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Religion En Roma


Enviado por   •  30 de Junio de 2013  •  1.899 Palabras (8 Páginas)  •  419 Visitas

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LA RELIGIÓN EN LA ANTIGUA ROMA

Los pueblos itálicos forman parte del conjunto de pueblos denominados indoeuropeos.

Los mitos de diferentes pueblos indoeuropeos han heredado de sus ascendientes comunes adquieren, según los casos, fisonomías diversas. Los romanos eran refractarios a los juegos de la imaginación religiosa.

En la historia primitiva de Roma, se encuentran desintegrados y humanizados, los más antiguos relatos míticos transformados en Res Gestae. A la luz de este descubrimiento que el conjunto de las comparaciones utilizadas parece confirmar, las figuras célebres de los dioses y de los héroes adquieren una dimensión distinta. Las divisiones divinas y sacerdotales de Roma conservan las huellas de la estructura social tripartita de los indoeuropeos, divididos en sacerdotes, guerreros y agricultores, cada uno de ellos con su correspondiente patrono divino.

Las Tablas Eugobinas describen en detalle las ceremonias realizadas cada año en Iguvium por un colegio sacerdotal, el de los Fratres Atiedii, con fines, por un lado, de purificación de la ciudadela, y por otro, de lustración del pueblo. A esto se le añade la enumeración de los ritos a ejecutar en fecha perfectamente determinadas.

LOS SACERDOCIOS

El sacerdote es aquel que proporciona lo sagrado. Es el representante religioso de la comunidad, el encargado por el Estado para cumplir personalmente los ritos pertinentes o vigilar por su estricto cumplimiento, a demás del alto grado de ritualismo de la religión Romana. Los sacerdotes vivían igual que cualquier otro ciudadano, debe cumplir con sus obligaciones cívicas.

El Colegio de Pontífices (Collegium Pontificum) consistía en quince sacerdotes encargados de oficiar los ritos públicos de la Religión del Estado y tenían autoridad ordinaria en determinar la estructura y naturaleza tanto de los rituales públicos, como de los propios sacerdocios. Actuaban como un comité de supervisión para los ritos públicos de la Religión Romana y nombraban a los nuevos miembros de los distintos sacerdocios. Y se encontraba dominado por la personalidad y el papel organizador de su presidente, el Pontifex maximus el cual actuaba como el portavoz del Collegium Pontificum.

El colegio de las Vestales es un sacerdocio compuesto por seis mujeres que guardan la Llama Sagrada de Roma, escogidas por el sumo pontífice, supervisan el culto de Vesta, Diosa del Hogar y del Fuego. Eran guardianes del fuego de la ciudad, que jamás debían dejar de extinguirse.

Un respecto general las rodeaba, pero si faltaban a su deber de castidad eran condenadas a muerte, enterradas vivas en un subterráneo y separadas para siempre del contacto con la sociedad de los hombres, a la que hubieran contaminado con su contacto, pero en Nova Roma este requisito ha sido sustituido por un voto voluntario de castidad mientras dure su servicio como sacerdotisas.}

El Colegio de Augures (Collegium Augurium) es el segundo en importancia dentro de los colegios sacerdotales, intérpretes de la voluntad de los dioses y guías indispensables de la cuidad. Los augures eran expertos en la ciencia que interpretaba la voluntad divina, consagrar los emplazamientos de templos y santuarios, supervisar las leyes del augurio y asesorar al Senado.

Los Flamines, son trece sacerdotes especializados en el culto a una divinidad concreta, es decir no constituyen un colegio ni ningún otro tipo de asociación o cofradía sacerdotal, los Flamines presiden los ritos públicos en los días consagrados a su Divinidad, y supervisan el resto del culto ordinario de su Dios.

Bajo la monarquía etrusca se produjo el nacimiento de un nuevo colegio compuesto al principio por una simple comisión de dos miembros, encargados de consultar los Libros Sibilinos. Convertidos en diez y finalmente en eran quince, estos sacerdotes no tenían otra misión que la de simple consultores, ya que serán aquellos quienes encuentren en las misteriosa colección, que va a sufrir diversas transformaciones e incrementos a los largo del tiempo, las diversas fórmulas expiatorias para exorcizar los prodigios que sucesivamente aterrorizan a Roma y parecen indicar una momentánea ruptura de la concordia establecida entre los dioses.

Doce sacerdotes que formaban el más antiguo colegio sacerdotal de Roma. Los Hermanos Arvales, ofrecían sacrificios públicos por la fertilidad de los campos, y presidían el culto de la Diosa Dia, Divinidad del Grano y de las Espigas.

Veinticuatro sacerdotes que bailan durante las procesiones de los festivales públicos de Marte. Además formaban dos grupos, el del Quirinal y el de Palatino, ritmaban con la cadencia de sus cantos y danzas de las épocas de guerra.

La cofradía de los Fetiales, contaba de veinte sacerdotes que representaban a Roma en los asuntos exteriores, establecimiento de tratados internacionales y en las declaraciones de guerra.

LA RELIGION DOMÉSTICA

Una de las primeras reglas de aquel culto era que cada familia sólo podía reunir culto a los muertos que le pertenecían por la sangre. Sólo el pariente más próximo podía celebrar religiosamente los funerales.

Se creía que el muerto sólo aceptaba la ofrenda de manos de suyos, sólo aceptaba culto de sus descendientes. Por eso la ley prohibía que el extranjero se acercase a una tumba.

En Roma, como en la India, el hijo tenía el deber de hacer las libaciones y sacrificios a los manes de su padre y de todos sus abuelos.

Los sacrificios se realizaban siempre conforme a los ritos, y los alimentos se depositaban en la tumba los días prescritos, el antepasado se convertía en un dios protector.

Para la religión doméstica no había reglas uniformes, ni ritual común. Cada familia poseía la más completa independencia.

No existía otro sacerdote que el padre; como sacerdote, no reconocía ninguna jerarquía. El pontífice de Roma o el arconta de Atenas podían informarse de si el padre de familia observaba todo los ritos religioso, pero no tenían el derecho de ordenarle la menor modificación.

Cada familia tenía sus ceremonias propias, sus fiestas particulares, sus fórmulas de orar y sus himnos. El padre, único intérprete y único

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