Modernidad Liquida

A estas alturas es raro encontrar en Italia una librería que no destine una sección completa de su espacio a la globalización. Si no de una palabra-fetiche, a la que acudir en cada ocasión para evocar beneficios, incomodidades y arriesgadas novedades de la transformación en curso, se trata ciertamente de una palabra que se está desgastando rápidamente, tanto que alguno ya se apresura a escribir su genealogía o incluso su necrológica. Con toda probabilidad, una vez publicado en Inglaterra (2000) y traducido en Italia (2002), Modernidad líquida de Zygmunt Bauman habrá aparecido precisamente en la voz "globalización". Sin embargo este ensayo es un ejemplo logrado de cómo se puede escribir una historia del presente articulada y coherente sin tener que incurrir en la palabra sospechosa y en el retrogusto ambiguo que ésta deja tras de sí.

Como siempre, no es sólo una cuestión de palabras. Bauman concibe la sociología como una crítica puesta al servicio de un interés, el de la emancipación, que en la "sociedad de los individuos" nunca puede faltar. Es esta idea la que asimila al sociólogo al discurso de la modernidad más que al de la globalización. La alternativa entre ambos discursos no se formula explícitamente pero emerge ya de la propia estructura del ensayo: las cinco categorías que dan título a las secciones gravitan alrededor del problema de la autonomía, reconstruyendo, en este orden, las amenazas alas que ésta se ve expuesta actualmente (Emancipazione e Individualità), las raíces de tales amenazas (Tempo/spazio y Lavoro) y sus habituales formas sustitutivas (Comunita). Según Bauman la modernidad de una forma de vida asociada reside ante todo en el hecho de que los individuos y la sociedad en su conjunto deben poder poner en discusión, si lo consideran necesario, las reglas del juego en el que viven. Esta demanda viene del modo, típicamente moderno, de entender la individualidad como tarea de "individualización" y no como algo ya dado: el discurso de la modernidad se constituye para sostener esa tarea, deconstruyendo constantemente los vigentes regímenes de poder y de verdad en relación con las exigencias individuales y colectivas de autonomía. La globalización y su discurso tienden, en cambio, a creer que las leyes del actual sistema-mundo no pueden ser revisadas y que toda acción (ya sea pro- no- o new-global) tiene que asumir ante todo este horizonte como infranqueable.

Modernidad líquida saca a la luz las insidias de una perspectiva totalmente interna a la constitución económico-política del presente. Se da el caso, de hecho, de que el nomadismo con el que el capital mundial chantajea en la actualidad la estabilidad de los estados-nación y de la fuerza de trabajo, se reproduce sometiendo las libertades (el plural es obligado) que los individuos han conquistado con las luchas de las pasadas décadas; y que la práctica de la individualidad y la retórica del individuo self-made constituyen las

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