela subvencionada de la ciudad.

Zayn recorrió la habitación con la mirada como tratando de asegurarse que por alguna mala jugada de su agotada mente no haya confundido su casa con otra. Pero no. Ahí estaban sus camisetas negras regadas por el piso y sus posters de bandas seguían exactamente donde las dejó esa mañana.

Ale se puso de pie lentamente, como una pequeña gacela frente al inminente ataque de un depredador. La chica enderezó la espalda con gracia femenina y se aclaró la garganta antes de hablarle.

—Siento mucho haberme metido en tu habitación sin previo aviso —se disculpó.

Zayn continuó en silencio, aún sin comprender del todo si lo que estaba ocurriendo era la realidad o una alucinación.

—¿Estás bien? —le preguntó después de un largo silencio.

—¿Cómo conseguiste mi dirección? —le dijo empuñando las manos y con labios tensos. Si esta era alguna clase de broma de sus amiguitos populares los dejaría a todos sin dientes.

—Yo… te seguí después de la escuela el otro día.

—No vengo a casa después de la escuela.

—Lo sé. Te seguí a tu trabajo y esperé a que terminaras tu turno.

Genial. Esto era lo último que le faltaba. Ahora todo el mundo se reiría de él al saber que el chico rudo se pasaba las tardes con las manos embadurnadas de grasa.

—Estás cruzando una delgada línea. Será mejor que te expliques pronto.

—Mira… tengo un novio que está en segundo año de universidad. Él siempre está tratando de hacer avances conmigo y bueno…

—¿Y a mí que me importa eso?

Valentina metió una mano en el bolsillo de su abrigo y sacó un fajo de billetes.

—Estos son todos mis ahorros. Pensé que tal vez pudieses ayudarme.

—Aún no entiendo que deseas de mí —le dijo exasperado.

—Mi novio ha estado con otras chicas antes y él y sus amigos siempre están haciendo bromas acerca de las chicas vírgenes.

—Ay, Dios… por favor dime que no es lo que creo.

—Bueno, sé que necesitas el dinero.

—¿Qué acaso viste mi nombre en algún aviso en el periódico?

—Por favor… mira, no ha sido mi intensión ofenderte —le dijo con la voz quebrada. —Sólo pensé que podíamos ayudarnos mutuamente.

—Estás loca, mujer. Ahora hazme el favor de salir de aquí antes de que llame a la policía.

—¿Tan repugnante te parezco? —le preguntó con expresión ofendida.

—Te sería mucho más fácil conseguirte un nuevo novio que te aprecie por lo que eres —le respondió evadiéndola.

—Pero lo quiero a él.

—Si fuese así no estarías aquí ahora.

—Te equivocas. Esto lo hago porque lo quiero.

—Vaya manera de querer que tienes.

Zayn caminó hacia ella hasta quedar enfrentados.

—¿No te parece descabellado lo que me pides? Dime, ¿Cuándo fue la última vez que tú y yo cruzamos palabra?

—Está es la primera vez.

—Ese es mi punto.

Estaba claro que el chico no iba a ponérselo fácil, pero si había algo de lo que ella podía jactarse era de su poder de convencimiento. Así que después de una pausa, Ale se dio la vuelta y con pequeños pasos se paró junto a la cajonera donde el mantenía sus artículos de aseo, con un movimiento de su elegante mano puso el dinero junto a su desodorante barato y trabajó en silencio los botones de su abrigo.

Él se le quedó mirando desde atrás y casi pierde el aliento cuando con un sensual movimiento dejó caer su abrigo al piso. Vestía un exquisito conjunto de encaje beige y negro que acariciaba delicadamente su cuerpo. Cuando Ale se volteó, no pudo evitar clavar su mirada en cómo los pesos gemelos de sus senos se amoldaban generosamente dentro de las copas de femenina tela.

—Por favor… —volvió a rogar ella a la vez que le tomaba la mano y la ponía en su cintura.

Zayn sintió su sangre calentarse al sentir la sedosa piel bajo su palma y cuando ella se adentró en el círculo de su abrazo supo que no podría rechazarla. Tendría que estar demente.

Él bajó la mirada para encontrarse con sus ojos avellana. Ella lo miraba suplicante y sus rosados labios entreabiertos por su respiración entrecortada le hacían una dolorosa invitación a lamer ese carnoso labio inferior. Zayn se vio a si mismo reflejado en

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