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Micro Historia


Enviado por   •  19 de Mayo de 2013  •  4.045 Palabras (17 Páginas)  •  445 Visitas

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LA MICROHISTORIA

Como método para dar con la clave de México. En 1971 propuse la microhistoria para el multi-México, y trece años después sigue válida, a mi modo de ver, esa proposición, aunque con variantes en su formulación. Entonces tenía vagos los conceptos de terruño y microhistoria. No alcanzaba a ver la diferencia entre la breve comunidad del terruño donde predominan los lazos de sangre y de mutuo conocimiento y la mediana comunidad de la región donde son particularmente importantes los lazos económicos. No distinguía a plenitud entre un pueblo, cabeza de una tierruca y una ciudad mercado, núcleo de una región. Por lo mismo, confundía la historia regional con la historia parroquial; llamé a una y otra microhistoria o historia matria.

El término microhistoria -pienso hoy- habrá que reservarlo para el estudio histórico que se haga de terruños como los aludidos antes. Es un término que debería aplicarse a la principal manera como guardan su pretérito los mexicanos menos cultos, mediante la historia recordada por los viejos en miles de terruños. El papá grande de la microhistoria que se postula aquí es el papá grande de cada pueblo que cuenta con sencillez, a veces en forma de corrido, acaeceres del lugar.

De la microhistoria contada o cantada por los "viejitos" se suele pasar a la microhistoria escrita por los muchos aficionados o "todistas" pueblerinos. En México abundan las historias parroquiales escritas por gente que no se llama intelectual. Se trata de micro historiadores sin contacto con la vida universitaria, y sí en estrecha comunicación con la vida popular. No frecuentan aulas, pero sí cafés y bares. "Por lo demás, es difícil definirlos porque a la mies micro histórica acude gente de muy distinta condición... Y sin embargo, es posible rastrear en ellos algunos rasgos comunes; así la actitud romántica."

Permítaseme repetir. "Emociones que no razones son las que inducen al quehacer micro histórico. Las microhistorias manan normalmente del amor a las raíces, del amor a la madre. Sin mayores obstáculos, el pequeño mundo que nos nutre y nos sostiene se transfigura en la imagen de la madre... Por eso, a la llamada patria chica le viene mejor el nombre de matria" y a la narrativa que reconstruye su dimensión temporal puede decírsele, además de microhistoria, historia matria. En la gran mayoría de nuestros cronistas locales anida el "mamaísmo", el amor impetuoso al ámbito maternal. El micro historiador espontáneo trabaja "con el fin, seguramente morboso, de volver al tiempo ido, a las raíces, al ilusorio edén, al claustro del vientre materno".

Con todo, al micro historiador edípico no se le desdeña por eso. Si los científicos sociales lo miran como al pardear es por su poco oficio. Quizá sólo estudió la primaria. Quizá sea profesionista, pero no historiador de profesión. Normalmente le falta rigor intelectual; no posee la teoría de su práctica. "Con mucha frecuencia ignora las fuentes de conocimiento histórico" y no sabe hacer acopio de fichas. También padece de credulidad; le falta pericia crítica. Sus libros están generalmente hartos de amor al terruño y ayunos de investigación rigurosa. Por su poco oficio, cae con frecuencia en el vicio de la hybris; rebasa la medida de la razón. Según Levilliot: "El micro historiador tiende a desbordarse, en lugar de restringirse a un tema. No dudará en meter una digresión, a menudo muy erudita, en una monografía aldeana; no eliminará, sistemáticamente, todo lo que pueda aparecer sin relación con su tema... Lo multidisciplinario se realiza vigorosamente en los cronistas locales." Éstos muestran una enorme capacidad para referirse a todo y una soberana incapacidad de síntesis. Sus obras suelen ser verdaderos mazacotes que no conquistan la atención de nadie fuera de la comunidad a que se refiere.

Con todo, la historiografía parroquial o microhistoria no está comprometida con la tradición hasta el grado de que no pueda superarla. No es esencial en la microhistoria la ineptitud para esculpir imágenes interinas del pasado, acopiar pruebas, hacer crítica de monumentos y documentos, percibir las intenciones de la gente y realizar, como mandan los manuales de metodología científica, las operaciones de síntesis. De hecho, ya se está haciendo una microhistoria de carácter científico, guiada por el criterio de la veracidad de los acaeceres.

La nueva microhistoria no sale al encuentro de su pequeño mundo sin un buen equipo de preguntas, sin programa, sin marco teórico, sin ideas previas y prejuicios, y en definitiva, sin una imagen provisional del pasado que se busca. El nuevo micro historiador, que ha recibido formación universitaria para investigar lo sido, se somete a rigores de método más penosos, en algunas etapas del viaje, que los padecidos por quienes practican las demás historias. En la etapa heurística, de aprendizaje para uno mismo, de junta de información, la especie micro histórica está sujeta a leyes más ásperas que las demás especies que se ocupan del pasado.

La gente encopetada y los hechos de fuste, asunto de las microhistorias tradicionales, ha dejado muchos testimonios de su existencia. No así la gente humilde y la vida cotidiana, objetos de la microhistoria. Por lo mismo, ésta se ve obligada a echar mano de pruebas vistas desdeñosamente por la historia grande y general. La micro se agarra de luces tan mortecinas como las proporcionadas por las cicatrices terrestres de origen humano; por los utensilios y las construcciones que estudian los arquéologos y por la tradición oral. Echa mano también de papeles de familia (cartas privadas y escrituras contractuales); registros eclesiásticos de bautizos, confirmaciones, matrimonios, pago de diezmos y muertes; registros notariales de compraventas, disposiciones testamentarias y tantas cosas más; censos de población y de índole económica; informes de curas, alcaldes, gobernadores y otras personas que sirven de enlace entre el poder municipal y los poderes de mayor aliento.

La microhistoria que se ha venido haciendo en México en los últimos años se sirve también de libros de viajeros y de reportajes para la prensa periódica. Tampoco olvida las relaciones previas escritas por amateurs. En suma, se ve obligado a hacer grandes caminatas o investigación pedestre, excavaciones arqueológicas, muchas horas de oír y de grabar recuerdos, larguísimos sentones en archivos públicos y privados y en bibliotecas.

Los libros de microhistoria pueden ofrecer una información abundante y sólida si los investigadores tienen la paciencia del santo Job y la versatilidad de no sé quién. El

macro historiador se sirve de un numeroso ejército de archiveros, bibliógrafos, numismáticos,

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