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Siete Lamparas De La Arquitectura


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  2.149 Palabras (9 Páginas)  •  441 Visitas

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Las 7 lámparas de la arquitectura

Capítulo I lámpara o espíritu de sacrificio

La arquitectura es el arte que dispone y adorna los edificios levantados por el ser humano para el uso que sea, de modo que la visión de ellos contribuya a su salud mental, poder y placer

Diferencia entre arquitectura y construcción

Construcción: se entiende por armar y ajustar las diversas partes un edificio (construcción de una iglesia, una casa, un barco, etc.) Que un edificio se sostenga, el barco flote no significa que es arquitectura. La construcción no llega a ser arquitectura por el mero hecho de la estabilidad de lo erigido.

Para que una construcción sea considerada como arquitectura se le debe imprimir ciertos caracteres venerables o bellos; darle un carácter estético por demás de la estabilidad.

La arquitectura propiamente dicha se organiza bajo 5 títulos:

Piadosa: que incluye todas las construcciones erigidas en honor o servicio de dios

Conmemorativa: que incluye monumentos y tumbas

Civil: aquellos edificio levantados por naciones o sociedades para diversión y asuntos corrientes.

Militar: toda la arquitectura pública y privada de defensa.

Domestica: toda categoría y tipo de vivienda

LÁMPARA 1 O ESPÍRITU DE SACRIFICIO

Es el espíritu que, de dos mármoles bellos, aplicables y duraderos por igual, nos hace escoger el más costoso por serlo. Y de dos tipos de decoración, impresionantes por igual, preferimos elegir la más elaborada y rebuscada porque lo es, afín de que pueda ofrecerse, en el mismo espacio más gasto y másreflexión.

Es un principio muy irracional y entusiasta, por el contrario del sentimiento dominante en los tiempos modernos, que busca producir los mayores resultados al mínimo coste.

De este principio se divide en dos variantes:

La primera: el ansia de practicar la abnegación por un simple hecho y puro motivo de autodisciplina, un ansia que actúa con el consiguiente abandono de las cosas queridas y deseadas, sin que haya un fin inmediato que responder al hacerlo.

La segunda: el deseo de honrar o satisfacer a algún otro con la suntuosidad del sacrificio.

En el primer caso la práctica es privada en su mayoría y en el segundo, es con gran ventaja público

CAPITULO II LA LÁMPARA DE LA VERDAD

“Hay un acusado paralelismo entre las virtudes del ser humano y la ilustración del mundo que habita” John Ruskin

Hay defectos pequeños en el espectáculo del amor, errores pequeños en la estimación de la sabiduría, pero la verdad no olvida una ofensa ni soporta una mancha. Estamos demasiado habituados a contemplar la mentira en sus más sombrías asociaciones y a través del color de sus peores propósitos.

Podría pensarse en un primer momento que todo el reino de la imaginación es también del fraude; no es así, el acto de la imaginación es un emplazamiento voluntario de los conceptos de las cosas ausentes o imposible; su placer y su nobleza residen. Pero en la arquitectura es posible una violación de la verdad menos sutil; la falsedad directa de aserto respecto de la naturaleza del material o la cantidad de trabajo. Esto es, en el sentido amplio de la palabra, malo; es indigno de arquitectos y pueblos.

En términos generales, las mentiras arquitectónicas se pueden distribuir en tres categorías;

1. La insinuación de un tipo de estructuras o soporte que no es el verdadero; como en los medallones de las techumbres del gótico tardío

2. Pintar superficies para representar un material que no es el que en realidad hay (como la marmoración de la madera) o la representación engañosa de ornamentos esculpidos sobre ellas

3. El empleo de ornamentos de cualquier tipo, hecho a máquina o moldeados

En consecuencia, se puede afirmar que la arquitectura será noble exactamente en la medida en que se eviten esos recursos falsos.

Engaños estructurales. El arquitecto no está obligado a exponer la estructura; ni vamos a quejarnos de el por ocultarla, pero el edificio será mucho más noble cuando descubre a la mirada inteligente dos grandes secretos de su estructura.No puede hablarse de fraude si existe mucho placer en la impresión irresistiblemente contaría.

Quizá la fuente más fructífera de toda esta clase de corrupciones, presenta una “forma incierta” y de la que no es fácil determinar los límites y las leyes que le son propias; al empleo del hierro. La definición del arte de la arquitectura es independiente de sus materiales. De modo que la utilización parcial o exhaustiva de estructuras metálicas debería ser considerada, por lo general, como un alejamiento de los principios originales del arte.

Sin embargo, es evidente que los metales pueden y a veces deben participar, en cierta medida, en la construcción, como los clavos en la arquitectura de la madera, los roblones y las soldaduras en las piedras; hemos de encontrar una regla que nos permita detenernos en alguna parte. Esta regla es que los metales pueden ser empleados como un cemento, no como un soporte.

A pesar de todo, donde el trazo es de tal delicadeza y fragilidad que, en ciertas partes de edificios muy bellos y acabados, es deseable su empleo, y allí donde su perfección y seguridad dependen de algún modo de la utilización del metal, no ha de ser criticada tal aplicación.

Engaños de superficie. Se pueden definir en general como la inducción de la creencia en alguna forma o material que en realidad no existe, como el frecuente pintado de la madera para representar mármol, o el pintado de adornos en falso relieve, etc.

¿En que radica el carácter distintivo? En dos puntos, principalmente. Primero, en que la arquitectura guarda tan estrecha asociación con las figuras y mantiene tan magnifica confraternidad con ellas que se sienten a un mismo tiempo como una sola obra; y dado que las figuras han de estar por fuerza pitadas, se sabe que la arquitectura también lo está. No existe, pues, engaño. Segundo, en que un pintor se detendría siempre poco en esas partes secundaria del proyecto, por la cantidad de esfuerzo ordinario que se necesitaría para inducir la creencia de su realidad y por extraño que parezca, porque nunca pintaría tan mal como para engañar.

La pintura reconocida como tal, no es engaño, no vindica ningún material, cualquiera que este sea. Madera, piedra, estuco, da lo mismo. Sea cual fuere el material, una buena pintura lo hace más precioso; nunca podrá decirse que engañe en lo que se refiere a la base, pues de ella no nos brinda información. Siendo lícito entonces pintar ¿es lícito pintar todo? Sí, siempre que la pintura se reconozca, pero si, aunque mínimamente, se pierde la sensación de ello y la cosa pintada se supone real, en ese caso

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