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Simón Rodríguez


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2012  •  2.193 Palabras (9 Páginas)  •  331 Visitas

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Simón Rodríguez

Nació en Caracas el 28 de octubre de 1769 y murió en Amotape (Perú) el 28 de febrero de 1854. Hijo natural de Alejandro Carreño y Rosalía Rodríguez. Hermano del músico Cayetano Carreño. Fue Filósofo, pedagogo, maestro y mentor de Simón Bolívar. Calificado de loco, maestro o don, este ejemplar venezolano, se caracterizó por seguir apasionadamente su ideal de pensar y enseñar en libertad plena.

De la infancia de Rodríguez se conoce muy poco. El carácter nada común de este lo llevó a quitarse el apellido paterno y a quedarse sólo con el de su madre. En junio de 1814 se casó con María de los Santos Ronco, acto en el cual se declaró “expósito de esta feligresía”.

Desde muy joven, Simón Rodríguez se dedicó a la educación y gozó del honor de ser el maestro de Simón Bolívar, en quien influyó notablemente. Toda su vida estuvo acompañada de ideas revolucionarias. Simpatizó con el movimiento independentista de Gual y España, y ante su fracaso, también él debió emigrar. Entonces se dirigió a Jamaica, donde estudió la lengua inglesa. Partió luego a los Estados Unidos y, finalmente a Europa.

La estadía del maestro en el viejo continente le permitió dominar el francés, el italiano, el alemán y el portugués, profundizar sus estudios filosóficos y entrar en contacto con las teorías revolucionarias que pronto implantarían un nuevo orden político y social de alcance mundial. Todos estos conocimientos, más tarde los vertiría en su más destacado alumno: el Libertador Simón Bolívar.

En Francia se encontraron maestro y alumno y de allí partieron a un viaje que los llevó a Lyon y Chambery, para luego atravesar Los Alpes y entrar a Italia. En Milán, Rodríguez y Bolívar presenciarían la coronación de Napoléon Bonaparte como rey de Italia; y en Roma, el futuro Libertador de América se comprometería con el futuro de este continente, desencadenado del dominio español.

Rodríguez se separó de su alumno y a partir de 1806 inició una peregrinación por varios países de Europa.

De vuelta a América, Bogotá fue sede de la primera escuela-taller fundada por el maestro, en 1824. En 1825, Bolívar recibió a su mentor en Lima y lo incorporó a su grupo de colaboradores directos, nombrándolo “Director de Enseñanza Pública, Ciencias, Físicas, Matemáticas y de Artes y Director General de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana”.

El 7 de enero de 1826, Bolívar regresó a Lima y Rodríguez permaneció en Bolivia, de aquí no volverían a verse más. Aquel año fundó la segunda escuela-taller, con proyecciones para toda Bolivia. Su labor no pudo continuar debido a sus ásperas relaciones con el Presidente de Bolivia, Antonio José de Sucre. Rodríguez renunció a su cargo.

El maestro se marchó a Arequipa donde publicó el Pódromo de Sociedades americanas en 1828, obra en la que insistía en buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica.

Desde Lima, Rodríguez viajó en 1834 a Concepción (Chile) y allí se encuentra por segunda vez con Andrés Bello –ya se habían visto en Europa–. En Valparaiso escribió en el periódico El Mercurio. En 1842 viajó de Lima a Ecuador. De allí visitó varias localidades de suramérica dejando rastro de su talento y creación inagotable.

Simón Rodríguez murió en una aldea peruana en 1854, pobre y sin hogar. Sus restos fueron trasladados en 1954 al Panteón Nacional, en el centenario de su muerte.

Algunas de las obras de Simón Rodríguez son: Defensa de Bolívar; El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, Defendidos por un amigo de la causa social; Observaciones sobre el terreno de Vincocaya; Luces y virtudes sociales.

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Nace en Caracas Simón Rodríguez, calificado de "loco", "maestro" o "don", este ejemplar venezolano, de padres desconocidos, el 28 de octubre de 1771. Se dice que fue hijo adoptivo de Cayetano Carreño y de Rosalía Rodríguez. De su infancia, se conoce muy poco. Simón Rodríguez es un niño expósito y su único familiar conocido es su hermano Gayetano.

Su carácter nada común lo lleva a quitarse el apellido paterno, el adoptivo y a quedarse sólo con el de su madre (originalmente se hubiera llamado Simón Carreño Rodríguez), por eso es que, el mismo Simón se presenta como expósito en el acta matrimonial.

Se caracterizará toda su vida por seguir apasionadamente su ideal de pensar y enseñar en libertad plena. Su vida estuvo dominada por la pasión de las letras.

El primer contacto de los dos Simones se produce cuando Rodríguez es contratado por Feliciano Palacios, abuelo de Bolívar, para que en su propia casa le sirva de amanuense. Más tarde, al fugarse de la casa de su tío Carlos Palacios, Bolívar ingresará a la escuela pública de Rodríguez.

Este era un maestro que enseñaba divirtiendo, según expresión bolivariana. Su manera de enseñar, distinta a todo lo tradicional, era en el campo, frente a la naturaleza, lo cual servía para el espíritu, para la fortaleza del cuerpo y para el conocimiento de las cosas que nos rodean. Si está en el aula, entre sus 114 alumnos (setenta y cuatro que pagan y cuarenta gratis, entre ellos nueve expósitos), les da instrucción adecuada a sus edades y les inculca las buenas costumbres y el amor por la libertad.

Don Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por antonomasia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a América, Rodríguez (su "Maestro Universal") hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos. Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestiman depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una locura singular.

La enseñanza de Rodríguez se cumple en la adolescencia y en los umbrales mismos de su edad adulta; superados algunos rices de la infancia entre maestro y discípulo, roces que nunca más recordará El Libertador, la compenetración entre ambos es intensa y duradera. Por el carácter independiente y rebelde de Rodríguez se comprende que cale tan hondo en el espíritu del joven.

La casualidad pone en manos de Simón Rodríguez, pedagogo per sé y fanático de Juan Jacobo Rousseau, a un niño sano, rico, de alcurnia, inteligente, sin familia, sin padres siquiera a quienes rendir estrecha

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